La clase media, la gran maltratada por Hugo Chávez

(PD/Agencias).- Una constante el miedo a expresarse en público en contra del gobierno. Otra, el deterioro creciente del poder adquisitivo y de la seguridad de una exigua clase media, que parecía empezar a emncontrar su sitio cuando les cayó encima el «gorila rojo».

Las cajas registradoras de los negocios del centro comercial Sambil, en el este de la capital, no paran de emitir el característico «clinc» al abrirse una y otra vez. Por los pasillos de este shopping de grandes dimensiones caminan sin cesar los caraqueños, bolsas en mano, entrando y saliendo de los locales, muchos de ellos de marcas extranjeras.

Cuenta Pilar Conci en La Nación que el lugar se llena aún más después de las 6 de la tarde, cuando tras la jornada laboral muchos salen de compras, al cine o a cenar en alguno de los restaurantes del complejo.

El panorama no cambia en el boulevard Sabana Grande, en el centro de la ciudad, una ajetreada zona comercial de negocios sencillos y «buhoneros» (vendedores ambulantes) cada cinco metros.

Venezuela parece atravesar por una fiebre consumista, una de las escenas que ilustran cómo se vive bajo el «socialismo siglo XXI» que impulsa el presidente Hugo Chávez y que llena de esperanza a sus seguidores y de temor a sus oponentes.

Otras facetas son el deterioro de la posición económica de la clase media, la inseguridad, los problemas de vivienda, la inquietud por el futuro de la educación o las quejas por el aumento del combustible.

También es una constante el miedo a expresarse en público en contra del gobierno, una administración encolumnada detrás de un mandatario que ha concentrado una enorme cantidad de poder y que de a poco ha ido erosionando las formas democráticas, señalan los analistas.

Tras los ocho años de gobierno bolivariano de Chávez, los sectores más bajos y los más altos del espectro económico y social son los que más se han beneficiado. El consumo ha crecido notoriamente en los últimos tres años, luego de un paro petrolero contra Chávez que incidió en la economía. Impulsado por los altos precios del crudo, el crecimiento económico de este país exportador de petróleo alimentó el consumo de bienes de todo tipo, desde autos de lujo hasta artículos de primera necesidad, hasta alcanzar un récord el año pasado, explicó a LA NACION el economista Luis Vicente León, director de la consultora Datanálisis.

A pesar de su oposición ideológica hacia Chávez, los sectores más ricos han ganado mucho dinero con este boom económico. En el otro extremo, la población de menos recursos ha experimentado una mejoría en su calidad de vida y ha recibido una inyección de efectivo a través de las misiones o programas sociales, en áreas como la educación, la medicina o los alimentos. Sin embargo, ha sido una mejoría superficial, señalan los analistas, ya que fuera de los subsidios oficiales su situación de estructural de pobreza no ha variado.

Los beneficiados

Uno de los beneficiados por las misiones es Claudio José Pérez, un desempleado que estudia matemática en la Misión Sucre (para estudios universitarios), por lo que recibe poco más que el salario mínimo en Venezuela, es decir, 500.000 bolívares (232 dólares).

Este auge del consumo es encabezado por la llamada «boliburguesía» o nuevos ricos, funcionarios que se han enriquecido rápidamente y que son habitúes de los negocios que venden artículos de lujo y compradores de los vehículos más caros. Sólo basta dar un vistazo al estacionamiento de la Asamblea Nacional, integrada en su totalidad por legisladores oficialistas, quienes, es vox pópuli en la calurosa Caracas, veranean en Miami.

En este escenario, la clase media ha sido la más perjudicada. Los sectores medios profesionales que no están ligados a empresas han visto muy reducida su capacidad de consumo, señalan los analistas. Otro factor que contribuirá a aumentar sus gastos es el aumento de la gasolina que fue anunciado la semana pasada. «Gano menos dinero que antes. Hubo muchos aumentos en comida y servicios. La inflación siempre va más rápido que los sueldos», aseguró Alejandra Rincón, una empleada administrativa de 36 años que trabaja en el Estado. «Antes se podía ir a un restaurante o de vacaciones a la playa, pero ya no», confiesa.

Entre los opositores y los independientes, e incluso entre aquellos que simpatizan con el presidente, se percibe cierto miedo a expresarse en público contra el gobierno.

Creciente inseguridad

No sólo se puede ser víctima de insultos por parte de chavistas, sino que lo que más inquieta a los que trabajan en una empresa o dependencia del Estado es la posibilidad de perder el empleo, o, en el caso de los cuentapropistas, el temor a que se entable un juicio en su contra.

«Uno está un poco reprimido en las empresas del Estado. Yo voté por Chávez porque me convenía. Nos obligan a ir a las marchas, y sino nos penalizan. Mucha gente perdió el trabajo por firmar contra él en el referéndum [de 2004]», aseguró Efrén Gómez, de 40 años.

Por otro lado, los venezolanos también se han acostumbrado a convivir con una creciente inseguridad. Más allá de los robos callejeros, en las páginas de policiales de los diarios abundan las noticias sobre asesinatos, secuestros y crímenes violentos.

Otra constante de la vida en Venezuela es el problema de la escasez de viviendas adecuadas en los sectores populares, que por ejemplo en Caracas suelen amontonarse en «ranchos» o casillas de material encimadas unas sobre otras en los cerros que rodean la ciudad.

También preocupan los contenidos de los programas escolares que estarán incluidos en la ley de educación que prepara el gobierno, así como el futuro de la educación y de la salud privadas en el país. De hecho, muchos venezolanos comienzan a evaluar la decisión de emigrar -siguiendo los pasos de otros compatriotas en los últimos años- empujados por el impredecible «socialismo siglo XXI» que comienza a delinearse en Venezuela.

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