La oposición paquistaní boicoteará las elecciones

(PD).- La ex primera ministra paquistaní y líder de la oposición Benazir Bhutto ha muerto asesinada. Un terrorista islámico le disparó dos tiros, uno en el cuello y otro en la cabeza, cuando ella se subía al coche después de dar un mitin. Luego, el criminal hizo estallar una bomba, llevándose por delante la vida de al menos otras 20 personas.

Bhutto, demócrata impenitente y odiada a muerte por los islamistas e inlcuso por muchos militares, aspiraba a dirigir de nuevo el Gobierno de Pakistán. Era una de las candidatas a primera ministra en las elecciones legislativas previstas para el 8 de enero.

LA OPOSICIÓN

El ex primer ministro paquistaní y líder opositor Nawaz Sharif ha anunciado este jueves que su partido boicoteara las elecciones legislativas previstas para el próximo 8 de enero y ha pedido la dimisión del presidente paquistaní, Pervez Musharraf.

El anuncio de Sharif se produce después de que la también ex primera ministra y líder opositora Benazir Bhutto falleciera en un atentado suicida perpetrado en la localidad paquistaní de Rawalpindi poco después de pronunciar un mitin ante sus seguidores, matando al menos a 15 personas.

La ausencia de ambos líderes y de sus partidos de los comicios amenaza con quebrar el proceso de reconciliación y democratización iniciado por el general Musharraf, aupado al poder por un golpe de estado en 1999.

«El PML boicóteará las elecciones tras el asesinato de Benazir Bhutto», ha señalado Sharif, que no puede presentarse por tener causas pendientes por corrupción, en una conferencia de prensa en Islamabad. «No es posible celebrar elecciones libres con Musharraf», ha añadido, «es la raíz de todos los problemas». «Exijo que Musharraf abandone el poder, sin demora y antes de 24 horas, para salvar a Pakistán», ha insistido el líder opositor, que regresó hace unos días de su exilio en Arabia Saudí.

Sharif también ha llamado a los pauistaníes a celebrar una huelga general mañana viernes: «Todos los paquistaníes están conmocionados. Todos aquellos que se unan a la huelga mostrarán su solidaridad con el país», ha afirmado.

Benazir Bhutto, que dirigió el Gobierno de Pakistán por dos veces (1988-1990 y 1993-1996) y había regresado al país en octubre tras ocho años de exilio con la intención de volver a convertirse en primera ministra, fue asesinada este jueves tras ofrecer un mitin en Rawalpindi por un terrorista suicida que le disparó en el cuello y el la cabeza antes de hacer explotar la carga que llevaba consigo. Al menos otras 15 personas han fallecido en el atentado, aunque algunas fuentes elevan la cifra por encima de la veintena.

Los restos de Benazir Bhutto, llevados en volandas por sus seguidores cuando dejaban el hospital de Rawalpindi, han partido ya de Islamabad a bordo de un avión militar con destino a Larkana, la localidad del sur del país de la que es originaria su familia.

Condena unánime

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, reunido de urgencia con la presencia del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para analizar la situación de Pakistán tras el asesinato de Bhutto, ha aprobado una declaración presidencial en la que condena «en los términos más firmes» el ataque terrorista, y urge a todos los paquistaníes a que «mantengan la estabilidad en el país». Esta declaración se une a la condena unánime que ha suscitado el ataque terrorista en la comunidad internacional, desde Estados Unidos hasta Irán, pasando por la Unión Europea, Rusia y la ONU.

El propio presidente paquistaní, Pervez Musharraf, se ha paresurado a condenar el atentado, calificando de «gran tragedia para la nación» el asesinato de Benazir Bhutto e instando a la «paz». «Hoy, con este trágico incidente, expreso la resolución, y también quiero que la nación se una y coopere, de que no nos quedaremos sentados a menos que los terroristas sean eliminados», ha subrayado en un breve discurso televisado. Musharraf ha aprovechado para hacer «un llamamiento a la nación para que permanezca pacífica y demuestre paciencia y tolerancia».

Sin embargo, la muerte de Bhutto ha destado ya enfrentamientos entre sus partidarios y las fuerzas de seguridad paquistaníes, provocando la muerte de al menos 14 personas en los disturbios. Diez personas han muerto en varios tiroteos ocurridos en la ciudad sureña de Karachi, donde activistas del PPP han incendiado vehículos y gasolineras en varias partes de la ciudad, según una fuente policial citada por las televisiones locales.

Ausencia de legitimidad

En este contexto, la ausencia del partido Sharif en los comicios, unida a la muerte de Bhutto, arrebata cualquier atisbo de legitimidad a las elecciones legislativas del próximo 8 de enero, enmarcadas en el proceso de reconciliación y democratización del país iniciado por el presidente paquistaní, Pervez Musharraf. Estos comicios debían completar la transición democrática con la elección de un Gobierno que aspiraban a dirigir tanto Bhutto, líder del Partido Popular de Pakistán (PPP), como Sharif, para poner fin a la crisis política que ha puesto al país al borde del caos.

El problema comenzó cuando, en octubre, las asambleas provinciales eligieron a Musharraf para un nuevo mandato como presidente. La oposición, incluido el partido de Bhutto, impugnó esta elección ante el Supremo, considerándola ilegal porque Musharraf era militar.

Antes de que el Supremo se pronunciara, Musharraf purgó la institución, relevando a todos aquellos no afines, incluido el presidente. Las protestas por estos manejos se extendieron y el presidente, para evitarlo, decretó el estado de excepción el 3 de noviembre, que no levantó hasta el 16 de diciembre. Entretanto, se produjeron disturbios y miles de detenciones de partidarios de los partidos de oposición. Finalmente, el Supremo, ya convenientemente diseñado, rechazó los recursos contra la elección de Musharraf, dando vía libre a su toma de posesión, que llevó a cabo un día después de abandonar su puesto de comandante del ejército.

Antes de verse obligado a decretar el estado de emergencia, Musharraf pactó con Bhutto un reparto de poder por el que ella sería primera ministra y él presidente, pacto que no fue aplicado en ningún momento por el deterioro de la situación en el país. Incluso la ex primera ministra fue puesta en arresto domiciliario un par de veces. También apareció en escena el ex primer ministro Nawaz Sharif, el hombre al que Musharraf derrocó en 1999 en un golpe de Estado incruento.

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