De Kosovo a Eurabia: el error diplomático que podría enterrar a Bush y a Europa

De Kosovo a Eurabia: el error diplomático que podría enterrar a Bush y a Europa

(PD).-Aunque Serbia nunca ha contado con mis simpatías a causa de sus políticas, sus antecedes y su historial de satélite de la URSS, es innegable que la reciente declaración unilateral de independencia de los musulmanes albaneses en la provincia Serbia de Kosovo plasma la vergonzosa política de la comunidad Internacional en los últimos años. El desatino fue apoyado por varios países de Europa, discípulos de Chamberlain en el siglo XXI que han reconocido la creación del Estado independiente de Kosovo. Pero lo cierto es que la mera invención de un «país” llamado Kosovo no lo convierte en tal desde el punto de vista de la legalidad internacional.

Serbia ha denunciado -explica el analista George Chaya– la creación de esta «entidad separatista» como un hecho ilegal en su territorio soberano y ha iniciado acciones penales, acusando a varios de los principales líderes musulmanes albaneses. Hoy hay en curso un feroz debate mundial, el cual plasma el hecho de que la lista de países en reconocer a Kosovo aún no ha finalizado. Bajo enorme presión del Departamento de Estado norteamericano, la mayor parte de la Unión Europea se ha prestado dócilmente al reconocimiento; algunos, como Chipre (por la parte de que toca con su territorio norte ocupado por Turquía) o España (con su movimiento separatista vasco) no han reconocido el “engendro kosovar” que se erige como llave islamista de “Eurabia”.

Fuera de Europa Occidental, el panorama es aún más confuso. Rusia rechaza la independencia de Kosovo y espera que asuman la misma posición China, la India, Indonesia, Nigeria, Sudáfrica, Brasil y muchos más. Rusia vetará además cualquier esfuerzo por incorporar a Kosovo como miembro de las Naciones Unidas.

La humillación que Washington trata de infligir a Serbia hoy podría ser el destino de algunas provincias separatistas de más de un país de América del Sur en el futuro. Lo mismo debería considerar Israel, que está apoyando estrechamente esta política por parte de Washington. Jerusalén debería tener muy presente que el precedente que Kosovo sienta podría generar – de no haber acuerdo negociado – la próxima proclamación de un estado palestino reconocido por los regímenes árabes y musulmanes. El mismo precedente podría aplicarse en gran medida a las zonas de influencia musulmana, como Galilea y el Negev, en un Israel que parece cada vez más pequeño y cada vez más cercano al mar.

En los últimos días, el ex Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos Nicholas Burns – que después de esto aparecía como candidato probable a Secretario de Estado bajo una administración Demócrata – celebraba el apoyo de la Organización de la Conferencia Islámica a Kosovo afirmando que «la gran mayoría de musulmanes» se ha librado de Serbia – un país cristiano – dentro de Europa. Burns declaraba: «es un paso muy positivo que este estado musulmán, o de mayoría musulmana, se haya creado en las ultimas horas».

Las observaciones de Burns y las maniobras del Departamento de Estado entre bambalinas reflejan una – desesperada – esperanza en que la administración Bush muestre que América ha apoyado a los partidos y grupos pro-islámicos de los Balcanes, indicando que los albano-kosovares son seguidores de la «religión de la paz y la tolerancia”.

Lo que Burns no dijo es que la gratitud de estos “pacifistas y tolerantes” se manifiesta en la jihad y el terror, tal como demuestra el reciente complot para atacar Forth Dix, en New Jersey, en el que 4 de los 6 acusados son musulmanes albaneses de la región de Kosovo. Otra manifestación de «gratitud» es que la red terrorista del Ejército de Liberación de Kosovo (KLA/UCK: Ushtria Clirimtare e Kosove) ha venido actuando con impunidad en la zona de Nueva York, Nueva Jersey y Pennsylvania recaudando millones de dólares para la compra de armas y el último escándalo de la campaña electoral: la compra de influencia de varios políticos del Partido Demócrata cercanos al candidato Barak Obama.

Mientras tanto, los cristianos serbios de Kosovo se preparan para lo peor. El obispo Artemije, pastor ortodoxo de Kosovo, explicaba que los fieles tienen miedo a que los horrores y las persecuciones comiencen en cualquier momento; «Nuestro mensaje a vosotros, a todos los serbios de Kosovo, es que permanezcáis en vuestros hogares y cerca de sus monasterios e iglesias, independientemente de lo que Dios permita o no hacer a nuestros enemigos», afirma el obispo en su página web de la congregación religiosa local. Todos sabemos que el obispo tiene buenas razones para tener miedo: en los últimos 9 años se ha producido un lento y silencioso genocidio de la población cristiana de Serbia delante de las narices de la ONU, la OTAN y la OSCE.

A fecha de hoy, varias semanas después de los titulares, dos tercios de la población serbia ya han sido expulsados y no han podido regresar a sus hogares, a lo que se deben sumar las proporciones no menores de otros grupos étnicos (gitanos y croatas). Más de 150 iglesias y monasterios han sido destruidos: la cruz y los iconos de Cristo han sido el objetivo particular del odio y la rabia de los vándalos albaneses de Kosovo. Todo esto sucede mientras un sector de la política norteamericana los califica de “laicos y pro-occidentales”.

Mientras tanto, cientos de nuevas mezquitas financiadas por Arabia Saudí fomentan ya la doctrina fundamentalista del wahabismo, contribuyendo a convertir los Balcanes en un satélite más de Riad a corto plazo.

En contraste con el Subsecretario Burns y los políticos “en nómina”, el ex embajador norteamericano ante la ONU John Bolton advertía con acierto desde las páginas del Washington Post que «Kosovo será un estado débil susceptible a la influencia de los islamistas radicales ajenos a la región, que cuentan ya con el apoyo de algunos albaneses para desarrollar acciones que pueden ser muy negativas para el resto de Europa”. En otras palabras: si se permite consolidar un Kosovo independiente, se estará dando legitimidad a un nuevo bastión del islamismo no en Irak ni Afganistán, sino en el corazón Europa.

El terror de la jihad va de la mano con la delincuencia organizada. Kosovo es el perfecto ejemplo de ello. La autoridades y personas ligadas a la política del presunto estado kosovar están investigadas, y muchas de ellas están vinculadas a la mafia albanesa, la única red que se extiende por toda Europa. La única «industria» que en este sentido se le conoce a Kosovo es el tráfico de drogas (heroína y opio afganos) y el tráfico de mujeres y niños para la trata de blancas y la prostitución que son secuestrados en las ex repúblicas de la desaparecida URSS, sobre todo en Moldova, Ucrania. La decadencia de esta provincia de mayoría musulmana se puede apreciar además en los datos de la Inteligencia de los últimos 5 años: “El misil que impactó contra la embajada norteamericana en Atenas en el 2006, los explosivos utilizados en Madrid, y los explosivos utilizados en Londres, todos llegaron a través de Kosovo”. Lo respaldan varias agencias europeas de Inteligencia. El proveedor es Niam Behzloulzi, alias «Houlzi». Hoy viaja con pasaporte kosovar.

¿Y ahora qué? El Ejército de Liberación de Kosovo y sus simpatizantes aguardan luz verde para dar inicio a un nuevo ciclo de violencia, atacando a los serbios que se nieguen a someterse a su autoridad. Si la violencia política desencadenada por el reconocimiento se verá acompañada de violencia física sobre el terreno es algo que está en el aire aún. Mientras tanto, Serbia está tomando medidas por su parte, declarando ilegal el Ejército de Liberación de Kosovo y la mafia kosovar que financia esa entidad.

Evidentemente, el Presidente Bush ha hecho caso a un consejo del Departamento de Estado, que como es costumbre, es pésimo. Kosovo desencadenará una tormenta internacional a gran escala tan pronto como la cascada de países reconocedores del estado kosovar finalice, y sienta un precedente negativo que facilitará la quiebra del principio de la integridad territorial de las naciones soberanas a cualquiera, fomentará los delirios separatistas violentos en todo el mundo, y provocará un enfrentamiento con Rusia y otros países de su nueva esfera completamente innecesario. Pero lo más grave es que con esta decisión, la comunidad internacional ha dado respaldo a la jihad terrorista y el crimen organizado dentro de Europa. La magnitud del impacto puede no apreciarse ahora mismo, pero a largo plazo podría eclipsar a la guerra de Irak como peor error de su presidencia.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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