Hizbolá toma al asalto el oeste de Beirut y acorrala al Gobierno del Líbano

(PD).- La milicia chií ha tomado al asalto el oeste de Beirut y acorrala al Gobierno del Líbano. Unos 2.000 españoles, 700 civiles y 1.100 militares, permanecen atrapados en la capital y en Marjayún.

Combatientes de Hizbolá pertrechados como para una guerra patrullaban ayer todas las calles del Beirut musulmán para dejar claro que la milicia chií tenía bajo su absoluto control los distritos del oeste de la capital: el bastión de sus enemigos de la mayoría parlamentaria suní, y a su líder y jefe del partido Corriente Futuro, Saad Hariri, acorralado dentro de su propia casa situada en el céntrico distrito de Hamra.

Un proyectil de advertencia llegó a impactar por la mañana contra la fachada de la vivienda.

Hizbolá imponía su ley por las armas en la capital del Líbano en una demostración de fuerza total, que no encontró apenas resistencia. Poco más de 36 horas bastaron a sus seguidores para confirmar su abrumadora superioridad militar sobre el Gobierno pro occidental de Fuad Siniora, que el lunes se atrevía a ordenar el desmontaje de una red de comunicaciones y cámaras de vigilancia en el aeropuerto instalada por el partido opositor en el país. El desafío el miércoles del jeque chií, Hassan Nasralah, interpretando l

a decisión del Ejecutivo como «una declaración de guerra, y el inicio de una guerra para beneficiar a Estados Unidos e Israel» fue suficiente para incendiar la batalla.

La virulenta consigna del jeque reventaba, una vez más, las tensiones acumuladas entre los dos bloques durante 17 meses, desde que Hizbolá optara en noviembre de 2006 por retirar sus seis ministros del Gobierno, y enardecidas ante la falta de acuerdo hace seis para la elección de un presidente de la República.

Al menos 11 personas, según el último cómputo, morían el jueves víctimas de estos enfrentamientos desatados en Beirut, que a mediodía parecían calmarse. Aunque que al cierre de esta edición los tiroteos y las explosiones se reavivaban de forma esporádica en las afueras de la capital y surgían enfrentamientos en dos ciudades clave del Libano, Trípoli al norte y Sidón al sur.

Los intentos de los partidarios del Gobierno por negociar con Hizbolá su rendición fueron en vano. Después de haber provocado prácticamente el aislamiento del país con el cierre del aeropuerto internacional y el puerto, los armados chiíes se lanzaban ayer por la mañana a evacuar y atacar también las sedes de los medios de comunicación más afines al Ejecutivo: la televisión «Future», -una de cuyas plantas fue calcinada-, la radio «Al Sharq» y el diario «Al Mustaqbal». Todos propiedad de la familia Hariri.

Las fuerzas legítimamente elegidas en el Líbano se quedaban sin voz.

Los edificios saboteados, así como numerosas oficinas de las facciones pro gubernamentales que eran asaltadas al tiempo que los milicianos avanzaban tomando el oeste de la capital, fueron entregados por Hizbolá a las Fuerzas Armadas.

A un Ejército, supuestamente a las órdenes del Gobierno, que una vez más jugaba a desempeñar el papel de la neutralidad, en parte para conservar su prestigio como única institución independiente del Estado que no se entrega a ningún bando, y en parte para evitar el riesgo de su propia quiebra interna con la división de sus cuadros en líneas confesionales, como ya ocurrió en 1976.

«El Ejército está controlando todas las instituciones puestas bajo su autoridad, también las áreas que rodean las sedes del Gobierno, el banco central, las carreteras y las residencias de Hariri y Walid Jumblat -el líder de la minoría drusa, confinado también en su casa- situadas en Beirut oeste», decía un comunicado de las Fuerzas Armadas.

Rice acusa a Irán y Siria
El Gobierno de Estados Unidos, en palabras de su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, se mostró «muy preocupado» por las acciones emprendidas por Hizbolá e instó a Irán y Siria a que suspendan su apoyo al grupo chií.
Con todo, las Fuerzas del 14 de Marzo -el pilar del Ejecutivo anti sirio de Fuad Siniora- seguían intentando ayer que el Ejército actuara contra lo que tacharon como «un golpe de Estado contra la legitimidad y la coexistencia» en un comunicado.

Lo hacían poco después de que el dirigente cristiano opositor y aliado de Hizbolá, Michel Aoun, anunciara a la televisión libanesa LBC su creencia de que la jornada de ayer terminaría con una «vuelta a la normalidad», el levantamiento de las barricada en las calles y el fin de la ofensiva.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído