Un calendario de retirada en Irak es un favor a Obama, pero además es bueno para todos

Un calendario de retirada en Irak es un favor a Obama, pero además es bueno para todos

(David Ignatius).- Con ensimismamiento característico, los americanos examinan las recientes declaraciones del Primer Ministro Nouri al-Maliki acerca de un calendario de retirada de las tropas norteamericanas en términos de nuestras presidenciales de 2008. Deberíamos ver este asunto más en términos de historia iraquí.

El moderno Irak fue fundado sobre el aborrecimiento a la ocupación militar extranjera. La imagen propia nacional es de resistencia al colonialismo británico. Ese es el motivo de que Maliki y la mayor parte de los políticos iraquíes restantes se hayan resistido a firmar el acuerdo de estatus legal de fuerzas extranjeras destacadas en territorio nacional buscado por la administración Bush, y es el motivo de que el primer ministro iraquí se muestre entusiasta con un calendario para la salida de la mayor parte de los efectivos americanos antes de finales de 2010.

Maliki y sus colegas están siendo fieles a la historia iraquí — un factor que la administración malinterpreta con frecuencia. Para Bush, la historia iraquí parece arrancar con la invasión de marzo de 2003. Los funcionarios americanos vieron la resistencia a la ocupación americana como la maligna herencia de Saddam Hussein en lugar de como una parte integral de la identidad nacional de Irak. Pasaron por alto que el nacionalismo, incluso si es alimentado por el Partido Baaz, fue una de las contadas fuerzas nuevas capaces de mantener cohesionado el díscolo país.

«Generaciones de iraquíes han ido a la escuela para aprender cómo se deshicieron del imperialismo británico,» explica Raad Alkadiri, un emigrante iraquí que trabaja como gerente de PFC Energy en Washington. «Son el electorado al que tiene que respetar Maliki. No quieres pasar a la historia como el hombre que vendió a Irak de nuevo a extranjeros.”

Aunque esta reafirmación del nacionalismo iraquí beneficia a Barack Obama, no es en absoluto un triunfo para su política. Si Maliki se siente lo bastante confiado ahora para decir no al acuerdo de destacamento de efectivos, eso se debe en gran medida a que el incremento gradual de efectivos americanos ha ayudado a reducir la violencia y estabilizar el país. Obama tuvo un encuentro agradable con Maliki en Bagdad, pero es difícil imaginar una visita así de pacífica si los Demócratas hubieran tenido éxito hace 18 meses obligando a una retirada precipitada de las tropas americanas.

En lugar de preocuparse por los beneficios aparentemente políticos para Obama, la administración Bush debería aprovechar la coyuntura y declarar la victoria — o, más exactamente, declarar el mínimo de éxito necesario. La llegada de un gobierno iraquí lo bastante fuerte y confiado para negociar un calendario de retirada gradual de las fuerzas americanas es, en muchos aspectos, por lo que llevamos luchando desde 2003. La labor del gobierno novato será desigual, y la seguridad será desigual, pero bajo la propuesta de Maliki, al reloj le quedan por lo menos dos años para agotarse.

Para los americanos que se preguntan el motivo de que los iraquíes no se muestren más agradecidos por el gasto de vidas y dinero americano destinados a derrocar a un dictador al que la mayoría de ellos odiaba, es útil hacer un poco de historia. Un buen resumen es el libro corto de William R. Polk. «Comprender Irak.” Cita una proclama británica de 1918 a los ciudadanos de Bagdad «a participar en la gestión de vuestros asuntos civiles en colaboración con los Representantes Políticos de la Gran Bretaña.» Polk explica: «Este anuncio desconcertó a cuantos iraquíes lo escucharon. ¿Significaba que estaban a punto de ser independientes? ¿Significaba que se estaban convirtiendo en una colonia? ¿Significaba algo de verdad? Ningún iraquí supo decirlo.”

Lo que significaba el anuncio, en la práctica, fue una administración colonial, y los británicos tuvieron que librar una guerra sangrienta en 1920 para doblegar una insurrección contra su indeseado gobierno.

Guardo un ejemplar de un «Manual» de 1948 preparado para los operarios británicos por la Iraq Petroleum Co. Advierte que a pesar del mandato internacional de 1920 que concede a Gran Bretaña autoridad sobre Irak, los nativos están descontentos. «Al margen de lo bueno de sus intenciones, [el mandato] fue siempre calificado por los políticos de Irak como contrario a su amor propio nacional, y fue impopular en la misma medida.» Los británicos instauraron a un rey y a un primer ministro obediente, pero fueron barridos de pronto en un golpe de estado en 1958.

Saddam Hussein y el Partido Baaz secuestraron el Irak moderno y sus aspiraciones de independencia. Pero incluso durante los años Baaz de sangre y amargura, la idea de un Estado iraquí sobrevivió. Esa nación comienza ahora a reafirmarse, en sus demandas de soberanía y en un final a la ocupación americana. Maliki se hace valer en este Irak reanimado plantando cara a Teherán y también plantando cara a Washington.

El llamamiento del gobierno iraquí a un calendario de retirada es indudablemente un favor a Obama. Pero en realidad es bueno para todo el mundo — para John McCain, que defendió el incremento de efectivos que dio tiempo a los iraquíes para recuperarse, y para George Bush, que tendría que entender la negativa de Maliki como una respuesta positiva. Y es bueno especialmente para los iraquíes, que pueden reanudar la redacción de su propia historia.

© 2008, The Washington Post Writers Group

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