(PD).- El poder regional en Irak sufrirá en las próximas semanas una transformación radical. Los primeros resultados de las elecciones provinciales celebradas el sábado indican una amplia mayoría del bloque liderado por el primer ministro, Nuri al Maliki, lo que representa un gran cambio respecto al escenario político actual.
La Coalición del Estado de Derecho consiguió el 38% de los votos en Bagdad y el 37% en Basora, la región donde se encuentra la segunda ciudad del país y que origina la mayor parte de las exportaciones de petróleo, según el recuento del 90% de las mesas electorales.
Los aliados del primer ministro lograron victorias más reducidas, pero también destacadas, en ocho de las otras nueve provincias del sur.
Al Maliki hizo campaña con un mensaje basado en la mejora de la seguridad y sin apenas referencias a la religión, a pesar de que su propio partido, Dawa, tiene raíces islamistas chiíes. La táctica parece haber tenido éxito para llegar a los votantes cansados de varios años de violencia sectaria.
Las elecciones del 31 de enero fueron las más pacíficas celebradas en Irak desde la caída del régimen de Sadam Husein en 2003. Las autoridades estadounidenses, que planean la retirada gradual de sus 140.000 militares, celebraron la ausencia de incidentes como una señal de progreso en el país árabe.
La caída de la religión
Además de la coalición de Al Maliki, también tuvieron buenos resultados los partidos seculares y los independientes, que en las elecciones de 2005 fueron prácticamente arrasados por las formaciones religiosas.
En contraste, la Alianza Suprema Islámica de Irak, que hasta ahora era el principal partido chií, no ganó en ninguna provincia. A pesar de que su líder, el clérigo Abdelaziz al Hakim, y el primer ministro forman parte de la misma alianza gubernamental, acudieron a los comicios por separado.
Los datos definitivos podrían conocerse en dos o tres semanas.
