La ley de pobreza global de Obama no servirá para resolver nada

La ley de pobreza global de Obama no servirá para resolver nada

(PD).-El Senador Barack Obama, candidato Demócrata a presidente eminentemente probable, ha presentado una «Ley de Pobreza Global» que exigiría a Estados Unidos incrementar la ayuda exterior en aproximadamente 65.000 millones de dólares al año. Si el Senado aprueba esta propuesta, será el primer logro legislativo significativo de Obama en Washington (sólo es Senador desde enero de 2005). Como tal, merece nuestro escrutinio en busca de pistas acerca de su visión del mundo.

Los conservadores deberían tener cuidado con cómo critican la Ley de Pobreza Global. Si decimos, «no nos podemos permitir otros 65 mil millones de dólares al año», Obama marcará muchos puntos con la refutación «¿quiere usted decir que nos podemos permitir cientos de miles de millones para emprender la guerra en países pobres y decenas de miles de millones en gasto de motivación política como el puente a ninguna parte, pero no nos podemos permitir rescatar de la miseria al miserablemente pobre?». De acuerdo, -dice Mark W. Hendrickson en Front Page Magazine– la propuesta de Obama tiene problemas fiscales, constitucionales y hasta de soberanía serios (soberanía porque su legislación nos comprometería al «plan maestro» global de Naciones Unidas para repartir ayuda) pero esas cuestiones — al margen de lo válidas que sean — van a llamar la atención de muchos americanos como tecnicismos baratos y de mentalidad estrecha al ser sopesados frente a consideraciones humanitarias.

Habiendo visto una pobreza tan acuciante en los países en desarrollo, apruebo encarecidamente el deseo del Senador Obama de reducir enormemente, por no decir erradicar, la pobreza del Tercer Mundo. Al mismo tiempo, me opongo a la Ley de Pobreza Global. Si es aprobada, será un error enormemente caro. La ley fracasa por motivos prácticos — simplemente no va a lograr su objetivo declarado de reducir enormemente la pobreza.

Por enésima vez vemos a políticos progres tan obsesionados por redistribuir la riqueza que nunca se molestan en aprender la principal y más fundamental de las lecciones económicas importantes — a saber: ¿cómo crear riqueza? ¿Cómo se desarrollan económicamente los países en la realidad? ¿Qué funciona?

Muy simple, los países han progresado de estar en desarrollo a ser prósperos liberando las energías productivas de sus ciudadanos. ¿Cómo? Protegiendo la propiedad privada, respetando y permitiendo los beneficios, permitiendo que el mercado determine los precios, reduciendo los tipos fiscales, reduciendo drásticamente el asfixiante peso burocrático, estabilizando la divisa, etc. En resumen, la principal necesidad es de gobierno limitado y mercado vibrante. Esto tiene una importancia crucial. Significa que cada país tiene la llave de su propio destino.

¿No hay nada pues que los extranjeros puedan hacer para asistir este proceso? En realidad sí. Se llama «inversión exterior», no «ayuda exterior». La distinción es crucial.

En ninguna parte del mundo podemos encontrar un solo país que haya escapado de la pobreza a través de la ayuda exterior — a pesar de los más de 2 trillones de dólares gastados hasta la fecha en ayuda exterior. Trágicamente, en algunos países africanos que han recibido miles de millones de dólares en ayudas, el estándar de vida se ha deteriorado en lugar de mejorado en las últimas décadas. Como ha escrito el célebre economista Jeffrey Sachs, la mayoría de la ayuda exterior se reparte en sufragar viejas deudas, pagar a caros consultores, financiar ayuda humanitaria de emergencia, o entre cuentas en bancos suizos. De la «ayuda» del restante, gran parte va con frecuencia a corporaciones multinacionales norteamericanas (¿bienestar corporativo?) contratadas para construir presas, aeropuertos, autopistas, edificios, etc. Muchos de esos proyectos no son más que «elefantes blancos» — monumentos extravagantes en honor a líderes inútiles que no sirven en absoluto para fomentar el desarrollo económico.

Por el contrario, muchas de las economías del mundo desarrollado se vieron impulsadas por la inversión exterior. El capital extranjero siempre ha contribuido enormemente al progreso económico en Estados Unidos, y el capital extranjero es instrumental en el rápido desarrollo de China hoy.
¿Por qué tiene éxito con tanta frecuencia la inversión exterior donde la ayuda exterior fracasa? Principalmente porque los inversores tienen más cuidado y son más prudentes con las inversiones, porque ellos recogen las pérdidas cuando las inversiones salen mal. En consecuencia, son más diligentes y exitosos buscando inversiones que sean rentables — es decir, que vayan a crear realmente valor en la economía receptora. En contraste, los «empleados» públicos no corren el mismo riesgo. Si una «inversión gubernamental» sale desastrosamente, los políticos o los burócratas que realizaron la inversión no sufren ninguna pérdida personal. Simplemente van a las arcas públicas en busca de más fondos para más proyectos demenciales. Los mercados privados son distribuidores productivos del capital escaso mucho más eficaces que cualquier institución gubernamental o multilateral financiada por un contribuyente.

Además de la inversión extranjera, otra manera de ayudar a los pobres del mundo es a través de más comercio. Según Benjamin Mkapa, el difunto presidente de Tanzania, si los países ricos abrieran simplemente sus mercados a los países en desarrollo, esos países más pobres saldrían de la pobreza y no necesitarían ayuda exterior. La inversión extranjera y los mercados abiertos no solamente son más eficaces que la ayuda exterior a la hora de superar la pobreza, también devuelven una dignidad que les es negada a aquellos que reciben partidas económicas.

Estoy convencido de que el corazón del Senador Obama está en su sitio, pero su propuesta de Ley de Pobreza Global demuestra que sus conocimientos económicos están 50 años por detrás de los tiempos. Tiene buenas intenciones. Lo que necesita ahora es un curso intensivo de economía.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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