Explorando el eje del mal

Si las informaciones de los medios acerca de la incursión de la Fuerza Aérea Israelí en Siria la semana pasada resultan confirmarse, el ataque contra la instalación nuclear siria proporcionada por Corea del Norte al este del país debería servir de punto de inflexión en la comprensión del mundo libre del enemigo al que hace frente en la guerra global presente.

Dice Caroline B. Glick que la pregunta central ahora es si esta claridad será o no acompañada de un cambio estratégico en las conceptualizaciones norteamericana e israelí de los desafíos al que hacen frente en los diversos escenarios de guerra y diplomacia en los que están involucrados hoy.

Lo que evidenciaba la incursión es que el mundo libre hace frente a una alianza cohesionada de fuerzas enemigas que colaboran íntimamente en sus ofensivas conjuntas y separadas en contra de enemigos comunes. Ya se llame a esto eje del mal o no, tras la incursión de las fuerzas aéreas es innegable que sus integrantes — Irán, Siria y Corea del Norte — colaboran íntimamente en su guerra común.

En contra de la opinión imperante, esta no es una alianza de conveniencia temporal entre tres estados por lo demás sin vinculación. Es un alineamiento estratégico entre tres regímenes que llevan décadas actuando en tándem a niveles múltiples. Sus operaciones de colaboración han servido para dos funciones principales. En primer lugar cooperan para perpetuar su control del poder. Hacen esto principalmente a través de empresas criminales. En segundo lugar, trabajan juntas para emprender la guerra contra sus enemigos comunes. El segundo objetivo se impulsa principalmente a través de la proliferación de proyectiles balísticos y armas de destrucción masiva.

Además, los tres regímenes ven las conversaciones diplomáticas con sus enemigos no como medio de solucionar sus desacuerdos con ellos, sino como medio de lograr ventaja forzando concesiones norteamericanas, israelíes e internacionales que legitiman a esos regímenes y les permiten continuar llevando a cabo su guerra.

LOS VÍNCULOS ENTRE LOS PAÍSES se vienen desarrollando desde los años 80. Esa cooperación floreció hasta una alianza en toda regla durante los años 90. Esto es notable porque los años 90 marcaron el período en que tanto la política exterior norteamericana como israelí se centraron en las repetidas tentativas de apaciguar a cada uno de los tres gobiernos.

En 1994, Estados Unidos apoyaba el apaciguamiento de Corea del Norte al suscribir el Marco de Cooperación que sostuvo la viabilidad económica del régimen norcoreano a cambio de la promesa por parte de Pyongyang de poner fin a su programa de armamento nuclear. Los Estados Unidos apaciguaban a Teherán apoyando al gobierno supuestamente moderado de Mohamed Jatami, y rebajaban el papel de Irán en los atentados terroristas contra objetivos norteamericanos tales como la destrucción ordenada por Irán en 1996 de los cuarteles de la Fuerza Aérea norteamericana en Arabia Saudí.

Israel seguía el apaciguamiento a través del proceso de paz de Oslo con la OLP, su rechazo a hacer frente con eficacia a las fuerzas de Hezbolá de patrocinio sirio e iraní en el Líbano, y a través de la celebración de negociaciones intensivas con los sirios de cara a la rendición israelí de los estratégicamente vitales Altos del Golán.

Fue durante los años 90 que la cooperación criminal norcoreana-iraní-siria alcanzaba su punto álgido. Fue durante esta década que realizaron los mayores avances en sus programas balísticos y de armamento de destrucción masiva. Estos avances se hicieron mientras cada uno de los tres regímenes se embolsaba concesiones realizadas por Estados Unidos e Israel, y violaban sistemáticamente cada uno de sus compromisos con ambos países y con los tratados internacionales de los cuales eran signatarios.

UNA DE LAS HERENCIAS de los mulás recibidas del Shah de Irán tras derrocarlo en 1979 fue la prensa de impresión de divisa Intaglio, proporcionada por Estados Unidos. Desde 1989 al menos, esta prensa viene siendo utilizada para producir los denominados «super-billetes”.

Los super-billetes son divisa norteamericana falsa altamente sofisticada que es casi indetectable. La llegada de los super-billetes obligaba al Departamento norteamericano de Hacienda a imprimir moneda nueva en dos ocasiones en la década. En 1992, la Task Force del Congreso concluía que los dólares que proliferaban en el Líbano de Hezbolá y el Valle de la Beka’a sirio eran de origen sirio e iraní. En el 2005 se interceptaban en Estados Unidos los primeros super-billetes. Eran originarios de Corea del Norte.

Según una información del domingo en el Yediot Aharonot, Irán ha financiado la compra por su parte de materiales nucleares entre otros procedentes de Corea del Norte a través de la venta de super-billete a Pyongyang. Estados Unidos está seguro de que el propio Pyongyang se hizo con una prensa Intaglio de fabricación suiza en algún momento a lo largo de los años 90. Los servicios de Inteligencia están de acuerdo en que Irán, Siria y Corea del Norte colaboran íntimamente en sus operaciones de falsificación de divisa.

En el 2003, el Departamento de Estado concluía que el régimen norcoreano había financiado su viabilidad económica principalmente a través de operaciones de lavado de dinero.

EN SEPTIEMBRE DE 2005, Estados Unidos ponía en marcha una ofensiva financiera contra Corea del Norte que podría haber conducido potencialmente al colapso financiero eventual del régimen, al etiquetar al Banco Delta Asia, un banco radicado en Macau, como agente de las operaciones de lavado de dinero norcoreanas. La maniobra seguía a una investigación norteamericana que demostraba que el Banco Delta Asia era el principal canal de Corea del Norte para el blanqueo de dinero. La maniobra puso en cuarentena a Pyongyang en los principales mercados financieros, dificultando mucho más que los norcoreanos apuntalasen financieramente su régimen.

La reacción de Corea del Norte a la maniobra fue expandir su colaboración nuclear y balística con Irán y Siria aún más. A lo largo de los años 90, los norcoreanos proporcionaron proyectiles balísticos a Irán y Siria, y a continuación tecnología balística y plantas de ensamblado. Tras el asunto del Banco Delta Asia, en julio y octubre de 2006, Corea del Norte llevaba a cabo pruebas balísticas de proyectiles de corto y largo alcance y a continuación la prueba nuclear. Se informa que científicos iraníes estuvieron presentes en cada una de las pruebas.

ESTADOS UNIDOS respondía a las provocaciones norcoreanas intensificando sus esfuerzos diplomáticos. Esos esfuerzos condujeron a la firma el 13 de febrero del 2007 de un acuerdo bilateral entre Estados Unidos y Corea del Norte según el cual, Pyongyang promete poner fin a sus programas nucleares en cuestión de 60 días a cambio de la aceptación diplomática por parte de Estados Unidos y la asistencia económica de Estados Unidos y la comunidad internacional. A cambio de la promesa norcoreana, Estados Unidos accedía en secreto a descongelar cuentas norcoreanas en el banco y así abría el camino a la reentrada norcoreana en los mercados financieros internacionales.

Mientras que el acuerdo fue elogiado como un triunfo diplomático, sufría de diversos males fatales. El primer error fue que no tenía en cuenta el patrón norcoreano de violar sus acuerdos con Estados Unidos. Como el ex embajador norteamericano ante la ONU John Bolton ha precisado, Estados Unidos no tenía ningún motivo para creer que Corea del Norte iba a cumplir sus compromisos. Y, en la práctica, cuando 60 días después de firmado el acuerdo Pyongyang tenía aún por clausurar sus instalaciones nucleares de Yongbyon, estaba claro que Corea del Norte había mantenido su costumbre de perfidia diplomática.

El acuerdo tampoco tenía en cuenta ninguno de los materiales o el arsenal nuclear norcoreano existente, y no decía nada de restringir la proliferación de materiales y tecnologías nucleares por parte de Corea del Norte. Como la incursión de la fuerza aérea israelí la semana pasada en las instalaciones nucleares sirias de abastecimiento norcoreano deja claro, este descuido está plagado de consecuencias geopolíticas.

SE DIRÍA QUE la principal razón de que Estados Unidos suscribiese un acuerdo tan poco aconsejable con los norcoreanos es que el Departamento de Estado quería neutralizar a los norcoreanos con el fin de concentrar sus esfuerzos en Irak e Irán. Al actuar de esta manera, Estados Unidos no reconoció la verdad fundamental que dejaba en evidencia la incursión de la Fuerza Aérea la semana pasada. Específicamente, Corea del Norte es aliada de Irán y de Siria, y como resultado no puede ser aislada o dejada al margen. Es imposible enfrentarse a Irán o Siria o Corea del Norte sin enfrentarse a la alianza entera. Y es imposible apaciguar a un integrante sin reforzarlos a todos ellos.

Esta verdad ha sido ignorada tanto por Estados Unidos como por Israel durante décadas. El gobierno israelí sigue viendo a Siria como un actor independiente, y así espera que eventualmente pueda ser suficientemente apaciguado aceptando los Altos del Golán a Israel a cambio de una paz formal.

Israel y Estados Unidos no comprenden el papel a distancia que juegan los palestinos para los miembros de este eje enemigo, y así ven el establecimiento de un estado palestino como medio de neutralizar el escenario palestino en lugar de reconocer que tal estado servirá en el mejor de los casos como asilo de terroristas globales, y en el peor como el nuevo cliente nuclear de Corea del Norte.

Los Estados Unidos ven a Siria exclusivamente en relación con su nefasto papel en Irak, y así pasan por alto la relación entre el patrocinio sirio e iraní de los terroristas palestinos en Fatah, Hamas, la Jihad Islámica y Hezbolá, y la guerra que libra Estados Unidos en Irak y Afganistán.

Israel y Estados Unidos ven a Corea del Norte como una molestia asiática aislada con ninguna conexión con la guerra en Oriente Medio. En consecuencia, Israel ha sido indiferente durante décadas a las provocaciones norcoreanas y Estados Unidos ha ignorado las implicaciones globales del programa nuclear de Pyongyang. También así, Estados Unidos no comprende cómo su debilidad diplomática hacia Corea del Norte mejora la situación de Irán en la mesa de negociaciones e impulsa su programa de armas nucleares.

EN EL LADO POSITIVO la respuesta internacional silenciosa y hasta partidaria de la incursión israelí deja claro que la situación diplomática de los miembros del eje es mucho más débil de la que sería de esperar. Si, como algunos han afirmado, la incursión de las fuerzas aéreas fuera un ensayo de un ataque norteamericano o israelí contra las instalaciones nucleares de Irán, entonces la reacción internacional a la incursión de las fuerzas aéreas demuestra que tal misión probablemente se encontrará con oposición diplomática mínima posterior, por decir alguna.

Pero está lejos de estar claro si Israel o Estados Unidos comprenden el significado de las operaciones israelíes en Siria. Una semana después del ataque, Estados Unidos anunciaba su intención de conceder 25 millones de dólares a Pyongyang en petróleo sin refinar a cambio de la buena fe de Pyongyang en sus actividades nucleares. Los miembros del alto mando del ejército israelí han recomendado renovar las negociaciones con Siria con respecto a la rendición israelí de los Altos del Golán. Estados Unidos está permitiendo que el Presidente iraní Ahmadinejad asista a la reunión de la Asamblea General de la ONU la próxima semana en Nueva York incluso al mismo tiempo que Ahmadinejad ha intensificado su retórica nuclear, antiamericana y antiisraelí en las últimas semanas.

Solamente se puede esperar que estas maniobras americanas e israelíes representen simplemente los últimos estertores de la claramente desacreditada opinión de sus enemigos como diferentes e independientes. Si no, las lecciones evidenciadas y las ventajas logradas a partir de la incursión de las fuerzas aéreas serán malgastadas, y el mundo libre estará más débil mientras se da nueva vida al eje del mal.

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