(PD).- Entre el 1 de julio y el 31 de diciembre de este año, Francia ostentará la presidencia rotatoria del Consejo. A menos de un año para las elecciones europeas de junio de 2009, la llegada de Nicolas Sarkozy coincide con un momento delicado para la Unión Europea. ¿Cuáles son las expectativas de los eurodiputados para estos seis meses?
«La presidencia francesa debe desbloquear el proceso de ratificación del Tratado de Lisboa», asegura el presidente del Partido Popular Europeo, el francés Joseph Daul, quien añade que «Europa necesita ese Tratado». Además, afirma que las prioridades de la presidencia de su país «se corresponden con las de nuestro grupo político: la seguridad para los europeos, la lucha contra el terrorismo, la inmigración; en el sentido de lograr un mejor control de la inmigración y una mayor cohesión social».
En cuanto a la seguridad, subraya la importancia de la «seguridad alimentaria, en el contexto de la subida del precio de los cereales». También considera que «es necesario que Europa tenga una política de defensa».
Estancamiento
Por su parte, el presidente de los socialistas europeos, el alemán Martin Schulz, tiene claro lo que espera de la presidencia de Francia: «que saque a la Unión Europea del estancamiento».
El popular francés Alain Lamassoure alerta de que «en política pueden pasar cosas inesperadas», y recuerda que «hace un año, la presidencia francesa se anunciaba como un período de fuerza», mientras que ahora «la crisis financiera, la crisis del petróleo, la crisis alimentaria y la incertidumbre en general» han resultado en «un clima totalmente diferente». Por eso cree que «más allá de las prioridades establecidas previamente, lo que toda la Unión espera de este periodo de presidencia es que se ponga de nuevo a Europa en movimiento». «Ese es el verdadero reto», agrega.
Éxitos y fracasos
Para Guy Bono, eurodiputado socialista francés, subraya que «la presidencia francesa tiene que aportar soluciones reales a las preocupaciones reales de los ciudadanos europeos, estableciendo una agenda social sobre asuntos como la energía, el empleo o el poder adquisitivo». En su opinión, «si queremos reconciliar a los ciudadanos con Europa es necesario, de entrada, que los Estados miembros dejen de ‘nacionalizar’ los éxitos comunitarios y de ‘comunitarizar’ sus fracasos nacionales».
A su vez, el presidente de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa, el británico Graham Watson, advierte que «Francia heredará la explosiva combinación de la escalada de los precios del petróleo y de la alimentación, en el contexto de una crisis financiera», a lo que hay que sumar «la labor de mostrar el camino tras el ‘no’ irlandés en el referendum sobre el Tratado de Lisboa».
«Este último reto puede estar bien para las ambiciones del Presidente Sarkozy de llevar a cabo un mandato memorable e hiperactivo, pero como dice la sabiduría popular hay que tener cuidado con los deseos», asegura.
Aprender de la experiencia
El Presidente del grupo Unión por la Europa de las Naciones, el francés Francis Wurtz, señala el Consejo europeo de octubre como primera fecha clave para la presidencia de su país. A su juicio, «la experiencia de los tres últimos años debe servir de lección», ya que «por haber ignorado el ‘no’ francés y holandés al Tratado constitucional, y por haber querido colar un Tratado que era claramente rechazado, los dirigentes europeos han hecho perder a Europa tres largos años».
A su vez, la francesa de Los Verdes Marie Anne Isler Béguin considera que «tras la estocada irlandesa, Francia debe convencer a los ciudadanos de que la Unión Europea sigue teniendo sentido».
El copresidente del grupo Unión por la Europa de las Naciones Brian Crowley apunta por su parte que Francia deberá hacer frente a varios «asuntos clave» como definir la respuesta europea ante la escalada de los precios del petróleo y los alimentos, la mejora de la comunicación de las instituciones europeas con los ciudadanos o el cambio climático, entre otros.
