Human Rights Watch acusa a los talibanes de crímenes de guerra

La organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW) acusa a los talibanes de intensificar sus ataques contra la población afgana y de cometer crímenes de guerra, en ataques que han causado 726 muertos civiles durante el año 2006 y los primeros dos meses de 2007.

En su informe El coste humano: las consecuencias de los ataques insurgentes en Afganistán, HRW critica también las acciones a veces «indiscriminadas» de las fuerzas de la OTAN y el Ejército afgano contra la población, que se cobraron 230 vidas en 2006.

La organización acusa a los talibanes y otros grupos insurgentes de estar intensificando sus atentados contra civiles, incluidos trabajadores humanitarios, médicos, líderes religiosos, empleados del Gobierno y periodistas.

«Cada vez cometen más crímenes de guerra, a menudo con civiles como su objetivo directo. Incluso cuando tienen un objetivo militar, los ataques insurgentes suelen ser tan indiscriminados que las principales víctimas terminan siendo civiles», subraya.

En 2006, el año más violento en Afganistán desde que los talibanes fueron expulsados del poder en 2001, 669 civiles murieron en 350 ataques, «la mayoría lanzados intencionadamente» contra la población.

«Sin distinción» de combatientes y civiles

En los primeros meses de 2007, más de 52 civiles han fallecido a manos de los insurgentes, entre ellos el chófer y el traductor afganos del periodista italiano Daniele Mastrogiacomo, a quien los talibanes liberaron después de dos semanas de secuestro a cambio de la excarcelación de cinco de sus hombres.

«Los asesinatos del periodista afgano Ajmal Naqshabandi y del chófer Sayed Agha son crímenes de guerra», denuncia HRW. En el informe, la organización recuerda que los talibanes han atacado a menudo a las fuerzas internacionales y afganas en lugares muy concurridos, lo que acabó con la muerte «sin distinción» de combatientes y civiles.

En uno de esos episodios, ocurrido el 4 de marzo, 12 civiles murieron y 35 quedaron heridos a las afueras de Jalalabad (este) cuando un convoy estadounidense fue atacado con un explosivo y los soldados dispararon contra la multitud.

EE UU dijo que se trató de una «compleja emboscada» con una bomba a la que siguió fuego talibán desde distintas posiciones, versión puesta en duda este fin de semana por la Comisión de Derechos Humanos afgana, que condenó la respuesta «excesiva» al ataque como una «violación de la ley humanitaria».

HRW reclama a la OTAN y el Ejército afgano que ubiquen sus instalaciones «a mayor distancia de las áreas civiles», que sus convoyes no pasen por zonas pobladas y que «mejoren su respuesta a ataques insurgentes reales o figurados para evitar atacar a civiles por error».

136 ataques suicidas

Además de aumentar sus operaciones contra civiles, HRW observa que éstas no se limitan ya a los baluartes de los insurgentes en el este y el sur de Afganistán: en 2006, casi un tercio de los atentados con bomba documentados por la organización se registraron en otras zonas, incluidas Kabul, Mazar-e-Sharif (norte) y Herat (oeste).

En la mayoría de sus operaciones en 2006, los insurgentes emplearon bombas, con 200 casos registrados que causaron 500 muertos civiles.

De ellos, 136 fueron ataques suicidas, 20 de los cuales tuvieron objetivos únicamente civiles y el resto militares, aunque en todo caso causaron más bajas entre la población (272) que entre los soldados afganos o internacionales (37).

HRW condena que los suicidas talibanes se oculten bajo apariencia de civiles, en violación de las leyes de la guerra, para añadir que muchos afganos han sido abatidos por error por las fuerzas de la OTAN o del Gobierno, que los han tomado por insurgentes.

La organización denuncia también que las operaciones militares de la OTAN y el Ejército afgano, «algunas de las cuales parecen haber violado las leyes de la guerra», han causado «numerosas» bajas civiles.

«No hay pruebas de que las fuerzas de la coalición ataquen a civiles intencionadamente, pero en algunos casos las fuerzas internacionales han hecho ataques indiscriminados o han fallado a la hora de tomar las precauciones adecuadas para prevenir daños entre la población», lamenta. HRW llama a los talibanes a «cesar sus ataques contra civiles» y a las fuerzas de la OTAN y las afganas a dotarse de «mejores reglas de combate para minimizar las bajas civiles durante las hostilidades».
Atentado en la comisaría

Hoy mismo, al menos nueve policías han muerto y otros 25 han resultado heridos cuando un suicida se introdujo en un centro de entrenamiento del noreste de Afganistán e hizo estallar la carga explosiva que portaba. El hombre, que llevaba un chaleco con explosivos, entró en el centro de entrenamiento policial de la ciudad de Kunduz, en la provincia del mismo nombre, y activó la carga.

En Kunduz, los ataques han sido muy escasos. Ayer, perdieron la vida tres civiles en otro ataque suicida en Kandahar, al sur, mientras que seis talibanes murieron en combate en la vecina provincia de Helmand. El sur del país es el epicentro de los combates entre los rebeldes talibanes y las fuerzas de la OTAN, que han lanzado una ambiciosa operación, bautizada como Aquiles, en la que participan unos 4.500 soldados aliados y unos 1.000 afganos para expulsar a los extremistas del norte de Helmand.

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