Sacar tajada del racismo

Cuenta Larry Elder que Tennie Pierce, un bombero veterano, negro, con 19 años de servicio, llegó recientemente a un acuerdo de 2,7 millones de dólares con el Consistorio de la Ciudad de Los Ángeles. He aquí la historia.

Tras un partido de voleibol en el parque de bomberos, varios compañeros metieron en los spaghetti de Pierce comida para perros, para humillarle. Pierce, que se llama a sí mismo «Gran Perro», tomó unos cuantos bocados. Vio a tres bomberos conspiradores riendo (dos blancos, un latino) y les exigió el motivo de las risitas.

Pierce, tras saber que los bomberos (sin duda a modo de broma) pusieron comida para perros en sus spaghetti, llamó a la coña «racista». Contrató a un abogado, encontró un perito que asoció el consumo de comida para perros con 300 años de discriminación de los negros, y zanjó con éxito el caso contra el consistorio.

La reportera del Los Angeles Times Sandy Banks, en un artículo acerca del acuerdo, omitió mencionar unos cuantos hechos notables: que Pierce, de algún modo, logró sobrevivir a la opresión durante casi 20 años; que sus compañeros bomberos hablaban de Pierce como «un bromista despreciable», refiriéndose a que habitualmente gastaba bromas a otros; que Pierce, de 1,95 metros de altura, se refería a sí mismo como «Gran Perro»; que aparentemente el incidente fue una reacción al partido de voleibol ganado por Pierce en el que repetidamente animó a sus compañeros de equipo a «alimentar al Gran Perro» pasándole el balón; y que, en la tradición de novatadas de muchos bomberos, sus compañeros de trabajo probablemente le dieron comida para perros como muestra de afecto, sabiendo que, después de todo, Pierce había gastado bromas a muchos otros durante su larga carrera. Las cuales aparecerían más tarde en Internet, incluyendo la participación de Pierce en el afeitado del vello púbico de uno de sus compañeros.

Días antes de leer sobre la indemnización al bombero, mi padre, de 91 años, y yo, vimos una película llamada «Proud». Narrada por el difunto Ossie Davis, la película dramatiza la experiencia de los marineros negros abordo del USS Mason durante la Segunda Guerra Mundial.

El barco se convirtió en la única nave tripulada por negros que realmente entró en combate. Como destructor escolta, guiaba los grupos Aliados por aguas llenas de submarinos alemanes, asumiendo riesgos que hasta la orgullosa Marina Británica rechazaba, ya que juzgaba la misión demasiado arriesgada.

En realidad, los marines negros celebraban que les hubieran asignado el barco, porque durante esta era, con segregación racial en el ejército, querían demostrar su valía entrando en combate real en lugar de implicarse en labores «serviles».

En una escena, un submarino alemán lanzaba un torpedo contra el USS Mason, pero los negros, muy habilidosos, (aunque no suficientemente instruidos como para manejar el equipamiento de alta tecnología, incluyendo el sonar de detección), esquivaron diestramente el torpedo. Después contraatacaron lanzando cargas de profundidad.

Los hombres del USS Mason, a pesar de su labor heroica, nunca recibieron una medalla; ni siquiera cuando su comandante envió a Washington una carta animando al reconocimiento de estos valientes marineros.

Como resultado de la presión del nieto de uno de los marineros descritos en «Proud», el Presidente Clinton honró a la tripulación superviviente, en una ceremonia muy atrasada. Finalmente, la tripulación del USS Mason recibió su merecida condecoración por valentía y sacrificio.

Es difícil describir la sensación de honor y orgullo que sentí mientras contemplaba a mi padre viendo la película. Cada cinco minutos miraba a mi padre mientras él veía la película con su expresión estoica característica.

Mi padre, sépalo, sirvió como cocinero durante la Guerra, y alcanzó el rango de sargento. Pasó tiempo en Guam mientras los soldados se preparaban para un asalto a una isla de Japón, una misión por supuesto abortada a causa de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. También él, al igual que muchos soldados negros, recibió poco reconocimiento por su contribución. Mi padre me dijo una vez que se alistó como Marine en 1943 porque «me pareció que los Marines eran todo acción. Y yo la quería».

Después de que mi padre y yo viéramos «Proud», él dijo que le recordaba a una historia de guerra, una historia que nunca me había contado. «Hijo», dijo, «nosotros, los alistado negros, acabábamos de pasar el entrenamiento en Montford Point, Carolina del Norte. Nos reunimos para escuchar un discurso (presuntamente inspirador) de un Mayor blanco. El oficial dijo, ‘Ya sabéis, he viajado por todo el mundo.

Pero solamente me he dado cuenta de que estábamos verdaderamente en guerra cuando he vuelto a casa y vi que vosotros llevabais nuestros uniformes». Insultado, mi padre dijo que cada Marine y él permaneció en silenciosa protesta por la declaración abiertamente racista del Mayor.

Esta historia nos devuelve al Sr. Tennie «Rintintín» Pierce. Disfrute de sus 2,7 millones de dólares. Cuando llegue el próximo Día del Veterano, piense en cómo su bonanza trivializa el arrojo, la determinación y el honor con el que los hombres y mujeres negros soportaron el insulto, la degradación y los abusos durante la América de Jim Crow. Se mantuvieron firmes y demostraron de palabra y con hechos que los hombres y mujeres negros (como mi padre) se consideraban americanos, no afroamericanos; que solamente querían una oportunidad para demostrar su capacidad.

Su uso obvio y manipulador de la baza racial a cambio de dinero insulta a incontables hombres y mujeres que soportaron indignidades, desfilaron y murieron, con el fin de proporcionarle el derecho a trabajar como bombero. Una oportunidad negada históricamente a hombres y mujeres negros cualificados.

Usted, señor, es una desgracia.

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