Una exposición alimenta la imagen de Israel como el peor violador de los derechos humanos

(PD).-Durante las tres últimas semanas, el edificio de información de la Universidad de Pennsylvania ha albergado una exposición de 100 fotografías que pretende representar «los abusos israelíes de los derechos humanos en los territorios ocupados».

La exposición incluye una recepción, conferencias y recorridos guiados. Organizada por un colectivo llamado «Romper el silencio», un grupo radicado en Israel que recoge testimonios de soldados que compartieron sus «horribles experiencias» mientras cumplían servicio en el ejército israelí durante la segunda intifada, la exposición alimenta la imagen de Israel como el peor violador de los derechos humanos, y por supuesto como fuerza ocupante.

Si esto suena vagamente familiar, es -dice Asaf Romirowsky en Campus Watch– porque esto es exactamente lo que los palestinos venden a los medios de comunicación occidentales. La salvedad reside aquí en que estos mitos son ahora perpetuados por antiguos soldados israelíes.

La exposición es parcial por completo, y retrata injustamente a Israel. Carece de cualquier contexto o proporcionalidad en absoluto. No representa — ni pretende representar — la complejidad de la situación política y militar en Cisjordania y Gaza. En su lugar, la exposición pretende presentar una imagen distorsionada de Israel, a su pueblo y sus fuerzas de defensa. En resumen, no es más que propaganda anti israelí disfrazada de crítica artístico-social.

El hecho de que «Romper el silencio» incluya a israelíes no tiene ninguna importancia; representan a un extremo marginal de la sociedad israelí que ha venido a Estados Unidos con un mensaje manipularlo encaminado a ganar la publicidad y la financiación que no logran obtener en Israel. En la práctica no les importa, ni comprenden, los daños que la exposición causa a Israel.

Por otra parte, la exposición y sus integrantes ilustran el núcleo mismo del problema entre los dos centros judíos importantes del mundo hoy: América e Israel.

En pocas palabras, el problema es la total ausencia de entendimiento en lo que respecta a los obstáculos y los desafíos a los que los judíos americanos se enfrentan cuando pretenden defender a Israel.

Cuando hablamos del entorno que se encuentra en muchos centros de educación superior norteamericanos hoy con respecto a Israel y la creciente presencia del sentimiento antiamericano/ anti israelí, nos referimos al «nuevo antisemitismo» en el que Israel sirve de desahogo al odio procedente del bando anti israelí.

Es allí — predominantemente en los campus universitarios — que se debate la existencia misma de Israel como estado judío.

La demonización de Israel se ha transformado en parte integral del zeitgeist palestino. La retórica del Holocausto es el vehículo estándar para describir «la catástrofe» de los palestinos; los israelíes son acusados de hacer a los palestinos lo que les hicieron los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

En contraste, los israelíes que residen en Israel, hasta de los círculos de la izquierda más extrema, piensan que Israel tiene derecho a existir como estado en alguna instancia, ya sea en las fronteras de 1949 o en las fronteras post-1967. Puede usted entender el motivo de que los israelíes no comprendan por completo qué está sucediendo en la diáspora con respecto a estos asuntos, puesto que nunca se han enfrentado al desafío de debatir la legitimidad de Israel.

En su inocencia, no tienen ningún conocimiento de la manera en que alimentan a los grupos anti israelíes en los campus universitarios, como Judíos por la justicia en Palestina, la Asociación de estudiantes musulmanes, y los demás que utilizan este mensaje para dar validez a sus propias agendas. Lo que es aún más problemático es que esos grupos dentro de la comunidad judía creen que el diálogo a través de este tipo de debates impulsa el proceso de paz entre israelíes y palestinos.

Defender a Israel se vuelve cada vez más complicado cuando los israelíes y los judíos deciden adoptar la agenda de los palestinos distrayendo la atención del verdadero asunto detrás del conflicto: el reconocimiento mutuo.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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