(PD).- La senadora Hillary Clinton ha pedido a los demócratas reunidos en Denver que tanto si votaron por ella en las primarias como si lo hicieron por Barack Obama, hoy cierren filas en torno al senador de Illinois, porque «es mi candidato». ¿Está la senadora a la espera?
Como subraya Pedro Rodríguez en ABC, en Estados Unidos la política es personal, y lo personal termina convirtiéndose en política.
Delia Rodríguez, delegada electa de Hillary Clinton por Nueva York, confirmaba ayer que la senadora pide abiertamente el voto para Obama dentro de la convención que el Partido Demócrata celebra en Denver. Una petición que para esta militante hispana supone «guardarse las lágrimas y el dolorcito que tenemos en el alma».
Con 18 millones de votos, un 45 por ciento de los delegados presentes en Denver, el amargo recuerdo de que al principio de las primarias era con diferencia la favorita, y unas ambiciones presidenciales intactas, a sus sesenta años Hillary Clinton proporciona el mayor drama y atención en una convención que debería girar en torno a la nominación de Barack Obama.
Con el riesgo de que estas divisiones puedan poner en peligro las ambiciones de los demócratas para hacerse en noviembre no sólo con la Casa Blanca sino también con generosas mayorías en ambas Cámaras del Congreso federal.
Antes de dirigirse al plenario, Hillary se ha centrado en apaciguar los ánimos entre los delegados de su base electoral argumentando que «nos hemos reunido con un propósito muy claro y simple, salir de esta convención con energía y entusiasmo para elegir a Barack Obama presidente de Estados Unidos».
Reconociendo que también es verdad que «todos no estábamos inicialmente en el mismo lado como demócratas pero ahora lo estamos».
Sin perder su ritmo de campaña pese a no ser su semana grande, los republicanos están aprovechando para poner más leña a esta divisiva fogata. En un nuevo anuncio de televisión, el senador McCain airea los reproches de inexperiencia formulados por Hillary contra Barack Obama. Con las siguientes declaraciones de la senadora: «Sé que el candidato republicano aporta toda una vida de experiencia a la Casa Blanca. Y que el senador Obama solo tiene un discurso contra la guerra de Irak que pronunció en el 2002».
Con una voz que fuera de cámara sentencia: «Hillary tiene razón. John McCain para presidente».
A la espera de las intervenciones de los Clinton ante el pleno del cónclave nacional demócrata, algunos sectores del partido han empezado a reprochar que se esté perdiendo el tiempo en Denver.
Sin haberse programado todavía ni un efectivo ataque contra la candidatura republicana de John McCain ni una agenda política alternativa. Como afirmaba en la CNN James Carville, uno de los famosos «gurús» electorales de los Clinton, «si este partido tiene un mensaje, hasta ahora se ha hecho un trabajo admirable para esconderlo».
Gestos conciliadores
A pesar de las negociaciones en la trastienda de la convención, lo que todavía no está nada claro es cómo se orquestará exactamente la votación prevista este miércoles para ratificar la candidatura de Barack Obama. La disputa se centra en hasta qué punto el respaldo hacia Hillary Clinton va a quedar reflejado en el llamado «roll call» antes de concluir con la aclamación de Obama como candidato presidencial del Partido Demócrata.
Una posibilidad barajada es que la propia senadora Clinton interrumpa la votación para solicitar la nominación por unanimidad de su rival. Pero no faltan delegados electos por Hillary que rechazan con vehemencia este tipo de montajes y desean expresar sus preferencias hasta el final. Con temores a que todo el deseo de unidad interna en Denver se vea eclipsado por pulsos públicos o enfrentamientos entre delgados.
Como gesto conciliatorio adicional, la esposa de Barack Obama ha incluido a Hillary en su discurso de arrancada de la convención. Según Michelle Obama, la senadora por Nueva York «ha puesto 18 millones de grietas en el techo de cristal que impide el avance de las mujeres para que nuestras hijas —e hijos— puedan soñar un poco más a lo grande y apuntar un poco más alto».
Pero como también ha dicho Douglas Wilder, el primer negro elegido gobernador en Estados Unidos, la gran cuestión en estos momentos «no es si América está preparada para elegir un presidente negro, más bien la cuestión debería ser si los Clinton están preparados o no».
