(PD).- La última conferencia de prensa de George W. Bush, en Bagdad no ha sido precisamente un camino de rosas. Durante la misma, un periodista iraquí lanzó sus propios zapatos contra el presidente de EEUU a la vez que gritaba: «¡Toma tu beso de despedida, pedazo de perro!». El término «perro» es un grave insulto entre los árabes.
Bush estaba hablando a los periodistas junto con el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, cuando se ha producido el incidente.
El autor de la agresión, un reportero de televisión, se levantó repentinamente durante la comparecencia de los dos mandatarios ante los medios de comunicación y arrojó uno de sus zapatos, que pasó sobre la cabeza del presidente estadounidense.
En honor a la verdad, es necesario subrayar que Bush estuvo rapidísimo y maniobró como un rayo, para esquivar el «proyectil». Tanto el primero como el segundo.
Porque, pocos instantes después, el irritado periodista iraquí que se llama Muntadar al Zeidi «disparó» el segundo zapato, sin lograr tampoco su objetivo, porque Bush ya estaba casi a cubierto y Maliki se inclinó ligeramente a un lado.
Al parecer y ya en el suelo, el citado Muntadar ha mascullado algo así como «esto es por la viudad y niños iraquíes», pero no se entienden muy bien sus palabras.
El norteamericano y el iraquí se miraron, un poco perplejos, a la espera de que los agentes de seguridad desalojaran al autor de los hechos del despacho de Maliki, lugar donde se estaba llevando a cabo la conferencia de prensa.
Los forzudos redujeron al periodista y selo llevaron en volandas.
Bush, que enseguida esbozó media sonrisa, afirmó después que no se sintió amenazado «en lo más mínimo».
«No me ha molestado», aseveró el estadounidense al ser preguntado pocos minutos después por el resto de periodistas.
Hasta se permitió el lujo de bromear, diciendo que todo lo que podía declarar sobre el asunto es que eran zapatos de la talla 10 (un 43 español).
Varios reporteros iraquíes se han disculpado por el comportamiento de su compañero.
Bush llegó este domingo a Bagdad en una visita sorpresa, que será la última como presidente estadounidense, ya que en enero abandonará el cargo.
El gesto -su decisión de volver al escenario de lo que ha sido una de sus decisiones más polémicas- es alabado por la prensa norteamericana, que en sus ediciones online no dio en un primer momento mucha importancia al incidente.
