(PD/Agencias).- Los tres meses que ayer se cumplieron sin gobierno en Bélgica, desde las elecciones legislativas del pasado 10 de junio, empiezan a hacer mella en la política de todo el país y, sobre todo, a reavivar con fuerza las llamas de un posible divorcio entre valones (francófonos) y flamencos.
El demócratacristiano Herman Van Rompuy, presidente de la Cámara de los Diputados, que recibió a finales de agosto el encargo del rey Alberto II de «explorar» las posibilidades para formar el nuevo Ejecutivo federal, sigue sin encontrar una solución que logre aunar las posturas de francófonos y flamencos.
Como escribe Silvia Martínez en El Periódico, Van Rompuy informó este lunes personalmente al monarca del estado de las negociaciones, que lleva a cabo en el más absoluto secretismo, pero se negó a hacer declaraciones a los periodistas.
El Vlaams Belang, el partido de extrema derecha flamenco, aprovechó ayer este estancamiento para retomar sus reivindicaciones soberanistas. Lo hizo durante una sesión del Parlamento de Flandes.
El líder de esta formación, Filip Dewinter, presentó por la vía de urgencia una propuesta de decreto para la celebración de un referendo sobre la independencia de Flandes. Se trataba de una maniobra con la que forzar a los partidos francófonos a aceptar las demandas de más autonomía presentadas durante las largas e intensas negociaciones para la formación del nuevo Gobierno belga.
LAS COMPETENCIAS
Pero los valones se niegan a aceptar la transferencia de competencias que están en manos del Estado federal como la sanidad, la política de familia, las telecomunicaciones, la ciencia y tecnología y la gestión ferroviaria, o a dar más autonomía fiscal a las regiones.
«Han pasado 92 días y la solución no parece cercana. Cada día el sistema federal demuestra su inviabilidad. Hace que miles de flamencos se convenzan de que un Estado flamenco independiente es la única alternativa», afirmó Dewinter durante su intervención.
El problema, según advirtió, no es solo el rechazo de los valones a las reivindicaciones flamencas. «Hay muchas otras cosas», señaló el líder del Vlaams Belang, que cuenta con 32 de los 127 escaños del Parlamento de Flandes y con una gran presencia en ciudades importantes como Amberes.
Dewinter insistió en que las citadas competencias exigidas por Flandes, recogidas desde 1999 en varias resoluciones del Parlamento flamenco –que representa al 60% de la población de Bélgica–, no se pueden negociar.
Dewinter pidió a los parlamentarios que aprueben un estatuto de autonomía para Flandes y que lo sometan a referendo y aludió, en este sentido, al «modelo catalán».
Pero el dirigente ultra flamenco fue más allá y dijo que si los gobiernos valones o belgas no aceptan el estatuto «no deberíamos dudar en salir de las estructuras federales belgas, de ir por nuestro camino y atrevernos a elegir nuestro Estado flamenco».
«Cuento con el sentido de responsabilidad de todos para en caso de necesidad tomar en nuestras manos el futuro de Flandes», concluyó.
Pese a que la mayoría de los partidos presentes en la cámara tienen entre sus objetivos una mayor autonomía, o incluso la independencia, ninguno recogió el desafío de Dewinter.
«La solución solo es posible a través del diálogo», advirtió Patricia Ceysens, del Open VLD, el partido del actual primer ministro en funciones, el liberal Guy Verhofstadt.
EL DIÁLOGO
«Solo es Filip Dewinter quien piensa en una solución manu militari», criticó. La mayoría de los diputados que intervinieron en el debate abogaron por más subsidiariedad, mayores competencias y una reforma del Estado que «solo puede hacerse dialogando con los francófonos», en palabras de Ludwig Caluwé, jefe de filas del CD&V, el partido democristiano vencedor en las pasadas elecciones.
El primer ministro flamenco, el demócratacristiano Kris Peeters, partidario de un sistema en el que las regiones tengan primacía sobre el Gobierno central, apeló al diálogo y a la «lealtad federal» que, según dijo, «es también importante».
