La política nuclear de ElBaradei

El director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica de la ONU, Mohamed ElBaradei, es un hombre de dudosa integridad. En el 2005 fue ascendido meteóricamente a las alturas de la estratosfera internacional al recibir el Premio Nobel de la paz.

El comité del Nobel le elogiaba por «sus esfuerzos por evitar que la energía nuclear sea utilizada para fines militares».

Afirma Caroline B. Glick que los hechos indican que lo cierto es lo contrario. En su gestión de cinco mandatos en la AIEA, ElBaradei ha utilizado su poder para facilitar la proliferación de la energía nuclear para fines militares. Lo ha hecho trabajando por evitar que estados responsables como Estados Unidos tomen acciones para evitar que estados criminales logren armas nucleares.

Tómese Irak por ejemplo. Justo antes de la invasión británico-norteamericana de Irak en marzo de 2003, ElBaradei sostenía constantemente que o bien era incapaz de decir si Irak buscaba o no armas nucleares, o que no podía encontrar pruebas de que Saddam Hussein estuviera buscando armas nucleares. En realidad, justo antes de la guerra, en un esfuerzo por frustrar los esfuerzos británicos-norteamericanos por convencer al Consejo de Seguridad de la ONU de aprobar una nueva resolución autorizando el uso de la fuerza contra el régimen de Saddam Hussein, ElBaradei informaba al Consejo de Seguridad de que Irak había abandonado su programa de armamento nuclear.

Más tarde, en octubre de 2004, con el aún idéntico objetivo de negar la legitimidad internacional a la operación norteamericana en Irak, ElBaradei reconocía abiertamente su maniobra fraudulenta anterior. Anunciaba que desde la invasión, habían desaparecido de Irak equipos y materiales que podrían ser utilizados para fabricar bombas nucleares. ¿Cómo podría ser esto, si según había informado él al Consejo de Seguridad, Irak había abandonado ya su programa de armamento nuclear?

Como él mismo informaba, como consecuencia de la invasión encabezada por Estados Unidos, edificios enteros vinculados al programa de armamento nuclear de Sadam habían sido desmantelados sin que se hiciera ningún inventario de su contenido. Equipo «de doble uso» de alta precisión como fresadoras, soldadores de haz de electrones y aluminio de alta resistencia, todo se había esfumado.

Repentinamente, el mismo ElBaradei que había insistido en que Irak carecía de programa nuclear alguno, advertía, «La desaparición de tal equipo y materiales podría tener un significado de proliferación». En los meses previos a la invasión norteamericana — meses que ElBaradei pasó intentando ganar tiempo para Saddam prolongando las inspecciones que nunca podían terminar de manera concluyente — el entonces primer ministro Ariel Sharon advertía de que las imágenes tomadas por satélite estaban mostrando grandes convoyes de camiones transportando materiales sospechosos de Irak a Siria. El anterior jefe del estado mayor del ejército, el General (retirado) Moshe Ya’alon, reiteraba más adelante las afirmaciones de Sharon.

EL AGENTE DE INTELIGENCIA de las fuerzas aéreas norteamericanas David Gaubatz, que fue enviado a Irak entre marzo y julio de 2003 en busca de instalaciones nucleares, químicas o biológicas, descubría 4 enclaves blindados sospechosos subterráneos en el sur de Irak, en los alrededores de Nasiriyah y Basora. Por motivos que aún se desconocen, Estados Unidos no inspeccionó los enclaves. El reconocimiento médico de Gaubatz y su equipo, realizado después de la visita a los enclaves, demuestra que habían estado expuestos a niveles de radiación elevados.

Como denunciaba Melanie Phillips en el Spectator británico en abril, Gaubatz declaró que posteriormente supo a través de agentes de la CIA y de la inteligencia británica e iraquí, que los enclaves fueron desalojados por operativos iraquíes, sirios y rusos que desplazaron a Siria su contenido.

En una maniobra que pone en evidencia su propio rechazo cínico a tomar en serio la amenaza planteada por la proliferación nuclear, ElBaradei finalizaba su advertencia de octubre de 2004 con respecto a la desaparición de equipo nuclear iraquí pidiendo a cualquiera con información del paradero del programa nuclear de Irak que se pusiese en contacto telefónico con su oficina.

En noviembre de 2006, la AIEA expresaba una vez más su preocupación con respecto al programa nuclear iraquí, cuya existencia había negado previamente con vistas a la invasión británico-norteamericana. Esta vez condenaba la difusión en Internet por parte de la administración de ciertos documentos iraquíes capturados. Los documentos capturados incluían diseños iraquíes de una bomba nuclear que podrían ser útiles para otros estados que trabajan para construir un arsenal nuclear.

AL TIEMPO QUE DESECHA como no amenazadoras las actividades nucleares iraquíes, iraníes, libias o egipcias, ElBaradei ha expresado en repetidas ocasiones su preocupación por el programa nuclear de un único país de Oriente Medio. En julio de 2004, ElBaradei realizaba una visita a Israel. En el momento de la visita, Irán estaba desafiando su llamamiento a poner fin a sus actividades de enriquecimiento de uranio y las agencias occidentales de Inteligencia estaban seguras de que Irán lograría la novedosa capacidad nuclear en cuestión de un año.

ElBaradei utilizaba su visita como tentativa de colocar a Israel en la misma categoría que Irán, e insistía en que Israel abriera su enclave nuclear de Dimona a las inspecciones y el control de la AIEA. Al mes siguiente, durante una visita a su ciudad natal de El Cairo, ElBaradei proponía convocar una conferencia para establecer una «zona libre de nucleares» en Oriente Medio, cuyo objetivo sería el desmantelamiento del supuesto arsenal nuclear israelí.

En la práctica ElBaradei ha sido implacable en sus ataques contra Israel. A lo largo del fin de semana concedía una entrevista a la televisión austríaca en la que criticaba duramente la decisión norteamericana de incrementar su asistencia militar a Israel en 30.000 millones de dólares durante los 10 próximos años, afirmando que la asistencia podía conducir a una carrera armamentística regional.

Desde que las fuerzas de la oposición iraní denunciaran por primera vez el programa ilícito de armas nucleares de Irán en agosto de 2002, ElBaradei ha venido siendo el principal abanderado internacional defensor de Irán. Actuando en violación de la propia carta de la AIEA con conocimiento de causa, ElBaradei utiliza su oficina para atascar repetidamente las tentativas norteamericanas de llevar el programa nuclear de Irán al Consejo de Seguridad.

La carta de la AIEA estipula que en caso de que haya alguna evidencia de que un estado firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear está actuando de una manera opaca con respecto a sus actividades nucleares, ese estado debe ser remitido al Consejo de Seguridad. A pesar del hecho de que desde que su programa nuclear se diera a conocer por primera vez Irán se ha estado comportando constantemente de una manera opaca, ElBaradei tardaba 4 años en remitir a Irán al Consejo de Seguridad. Su decidida e ilegal defensa de Irán ganó cuatro años para que los mulás desarrollasen su programa sin miedo a sanciones de la ONU o acciones militares en su contra.

El pasado mes de agosto, la AIEA enviaba una carta al Representante norteamericano Peter Hokstra, entonces presidente del Selecto Comité Permanente de Inteligencia, condenando un informe del Comité que concluye que el programa nuclear de Irán es militar, no civil. El informe afirma además que la AIEA trabaja para evitar sacar cualquier conclusión sobre la naturaleza del programa de Irán, con el fin de impedir que se tomen acciones internacionales en su contra.

El ataque de la AIEA contra un informe del Congreso es parte integrante de la insistencia de ElBaradei en que Estados Unidos no lleve a cabo ninguna acción concertada en contra del programa de Irán. Para este fin, trabaja con diligencia por demonizar a las voces americanas que piden que se evite que Irán se convierta en potencia nuclear — por la fuerza si es necesario.

EN UNA ENTREVISTA CON LA BBC en mayo, el hombre que está obligado por los estatutos a evitar la proliferación nuclear tenía una interesante visión de su papel internacional. ElBaradei decía, «no tengo ningún otro papel que garantizar que no entramos en otra guerra o que no nos volvemos locos matándonos entre nosotros. No quieres dar munición adicional a los nuevos fanáticos que dicen’ Vayamos y bombardeemos Irán'».

ElBaradei, que afirma que la compra iraní de armamento nuclear es preferible a que cualquier nación tome acciones para evitar militarmente que Irán adquiera armas nucleares, ha pretendido de manera constante desmoralizar a los enemigos de Irán y sus potenciales víctimas afirmando que puesto que el genio ya ha salido de la botella, cualquier tentativa de detener a Irán está sentenciada al fracaso. En la misma entrevista con la BBC, ElBaradei afirmaba que los ataques militares carecerían de valor porque no puedes «bombardear el conocimiento». Y no es únicamente a la fuerza militar a lo que se opone ElBaradei. También se opone a las sanciones. Después de una reunión en febrero con el principal negociador nuclear de Irán, Alí Larijani, en la que Larijani reiteraba la negativa de Irán a poner fin a sus actividades de enriquecimiento de uranio a pesar de las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU, ElBaradei no condenaba a Irán, sino al uso de sanciones.

En sus propias palabras, «Nuestra experiencia sin excepción es que las sanciones por sí solas no funcionan y en la mayor parte de los casos radicalizan al régimen y perjudican al pueblo que se supone no debe salir perjudicado… Las sanciones se deben equilibrar en todo momento con incentivos y la búsqueda real de un compromiso basado en la protección de las apariencias, basado en el respeto”.

ELBARADEI Y SU AIEA se encuentran hoy en conflicto frontal con los Estados Unidos. En una maniobra por frustrar los esfuerzos norteamericanos por aprobar una tercera resolución de sanciones contra Irán en el Consejo de Seguridad el mes que viene, ElBaradei accedía a un nuevo «marco» de acuerdo con los iraníes la semana pasada. En tres rondas de conversaciones que han tenido lugar desde el mes pasado, Irán accede a dar a la AIEA algunas respuestas a algunas preguntas sin especificar sobre su programa nuclear que durante los últimos años ha rechazado responder. También autorizaba a los inspectores de la agencia a entrar en sus instalaciones de producción de agua pesada por plutonio en Arak – una concesión casi insignificante, puesto que la planta no estará operativa hasta dentro de 2 años.

Elogiando alegremente «este enorme logro», los portavoces de la agencia han anunciado que en el informe de ElBaradei a su consejo superior y al Consejo de Seguridad el mes que viene, utilizará este insignificante acuerdo como excusa para impedir que se apruebe una tercera resolución de sanciones.

Está claro a dónde está conduciendo todo esto. Al minar los pasos diplomáticos activos encaminados a detener sin conflicto el programa nuclear de Irán, ElBaradei conduce a la comunidad internacional a uno de dos futuros inevitables. O Irán adquiere armas nucleares — lo que sin duda él espera que logre — o se utilizará la fuerza para evitar que adquiera esas armas.

En caso de que Irán sea atacado, como manifiesta claramente su traidor comportamiento con vistas a la invasión de Irak encabezada por Estados Unidos, esa guerra será lanzada y librada en el contexto de la condena internacional encabezada por ElBaradei y sus partidarios de la proliferación nuclear en la AIEA, el Comité del Nobel y la ONU. Y si, en su lugar es Irán el que suelta la bomba, bien, ElBaradei dirá que Israel estaba cerca, y también los «fanáticos» americanos.

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