Francia permite fumar, pero en la calle

Francia se ha adaptado con una docilidad pasmosa a la erradicación del tabaco de los espacios públicos. Desde el 2 de enero no se puede fumar en cafés, hoteles, restaurantes, discotecas y garitos varios. Ni siquiera está permitido hacerlo en los estancos.Los más de diez millones de fumadores habituales están que echan humo. El resto, más contentos que unas castañuelas.

Los hosteleros se han decantado por las cabinas para fumadores: unos habitáculos acristalados, herméticamente cerrados y dotados de extractores de humos o purificadores de aire.

En los bares la alternativa es la calle. Las terrazas están a rebosar en pleno invierno. Echar un cigarro en la acera sirve para entablar nuevas relaciones.

El Ayuntamiento de París ha comenzado a distribuir 100.000 ceniceros de bolsillo por bares y discotecas para atajar el problema.

Se calcula que cada día se arrojan a las calles de la capital francesa 300.000 colillas, que tardan entre dos y diez años en desintegrarse. Como la inmensa mayoría acaba en la red de alcantarillado, las aguas se contaminan de nicotina y alquitranes. Las autoridades municipales han decidido que el nuevo modelo de papelera callejera lleve cenicero incorporado.

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