Daniel Saab, el oficial de policía perteneciente a la comunidad musulmana de Dearborn elogiado nacionalmente tras el 11 de Septiembre, ha sido despedido por mala conducta.
Escribe Debbie Schlussel que el viernes se supo que está llamado a declarar, como muchos oficiales leales de la policía de Dearborn (cansados de su jefe islamo-quejumbroso étnicamente en desventaja y de funcionarios como Saab). Ahora es oficial: el hombre que fue mostrado ante el mundo tras el 11 de Septiembre como el funcionario policía musulmán modélico no es ningún modelo de nada… excepto de criminalidad y corrupción.
Saab fue despedido por mala conducta, pero ya iba siendo el momento. El comportamiento del hombre a lo largo del curso de su carrera es criminal. Piense en el personaje de Denzel Washington en “Training Day” o de Richard Gere en “Internal Affairs”. Saab es el anti-Serpico. Es mal en estado puro y engañosamente atractivo.
Daniel Saab, chiita y partidario abierto de Hezbolá, colocaba un póster de la organización en la oficina de vigilancia de la biblioteca pública de Dearborn. En la mayor parte de las comisarías eso sería motivo de despido, al igual que la condena de Saab por hostigar a un legislador del estado de Michigan, y el reconocimiento por su parte bajo testimonio que le sitúa en el momento y la ubicación del incendio intencionado del coche de un miembro no musulmán del consistorio durante la noche.
Pero el Departamento de Policía de Dearbornistán no es «la mayoría de los departamentos de policía». Es más bien como los departamentos de policía tercermundistas corruptos que aparecen en las películas, donde hay muchos polis buenos que quieren implementar la ley y muchos polis malos que llevan la dirección siguiendo órdenes de sus aliados de la alcaldía y la jefatura de policía, en el bolsillo de los partidarios del terrorismo.
Saab pasó varios años fustigando, humillando y acusando a varios ciudadanos del municipio en representación del entonces alcalde de la ciudad, Michael “El Padrino” Guido, hoy fallecido. Aunque Guido no era musulmán, estaba en nómina de los musulmanes más radicales de la ciudad, incluyendo a un fugitivo federal y financiero de Hezbolá, Talal Chahine, que según se informa le regaló un anillo de 9000 dólares, miles de dólares en efectivo, y fichas de juego en tres casinos de Detroit.
Saab era el protegido de Guido. Y no se dedicaba solamente a aterrorizar a los infieles. También aterrorizaba a sus correligionarios. Uno de ellos, propietario de una joyería que demandaba al municipio a causa de la controvertida muerte de su hermano epiléptico en una celda de la comisaría, vio su negocio repetidamente saqueado, supuestamente bajo instrucciones del alcalde, que protegió a Saab de cada acusación de comportamiento delictivo. A su vez, Saab cumplía la voluntad de Guido y de los financieros de Hezbolá.
Ahora Saab recibe por fin lo suyo. Pero en muchos sentidos es tarde, mal y nunca. Los federales — la oficina del fiscal de los Estados Unidos y el FBI en concreto — ignoraron repetidamente las denuncias de los ciudadanos contra Saab, y hasta recompensaron al alcalde y a Guido por su comunicación con los denunciantes. Ahora Saab se defenderá de la acusación federal por manipulación de pruebas y falsificación de un informe policial con la ayuda del fiscal islamista del municipio y partidario de Hezbolá Nabih Ayad, de quien el FBI y el fiscal Stephen Murphy III, alias Abú Porno, son amigos íntimos.
Según se informa, los honorarios de Ayad están siendo sufragados por un empresario pro-Hezbolá de Dearborn propietario de media ciudad. Una de sus propiedades, un edificio habitado por traficantes de drogas, fue supuestamente visitado por Mohammed Attah mucho antes de los ataques del 11 de Septiembre.
La historia de Dan Saab es lo que sucede a una ciudad cuando los islamistas toman el control. El nuevo alcalde de Dearborn, Jack O’Reilly, no es muy diferente a sus predecesores y estuvo implicado en uno de sus muchos «acuerdos». Sus manos estaban metidas en la situación de Saab.
Y esas manos están casi igual de sucias.
