El Papa alerta de la pérdida de influencia del cristianismo en la cultura moderna

(PD).- El Papa Benedicto XVI ha abierto este domingo el sínodo general de obispos que se celebra en Roma alertando de la pérdida de influencia del cristianismo en países que en otros tiempos fueron «ricas en fe y en vocaciones» por la «influencia nociva y destructiva de cierta cultura moderna», en la que muchos han decidido que «Dios ha muerto».

El Pontífice ha advertido de que esa falta de Dios redunda en una sociedad «más confusa y dividida».

El Papa ha hecho estas observaciones durante la homilía de la misa celebrada en la basílica de San Pablo Extramuros y con la que ha inaugurado la XII Asamblea del Sínodo de Obispos, que mañana empieza sus trabajos. La misa ha estado concelebrada por 52 cardenales, 45 arzobispos, 130 obispos, 85 presbíteros y 14 miembros de la Iglesia Ortodoxa.

Benedicto XVI ha denunciado que en esa cultura moderna existe quien «ha decidido que Dios ha muerto y se declara Dios a sí mismo, considerándose el único artífice de su propio destino y el propietario absoluto del mundo».

Al «desembarazarse de Dios» y convertirse el hombre en «propietario absoluto» de sí mismo y «único patrón de la creación», se expanden «el arbitrio del poder, los intereses egoístas, la injusticia y la explotación», así como «la violencia en todas sus expresiones».

Ante esta situación, se ha preguntado si «cuando se elimina a Dios del horizonte propio, se puede ser ciertamente feliz» para responder después que «al final, el hombre se encuentra más sólo y la sociedad está más dividida y confusa».

No obstante, pese a ese olvido de Dios, cuenta Benedicto XVI con que » al final vence Cristo. ¡Siempre!» y ese es el «mensaje de consuelo que recogemos de los textos bíblicos, que el mal y la muerte no tienen la última palabra». El sínodo que abre mañana, bajo el lema «La palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia», intentará renovar ese mensaje.

Alejados de la Biblia

Según el Instrumentum Laboris, documento de trabajo para el Sínodo presentado el pasado mes de junio, los obispos católicos están preocupados por el desconocimiento entre los fieles de la Biblia y advierten del peligro de las varias interpretaciones «fundamentalistas» o equivocadas del Antiguo y Nuevo Testamento.

Por ello, uno de los principales objetivos de los obispos será decidir cómo se corrige ese desconocimiento entre los fieles y superar así «la indiferencia, la ignorancia y la confusión sobre las verdades de la fe acerca de la Palabra de Dios».

En el Sínodo, participarán 253 religiosos, de los que 90 proceden de Europa, 62 de América, 51 de Africa y 9 de Oceanía.

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