(PD).-Funcionarios saudíes anunciaban este lunes que habían detenido a 56 integrantes de Al-Qaeda que se encontrarían en «una etapa avanzada» de planificación de ataques terroristas jihadistas dentro del Reino. Esto parecería apoyar la declaración del Presidente Bush el pasado octubre, cuando con el fin de facilitar la ayuda de los saudíes, afirmaba: «Certifico por tanto que Arabia Saudí está cooperando con los esfuerzos por combatir el terrorismo internacional y que la asistencia económica propuesta ayudará a facilitar ese esfuerzo».
Tan impactante como pueda parecer contemplar la noción de que Estados Unidos está proporcionando ayuda a la Casa de Saud rica en petróleo, estas detenciones indican que al menos parece estar obteniendo algo a cambio.
Pero las preguntas molestas siguen en el aire. Explica Robert Spencer en Jihad Watch que el pasado septiembre, el Subsecretario de Hacienda para Terrorismo e Inteligencia Financiera Stuart Levey observaba que los saudíes no han procesado a un sólo particular que haya sido identificado por Estados Unidos o Naciones Unidas como financiero o terrorista de la jihad. «Si pudiera de alguna manera chasquear mis dedos y suspender la financiación procedente de un país», declaraba Levey, «sería Arabia Saudí».
Lo que es más, una cuestación encubierta de las mezquitas y los centros islámicos por todo Estados Unidos ha concluido que nada menos que el 75% de todas las mezquitas y escuelas islámicas en este país predican la supremacía islámica y el enfrentamiento de la jihad. Frank Gaffney, del Center for Security Policy, según informaciones de World Net Daily, «confirmaba que ‘la gran mayoría’ está incitando la insurrección y la jihad a través de sermones de imanes de entrenamiento saudí, y con literatura, videos y libros de texto anti-occidentales».
Los saudíes financian una parte significativa de las mezquitas de este país. Warith Deen Mohamed, un prominente líder musulmán americano que es hijo del fundador de Nation of Islam Elijah Mohamed, explicaba qué tiene de malo la influencia saudí en las mezquitas americanas: «En Arabia Saudí reina la escuela de pensamiento wahabí… y ellos dicen ‘te vamos a dar dinero, y después queremos que tú… elijas nuestra escuela de pensamiento’. Eso es así lo digan claramente o no. De manera que hay un problema en recibir regalos que parecen no tener ninguna condición adjunta, sin ninguna contraprestación posterior».
¿Pero por qué iban los saudíes a estar suscitando sensibilidades jihadistas entre los musulmanes de Estados Unidos al tiempo que detienen operativos de Al-Qaeda dentro del Reino? Abú Zubaydah, un operativo de Al-Qaeda capturado, afirma que la Casa de Saud habría alcanzado un acuerdo con Al-Qaeda: financiación para la jihad en todo el mundo a cambio de inmunidad frente a los ataques jihadistas dentro de la propia Arabia Saudí.
Los saudíes han negado este extremo, y en cualquier caso el acuerdo parece haberse roto. Han tenido lugar bastantes ataques jihadistas dentro de Arabia Saudí en los últimos tiempos, pero Stuart Levey no es el único que piensa que los saudíes continúan con su apoyo al terror de una manera bastante entusiasta — y eficaz. Informes secretos dados a conocer en Gran Bretaña hace varias semanas muestran que funcionarios saudíes amenazaron a empleados británicos con otro ataque jihadista de la escala de los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres si no cesaban sus pesquisas en los escándalos de corrupción de sus acuerdos armamentísticos. ¿Quién se supone que ha realizado estas amenazas? El Príncipe Bandar, consejero en seguridad nacional de Arabia Saudí e hijo del heredero de la corona.
A la luz de todo esto, es probable que los 56 miembros de Al-Qaeda recién detenidos no sean tan culpables a los ojos de la Casa de Saud de emprender la jihad, como simplemente de emprender la jihad en el sitio equivocado: dentro del Reino. Y teniendo en cuenta el tristemente famoso historial del Reino en materia de derechos humanos, es también probable que a estos sospechosos no se les ofrezcan las comodidades del campamento de Guantánamo que tantas críticas suscita entre las autoridades saudíes. Su detención no debería evitar que los funcionarios americanos planteen cuestiones difíciles acerca de qué lado están realmente los saudíes, y qué se puede esperar de manera realista de su alianza con Estados Unidos. Que los saudíes se negaran a dar un respiro a América con los precios del petróleo durante el viaje del Presidente Bush a Riyadh en enero debiera haber sido una llamada de alerta para cualquiera que considere aún a los saudíes un aliado fiable en la guerra contra el terror. Esta detención más reciente de operativos de Al-Qaeda tampoco invita a dormirse en los laureles a nadie.
