Aunque se postuló como el candidato de la paz, Obama será un presidente de guerra

Aunque se postuló como el candidato de la paz, Obama será un presidente de guerra

(MICHAEL GERSON).- En Afganistán, EEUU se enfrenta a un problema antes familiar en Irak: las tropas estadounidenses pueden expulsar al enemigo, pero no conservar eficazmente el territorio ni construir una alternativa económica al radicalismo y el resentimiento. Afganistán ofrece además otras complicaciones. Los paquistaníes son incapaces, reticentes o decididos siquiera en su lucha contra los Talibanes y al-Qaeda dentro de su país. Y los aliados de la OTAN en Afganistán parecen agotados a causa de sus limitadas contribuciones. Y al contrario que Irak, el propio Afganistán tiene escasos antecedentes de control centralizado por parte de cualquiera.

Ningún año testigo de un desplome de 778 enteros del mercado de valores en un solo día, del precio del petróleo fluctuar en más de 100 dólares el barril, y de la muerte de Irvine Robbins, el inventor del helado de leche condensada con almendra de Jamona, puede llamarse bueno. Pero la elección de Barack Obama como presidente hizo relevante 2008.
Durante una larga campaña política, Obama se mostró encantador y encantado a la vez, favorecido por los dioses de la catástrofe económica, que convirtieron unas elecciones reñidas en un mandato Demócrata. Un senador neófito logró combinar inspiración con organización, ideales progresistas con temperamento conservador, y un mensaje de cambio con un comportamiento inspirador de confianza. Como prueba, el «equipo de rivales» de su Gabinete propuesto parece más un equipo de profesionales.

Hasta ahora, Obama intenta ser una figura nacional unificadora, a pesar de sus partidarios más insufribles. “De hecho,” explica Joe Klein, de la revista Time, “con el pasar de las semanas tras las elecciones, me he sentido, como criatura urbana que soy, menos restringido, menos a la defensiva. A las riendas, casi. ¿Es posible que, como nación, nos estemos desprendiendo de nuestra inocencia infantil y rural y nos estemos volviendo más maduros, urbanos, educados y corteses… me atrevería a decir, más sofisticados?”

Desde luego. ¿Es posible que un comentarista político se parezca más a un universitario de primer año que acaba de descubrir los placeres del vino, las residencias mixtas de estudiantes y a Nietzsche, desprendiéndose del primitivismo de sus padres y convirtiéndose en, me atrevería a decir, un adolescente pesado?

Obama no necesita los servicios de ninfomaníacos durante su luna de miel. En 2009, va a necesitar partidarios serenos, y críticos leales, para superar desafíos que no se van a rendir a los encantos.

En primer lugar, un Irán nuclear parece a la vez inaceptable e inevitable. Para el gobierno iraní, representando una cultura orgullosa y celosa de vecinos nucleares cercanos como Pakistán, la adquisición de capacidad nuclear parece razonable. Para cualquier administración americana, temerosa de las conexiones terroristas de Irán, de su dominio sobre una región vital por parte de un gobierno radical, y de la perspectiva de una carrera armamentística nuclear en Oriente Medio, la capacidad nuclear iraní es una pesadilla estratégica.

A juzgar por el empuje de sus promesas de campaña, parece probable que Obama proponga a Irán un chollazo, relación económica, garantías de seguridad y combustible nuclear para uso civil a cambio del abandono iraní del ciclo de enriquecimiento nuclear y el final de la financiación a los terroristas y las milicias antiamericanas (y antiisraelíes). En el clima de extremismo actual, esto puede parecer digno de intentarse, aunque sólo sea por recrudecer el aislamiento internacional del régimen de Irán si fracasa.

Pero el régimen probablemente rechace un acuerdo así. Aunque Irán ha sufrido consecuencia de las sanciones y el precio en caída libre del crudo, es difícil calificar de fracaso su estrategia actual en Oriente Medio. Irán ha iniciado lo que el antiguo analista de la CIA Robert Baer llama «imperialismo vía delegación», armar y organizar a guerrillas eficaces en el Líbano, Gaza e Irak. Sus ambiciones nucleares parecen ser más un compromiso nacional unificador que una polémica interna. Y el abandono del antiamericanismo equivaldría a desmantelar un importante pilar ideológico de la revolución iraní.

Una ganga caída en saco roto conllevaría un precio: elevaría de manera dramática la expectativa de acciones. Al rechazar una oferta generosa, las intenciones iraníes quedarían completamente en evidencia, la influencia estadounidense en Oriente Medio se vería cuestionada, y el Presidente Obama se enfrentará a una de las elecciones militares más difíciles de la era moderna.

En segundo lugar, Obama ha prometido una escalada de la guerra en Afganistán, pero su resultado está lejos de estar garantizado. Esta escalada, en la práctica, ha empezado ya, medida en la actualidad en miles de efectivos a incrementarse de manera aún más dramática antes del verano que viene.

En Afganistán, nos enfrentamos a un problema antes familiar en Irak, las tropas estadounidenses pueden expulsar al enemigo, pero no conservar eficazmente el territorio ni construir una alternativa económica al radicalismo y el resentimiento. Pero Afganistán ofrece complicaciones más allá de los precedentes iraquíes. Nuestros socios paquistaníes son incapaces, reticentes o decididos siquiera en su lucha contra los Talibanes y al-Qaeda dentro de su país. Nuestros aliados de la OTAN en Afganistán parecen agotados a causa de sus limitadas contribuciones. Y al contrario que Irak, el propio Afganistán tiene escasos antecedentes de control centralizado por parte de cualquiera.

Aunque se postuló como el candidato de la paz, Obama será un presidente de guerra. En estos probables desafíos de 2009, merece más que adulaciones baratas que se conviertan en desilusión. Necesitará un compromiso generalizado con objetivos nacionales difíciles que implican riesgos y sacrificios considerables, paciencia por parte de la opinión pública y fortaleza de ánimo, que no siempre estuvieron presentes durante los días más largos del conflicto en Irak.

© 2008, The Washington Post Writers Group

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído