Los negacionistas controlan el aquelarre iraní sobre el Holocausto


El primer ministro israelí Ehud Olmert ha condenado como «un fenómeno enfermizo» el simposio internacional montado en Teherán para negar la veracidad del Holocausto nazi: «La negación del holocausto (Shoá) indica cuán profundo es el odio y el extremismo del Gobierno iraní».

Lejos de «debatir de forma científica», la conferencia se convirtió en una plataforma para quienes niegan el genocidio judío durante la II Guerra Mundial.

«No son revisionistas, sino negacionistas», se escandalizaba uno de los pocos académicos occidentales que acudieron como observadores. Ni siquiera hubo debate.

«También invitamos a organizaciones de víctimas, pero no han querido venir», justificaba un portavoz.

La mayoría de las intervenciones estuvieron muy lejos de su pretendido tono académico para dedicarse a negar la existencia de cámaras de gas, atacar a los Gobiernos europeos y la prensa occidental o lanzar panegíricos en apoyo de revisionistas encarcelados.

«Sí, es cierto que las intervenciones son más vitriólicas que científicas», admitía un diplomático del centro organizador, el Instituto de Estudios Políticos Internacionales (IPIS), dependiente del Ministerio de Exteriores iraní.

«Se ha convertido en un asunto político, pero el Holocausto no es la prioridad de nuestra política exterior. Este seminario es la respuesta a la continua presión exterior contra el régimen», intentaba justificar sin ocultar su preocupación por las críticas suscitadas por la conferencia, la última ayer del Vaticano.

En la recepción posterior, Ahmadineyad puso a Irán como ejemplo de país con libertad de expresión. Según la agencia oficial IRNA, el presidente dijo a los investigadores extranjeros que Irán es su casa y la de todos aquellos que piensan libremente en el mundo.

El dirigente iraní volvió a atacar a Israel, al asegurar que su destino es «desaparecer pronto», como sucedió con la antigua Unión Soviética.

«Gracias al deseo del pueblo y a la voluntad de Dios, la tendencia de la existencia del régimen sionista está en declive, y esto es lo que Dios ha prometido y lo que las naciones quieren».

Ahmadineyad advirtió a los países que apoyan a Israel que «sus intereses se están deteriorando con la existencia de este Estado».

«Nuestro consejo es que disuelvan este régimen tal como lo han creado», añadió el presidente de Irán.

Durante el seminario, las posturas más radicales no procedieron de los ponentes iraníes, sino de los europeos.

«Muéstreme algún documento que lo pruebe», retó el francés Robert Faurisson, condenado el pasado octubre en su país por revisionista, a Golamreza Vatandust, profesor de la Universidad de Shiraz.

Vatandust centró su exposición en El Holocausto y sus consecuencias, y confesó que no era un revisionista. «Hubo muchos judíos que emigraron a Irán por los problemas que tuvieron en Europa», intentó explicar ante un público claramente volcado del lado de Faurisson.

El francés se convirtió en la estrella del día. Con su verbo fácil y su tono profesoral, cuestionó la existencia de las cámaras de gas y se ganó los aplausos tanto de sus colegas europeos, que le rodeaban con reverencia, como de los asistentes iraníes, que le solicitaban autógrafos.

Faurisson no se mostró en absoluto preocupado por la posibilidad de que el Gobierno iraní utilizara su presencia para otros fines:

«No me importa. Incluso si viniera el diablo, hablaría con él. No me interesa la verdad, sino la exactitud».

Para entonces, el seminario ya se había convertido en un circo. Entre los ponentes, una ex modelo, hija de un noble británico y disfrazado de Sherezade, afirmaba que el Reino Unido tiene «un Gobierno sionista».

«En Europa no tenemos democracia, porque no podemos elegir nuestra política exterior y los medios prosionistas falsifican la información», denunciaba ante la mirada entre complacida y atónita de Rasul Musavi, director del IPIS.

Más tarde, en un grupo informal de discusión, David Burke, un antiguo miembro del Ku Klux Klan y ex legislador estadounidense, se congratulaba de la proyección del seminario en la prensa del mundo árabe e islámico.

«Anoche entré en Internet y los titulares decían ‘Reunión de académicos para cuestionar el Holocausto», anunciaba exultante antes de calificar de «vergüenza» a la prensa occidental por criticar la conferencia.

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