La cuestión Petraeus

La cuestión Petraeus

(David S. Broder / PD).-Cuando el General David Petraeus se personó en el Washington Post el viernes, había respondido ya a centenares de preguntas en dos días de audiencias ante la Cámara y el Senado acerca de su deber como mando de las fuerzas de la coalición en Irak.

Pero realmente no había respondido a las declaraciones que hizo el Senador Richard Lugar al inicio de la audiencia del Comité de Relaciones Exteriores con el General y el embajador Ryan Crocker.

El Republicano por Indiana, uno de los verdaderos conocedores de la política exterior y aliado de la administración Bush, había destilado los testimonios de expertos en Oriente Medio de la semana anterior ante el Comité en 5 «premisas» que afirmaba deben guiar el debate sobre la futura política norteamericana.

En primer lugar, los expertos convinieron en que el incremento de efectivos ordenado el año pasado por el Presidente Bush y ejecutado por Petraeus ha mejorado las condiciones sobre el terreno y creado «espacio de maniobra» para una creciente actividad económica y probables acomodos políticos.

En segundo, es probable que las mejoras en materia de seguridad gracias a los esfuerzos americanos sean solamente marginales de ahora en adelante, no transformacionales, en sus efectos. El cambio significativo aguarda a arreglos políticos entre los propios iraquíes.

En tercer lugar, como decía Lugar, «a pesar de las mejoras en materia de seguridad, el gobierno central no ha demostrado poder alcanzar un arreglo político integral para Irak. El gobierno iraquí está aquejado de corrupción y muestra señales de prejuicios sectarios. Aún no se ha ganado la confianza de la mayoría de los iraquíes, ni manifestado gran competencia a la hora de desempeñar las funciones básicas de un gobierno, incluyendo la gestión de la riqueza petrolera de Irak, la supervisión de los programas de reconstrucción, la prestación de asistencia pública a las provincias o la creación de puestos de trabajo».

En cuarto lugar, aunque muchos iraquíes están cansados de la violencia, los grupos sectarios y tribales del país siguen estando fuertemente armados y están centrados en incrementar su propio poder. Por ese motivo, «Irak será un país inestable en el futuro próximo. Y si se puede alcanzar algún tipo de acuerdo político, será inherentemente frágil».

En quinto lugar, la lucha en Irak ha comprometido seriamente al ejército americano. El General Richard Cody, vice-jefe del estado mayor del ejército, era citado por Lugar afirmando en testimonio que «los despliegues largos y repetidos, con periodos de descanso insuficientes en los destacamentos, han impuesto a nuestros soldados y a sus familias un nivel de estrés formidable, poniendo a prueba la resolución de las fuerzas armadas como nunca antes». Cody añadía, «Nunca he visto nuestra falta de firmeza estratégica en los niveles donde se encuentra hoy».

Según esas premisas, decía Lugar, las preguntas ante el Congreso y el país son muy diferentes hoy de las planteadas cuando la estrategia del incremento gradual era iniciada. «Hoy», decía, «las preguntas son si, y cómo, las mejoras en seguridad pueden ser traducidas en avances políticos que puedan estabilizar Irak, a pesar de la rebaja pendiente de efectivos norteamericanos».

«Pedir simplemente más tiempo para realizar progresos es insuficiente. El debate sobre cuánto progreso podemos hacer, y si podemos realizar más, no es tan iluminador como determinar si la administración tiene o no una estrategia política legible que reconozca las limitaciones temporales a las que nos enfrentamos y busque un resultado realista diseñado para proteger los intereses vitales americanos».

Al General le gusta claramente esa frase, porque la utilizó en dos ocasiones más durante la visita al Post. Puedo entender el motivo de que Bush admire su tono agresivo. Y puedo entender el motivo de que sus tropas idolatren a su superior.

Pero cuando le pregunté si había una respuesta mejor a la pregunta planteada por Lugar — ¿existe una estrategia así? — su respuesta fue evasiva. Empezó con el comentario de que «tiene que haber un enfoque regional», y se fue durante un tiempo por los cerros de Úbeda, volviendo a continuación con muchas referencias a Irán.

Cuando un colega preguntó si disponíamos de una estrategia plausible para confrontar, o persuadir, u obligar a Irán a cooperar en esa esquiva solución regional, la respuesta fue: estamos trabajando en ello a muchos niveles.

Mientras tanto, la sugerencia de Petraeus es que «nos centremos menos en la estrategia de salida de Irak, y más en la estrategia de enfrentamiento a los problemas».

Creo que la respuesta al desafío que plantea Lugar tendrá que salir de los candidatos presidenciales, no del General. Ciertamente no saldrá de este presidente.

© 2008, The Washington Post Writers Group

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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