¿Hacia dónde emigrarán los yihadistas de Irak?

(PD).- ¿A dónde irán a parar los yihadistas que combaten actualmente en Irak? Serán los países europeos algunos de los principales perjudicados de esta peligrosa migración, dice Manuel R. Torres Soriano en Safedemocracy. A pesar de la concienciación de la policía y la inteligencia, la Unión Europea continúa presentando una frontera permeable, repleta de puntos débiles debido a la aún imperfecta coordinación entre los países miembros, y a la dificultad de ejercer un control exhaustivo.

Volver la vista a Afganistán de los años ochenta resulta tremendamente útil para entender cuál es el futuro más inmediato de Irak, y por extensión qué va a suceder con los miles de yihadistas que han acudido a este país para combatir la yihad. De hecho, es posible establecer numerosos paralelismos entre el Afganistán invadido por la Unión Soviética, y el Irak ocupado por Estados Unidos: ambos países se han convertido en iconos para el islamismo radical; ambos episodios han sido interpretados como una invasión de la tierra islámica por parte de países infieles, y ambas situaciones han servido al islamismo más radical para legitimar religiosamente una guerra defensiva a la que debe responder cualquier musulmán, viva donde viva.

Al amparo de este llamamiento, miles de musulmanes sin contacto previo con estos países, se integraron en algunas de las organizaciones insurgentes y terroristas que combatían la presencia extranjera. En el caso de Irak, este poder movilizador es sin duda mayor. Hasta la invasión de la antigua URSS, Afganistán era un país periférico en el imaginario colectivo islámico. No escaseaban los clérigos que dudaban del carácter auténticamente musulmán de una tierra caracterizada por sus excentricidades culturales y el carácter heterodoxo del islam practicado por los por los afganos.

Caso muy diferente al de Irak: un país situado en pleno corazón de la civilización musulmana y árabe, rodeado de numerosos enclaves sagrados, e infinitamente más accesible que la remota y primitiva Afganistán.

UNA YIHAD DOMÉSTICA TRAS UNA YIHAD DEFENSIVA

Muchos de estos muyahidines extranjeros realizaron esta peligrosa travesía espoleados por sus propios países de origen, los cuales percibieron en este violento caos una oportunidad para reforzar sus credenciales islámicas, al tiempo que conseguían librarse de su población más radical. En el caso de Afganistán, fueron especialmente célebres los billetes de avión bonificados que Arabia Saudí proporcionaba a todos aquellos musulmanes que deseasen desplazarse a Pakistán, para poder cruzar la frontera y unirse a la lucha contra los soviéticos.

En el caso de Irak, muchos de los países que facilitaron la yihad en los ochenta, son ahora formalmente aliados de los Estados Unidos, o simplemente no pueden correr el riesgo de promover abiertamente la violencia en Irak. Sin embargo, ese no ha sido un obstáculo para que estos regímenes políticos hayan facilitado la emigración de su población más radical, con la esperanza de que mueran combatiendo, o no regresen nunca más a sus países de origen.

Se calcula que entre noviembre de 2003 y febrero de 2007, los diferentes países musulmanes, han liberado de sus prisiones a cerca de treinta mil islamistas, más de un centenar de los cuales habían sido encarcelados por pertenecer a organizaciones terroristas.

Occidente olvida frecuentemente que en los países musulmanes, las prisiones no sirven sólo para encerrar a los criminales, sino también para represaliar a la oposición política, la cual de manera mayoritaria adopta la forma de organizaciones islamistas que combaten a sus gobiernos debido a su naturaleza escasamente islámica.

Se calcula que entre noviembre de 2003 y febrero de 2007, los diferentes países musulmanes, han liberado de sus prisiones a cerca de treinta mil islamistas, más de un centenar de los cuales habían sido encarcelados por pertenecer a organizaciones terroristas.

Occidente olvida frecuentemente que en los países musulmanes, las prisiones no sirven sólo para encerrar a los criminales, sino también para represaliar a la oposición política, la cual de manera mayoritaria adopta la forma de organizaciones islamistas que combaten a sus gobiernos debido a su naturaleza escasamente islámica.

que en Afganistán, los árabes-afganos tuvieron una participación menor en la lucha contra los soviéticos, en el caso de Irak, los yihadistas extranjeros son infinitamente más letales y peligrosos.

Los yihadistas extranjeros han entrado en combate directo contra algunas de las mejores unidades militares del mundo. Han sido capaces de la minimizar la importancia del fuerte blindaje y la superior potencia de fuego de las unidades enemigas. Han adquirido los conocimientos necesarios, y una más que acreditada experiencia en la fabricación de los más diversos y efectivos artefactos explosivos, la construcción coches-bomba, la utilización de todo tipo de armamento de guerra, la realización de secuestros, el asesinato de objetivos altamente protegidos e incluso el derribo de aeronaves.

A diferencia de sus toscos predecesores en Afganistán, son una generación que se mueve con facilidad en un entorno tecnológico. El bagaje adquirido les convierte en sujetos con una capacidad de autoaprendizaje terrorista real. Algo que les cualifica para sacar partido, y poner en práctica el conocimiento disponible en internet, a diferencia de lo que sucede con la mayoría de los terroristas amateur, incapaces de hacer operativa un tipo de información que requiere un bagaje terrorista previo y una destreza adquirida en los entornos más hostiles.

Por otro lado, el uso de la red, ha facilitado enormemente su coordinación, y sobre toda la explotación propagandística de sus logros. Los yihadistas iraquíes, comprenden y saben sacar partido a la cultural audiovisual predominante, lo cual se ha convertido en un multiplicador de fuerza, ya que les ha permitido dominar el relato del conflicto y proyectar al exterior una imagen de fortaleza y durabilidad muy superior a sus capacidades reales.

LA VIDA POST-YIHAD

Sin embargo, lo más interesante, y a la vez lo más útil del paralelismo afgano, es comprobar qué sucedió una vez que las tropas extranjeras se retiraron del campo de batalla. El repliegue de la URSS fue interpretado por los yihadistas como una rotunda victoria propia, a pesar de su relativa contribución a la derrota de la potencia comunista. Sin embargo, esta situación lejos de suponer el fin del conflicto, supuso el inicio de un nuevo ciclo de violencia entre las diferentes facciones que con anterioridad habían combatido al enemigo común.

Esta nueva guerra civil, lejos de tener una lectura religiosa, era un nuevo rebrote de la histórica lucha por el poder entre clanes, facciones y señores tribales de Afganistán. Los yihadistas, pronto se desencantaron con la nueva situación, ya que ninguno de los contendientes luchaba por la imposición de un régimen político fundamentalista.

Gran parte de los muyahidines que habían acudido a Afganistán movidos por la idea romántica de una yihad contra los nfieles, no estaban dispuestos a prolongar su estancia tomando partido por alguna de las facciones existentes. Los ideales globalistas que habían motivado su viaje a este país asiático se esfumaron de la noche al día. Se inició así una nueva emigración que supuso el punto de inicio del moderno terrorismo yihadista, y la aparición de la propia Al Qaeda.

Muchos de estos combatientes decidieron buscar nuevos frentes en los cuales dar continuidad a esta lucha sin fronteras en defensa del Islam, como por ejemplo, Bosnia o Chechenia. Los que tuvieron ocasión regresaron a sus países de origen bajo una aureola de heroísmo y compromiso en defensa de la yihad. La experiencia vivida y la radicalización religiosa y ideológica que todos ellos experimentaron tras su paso por el frente afgano, les hizo mucho más beligerantes contra la situación política en sus países, y decidieron crear o integrarse en organizaciones terroristas para forzar un cambio violento de régimen. Muchos de estos gobernantes, conscientes del peligro que podría suponer este regreso, obstaculizaron la repatriación, o directamente encarcelaron o eliminaron a los árabes-afganos. Esto motivó la reubicación de algunos de ellos en otros países, algunos de ellos occidentales, manteniendo siempre vivos los lazos de hermandad y conocimiento mutuo, a la espera de una nueva causa que justificase su activismo.

¿CUÁL SERÁ EL NUEVO DESTINO YIHADISTA?

Previsiblemente, una vez que se produzca la retirada de Estados Unidos de Irak, el país perderá su atractivo como destino para las nuevas generaciones de yihadistas.

La situación que deja Estados Unidos tras su marcha se asemeja mucho al Afganistán de principios de los noventa. Los yihadistas extranjeros son una facción más dentro de una sociedad enormemente fragmentada.

Ni durante la ocupación, ni después de ella, los muyahidines han tenido, ni tendrán, capacidad para convertirse en un grupo predominante capaz de hacerse con el control efectivo del país. Ninguno de los otros actores, incluyendo el gobierno iraquí y las diferentes milicias y facciones tribales, tienen la capacidad para imponerse sobre el resto. Lo cual hace muy probable una continuación de la violencia, esta vez por la búsqueda de supremacía política y control de los recursos del país. Se trata de un escenario escasamente apetecible desde una óptica islamista, lo cual no sólo detendrá la llegada de nuevos combatientes, sino que supondrá el inicio de una nueva emigración yihadista.

La pregunta claves es: ¿hacia dónde se producirá ese movimiento?

En primer lugar, es muy improbable que ningún país musulmán esté dispuesto a ofrecerles un refugio seguro como sucedió con Pakistán o Sudán en la década de los noventa. En cuanto a sus respectivos países de origen, principalmente Arabia Saudí, Libia, Argelia y Marruecos, lejos de recibirles como a héroes, llevan tiempo concienciados sobre la potencial amenaza que representan. Sus fuerzas de seguridad tienen una capacidad real para neutralizar a estos sujetos en la medida en que es difícil que su retorno a sus respectivos barrios y aldeas pase desapercibida para la población local.

Paradójicamente, Estados Unidos es el país que menos teme a ese retorno. Cruzar el océano significa emplear medios de transporte que como el avión, permiten un mayor y más exhaustivo control sobre la identidad de los pasajeros, incluso aunque estos intenten emplear una identidad falsa. Estados Unidos es uno de los países con mayor capacidad para ejercer un control efectivo sobre sus fronteras, una capacidad que no ha cesado de incrementarse tras los atentados de 2001.

La enorme cantidad de recursos y medios tecnológicos destinados a este fin, ha permitido, por ejemplo, que siete años después del 11S, ninguna célula externa haya sido capaz (o haya intentado) penetrar en el país para realizar un atentado. Un buen ejemplo, de esa incapacidad, lo supone el diseño de los atentados fallidos de verano de 2006 contra aviones de pasajeros con destino hacia Estados Unidos. Un atentado que pretendía cobrarse la vida de cientos de ciudadanos americanos, pero cuyo planeamiento y ejecución se llevaría a cabo desde Reino Unido, un entorno mucho más vulnerable y fácil de penetrar que la frontera de Estado Unidos.

HACIA EUROPA Y ESTADOS FALLIDOS

Serán los países europeos algunos de los principales perjudicados de esta peligrosa migración. A pesar de la concienciación de la policía y la inteligencia de estos países, la Unión Europea continua presentando una frontera permeable, repleta de puntos débiles debido a la aún imperfecta coordinación entre los países miembros, y la dificultad de ejercer un control exhaustivo sobre los crecientes flujos migratorios que penetran legal y ilegalmente en territorio comunitario. Penetrar en las comunidades musulmanes europeas ofrece un anonimato y una serie de garantías jurídicas para pasar desapercibido, que convierte a estos países en entorno mucho más seguros que los diferentes países musulmanes.

Otros perjudicados de este marea humana, serán aquellos países que pueden catalogarse como escenarios de la yihad, principalmente Afganistán, territorio que sigue ofreciendo la oportunidad de combatir directamente a las tropas occidentales, y que por tanto, verá agravado su problema de seguridad como consecuencia de la llegada de los yihadistas que ven en este territorio una oportunidad para continuar la misión emprendida en Irak.

En esta línea, otra serie de países que padecerán este desembarco serán aquellos territorios con población musulmana que se pueden catalogar de Estados fallidos, o que simplemente no tienen capacidad para ejercer un control pleno y efectivo sobre el territorio, como, por ejemplo, Somalia o Yemen. Los yihadistas tienen allí la oportunidad de utilizar las zonas donde no llega la autoridad estatal, para reagruparse y establecer bases seguras desde las cuales emprender nuevas ofensivas dentro y fuera del territorio nacional.

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