Teherán quiere dar imagen de flexibilidad pero está embriagado con su propio poder

Teherán quiere dar imagen de flexibilidad pero está embriagado con su propio poder

(David Ignatius).- Es temporada de negociaciones de paz en Oriente Medio, mientras la región cuenta los minutos que restan para la salida de la administración Bush. De manera que he aquí un manual de los caminos de negociación sirio e iraní:

Primero, los sirios. Aunque técnicamente se encuentran en estado de guerra con Israel, estos dos enemigos íntimos (tomando prestado un término de la periodista Barbara Slavin) han venido celebrando una ronda sorprendentemente robusta de negociaciones a través de intermediarios turcos. A nosotros los americanos nos gusta pensar que la gente debe hablar o luchar, pero los astutos políticos de Damasco y Jerusalén entienden que en la vida real, las naciones con frecuencia siguen una combinación de ambas cosas. Se necesitan mutuamente, de la manera que Joker necesita a Batman.

De forma que los sirios han seguido abiertos al diálogo al mismo tiempo incluso que los israelíes destruían lo que afirmaban era un reactor nuclear secreto. Bienvenidos a Oriente Medio.

La primera sorpresa a propósito de esta diplomacia es que haya seguido en marcha durante tanto tiempo: Los contactos a través del gobierno turco del Primer Ministro Recep Erdogán comenzaron a principios del año 2000. Se volvieron serios durante la guerra del Líbano del verano de 2006, cuando sirios e israelíes utilizaron a Turquía para intercambiar mensajes cruciales acerca de «las líneas rojas» que debían respetarse para evitar un conflicto más extendido. A pesar de las dudas norteamericanas, el diálogo continuaba en septiembre de 2006, después de terminada la guerra.

Los negociadores sirios e israelíes han explorado asuntos en cuatro categorías — fronteras, derechos sobre el agua, seguridad y normalización de las relaciones. Un avance llegaba a principios de este año, después de que los sirios asistieran a la conferencia de paz de Annapolis: Ambas partes aceptaban como punto de partida de sus conversaciones los acuerdos que se habían alcanzado en estas cuatro áreas durante las negociaciones bilaterales intensivas arbitradas por la administración Clinton.

Según fuentes sirias, el acuerdo está próximo en tres áreas: en los derechos sobre los recursos acuíferos, ambas partes aprueban tentativamente una sugerencia realizada por el entonces Presidente Clinton de trazar una reserva de agua común utilizada por Siria, Israel, Jordania y el Líbano; sobre las fronteras, los sirios insisten en que tienen que recuperar los Altos del Golán, pero reconocen que el Mar de Galilea, una frontera natural crucial de la vieja frontera, se ha encogido durante los últimos 40 años. Por tanto, son posibles compromisos que conservan la soberanía siria pero permiten el acceso israelí.

De igual manera, en los temas de seguridad, los acuerdos tentativos alcanzados a finales de los años 90 resolverían la mayor parte de las disputas pendientes más destacadas. Acerca de la normalización, la guinda del pastel, se han realizado escasos progresos.

Los sirios no han manifestado ningún interés en discutir el territorio en disputa conocido como las Granjas de Shebaa, dado que una retirada de los israelíes de esta zona eliminaría la última excusa del papel de Hizbulah como «una resistencia» que lucha por recuperar territorio ocupado por los israelíes. Hizbulah es un avispero, de manera que los sirios quieren posponer para más tarde este tema.

Pregunté a un sirio cómo describir el estilo negociador del Presidente Bashar al-Assad y respondió con una expresión árabe, “shaarat Muawiyah,” que significa literalmente el pelo de Muawiyah, el primer califa Omeya de Damasco. Muawiyah, se cuenta, entendió que si se tira del pelo con fuerza, se pierde, y si se es demasiado delicado, se escapa también. De forma que se queda en el término medio — astuto, cauto, entre inflexible y accesible.

En cuanto a los iraníes, un amigo libanés habla de su comportamiento presuntuoso reciente utilizando una expresión árabe que a grandes rasgos se traduce como «pájaros en la cabeza.» Están embriagados de la sensación de su propio poder; están disfrutando en un hammam persa.

En este marco mental, los iraníes asistieron a una reunión publicitada de manera sensacionalista el pasado sábado en Ginebra que, esperaban ciertos analistas, iniciaría un paquete «congelación por congelación» que permitiría «pre-negociaciones» entre Irán y los representantes de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, acompañadas de negociaciones reales en las que Irán suspendería el enriquecimiento de uranio.

¿Respondió Irán con una respuesta positiva o negativa clara? Por supuesto que no. En su lugar aportó un «no documento» de dos páginas que insta a tres rondas de reuniones consultivas, tal vez a acompañarse de seis semanas de conversaciones preliminares, acompañadas en teoría (pero casi seguro no en la práctica) de negociaciones reales.

¿Cuál es la postura iraní? Con «pájaros en su cabeza,» Teherán quiere dar imagen de flexibilidad, pero aún no está dispuesto a negociar seriamente. Su contraseña sigue siendo un contenido «tal vez.» Mientras tanto, los iraníes contemplan agotarse el tiempo, y se preguntan a qué tipo de juegos van a poder jugar con Barack Obama.

© 2008, The Washington Post Writers Group

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