(PD).- Había una vez un espía americano que se creyó James Bond. Como espía era muy bueno, dicen los que trabajaron con él. El problema es que también quiso emular al británico en su éxito con las mujeres. No sabía que lo de 007 es en las películas y que la realidad es más complicada. Así que ahora se encuentra bajo una investigación por varias violaciones agravadas ya que sus víctimas lo acusan de drogarlas antes de cometer los ataques sexuales.
Andrew Warren, experto en artes marciales, fue el jefe de la CIA en Argel hasta diciembre, cuando fue retirado de su cargo y llamado a Washington. De momento, no ha sido acusado formalmente por las autoridades.
Warren se formó en las universidades de Indiana y Norfolk State estudiando la historia de Oriente Próximo y el árabe. Es afroamericano y afirmaba haberse convertido al islam, aunqs puede ser una tapadera. Los viernes acudía a las mezquitas más radicales y pulsaba el ambiente discutiendo con los fieles, según la prensa argelina.
Cuando le preguntaban de dónde era, aprovechaba el color negro de su piel y daba el nombre de algún país subsahariano. Es «una persona increíble», declaró William Alexander, un antiguo profesor, al semanario Newsweek.
LA INVESTIGACIÓN DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO
El Departamento de Estado solo ha confirmado que se están investigando varias denuncias. Pero aunque sea una historia de espías, las leyes estadounidenses obligan a cierta transparencia.
Por eso se ha desclasificado una declaración jurada en la que se narra el caso. La declaración se había hecho el pasado octubre para solicitar al juez que permitiera investigar el domicilio en Argel del presunto violador.
En esta declaración el investigador principal afirma que los delitos son «causa probable». Y además se identifica al funcionario con su nombre, Andrew Warren.
Las denuncias fueron puestas por dos mujeres en la Embajada de EEUU en Argel. Las dos víctimas, que hicieron las denuncias por separado, narraron ataques muy similares. Una de ellas contó que Warren le había preparado un whisky con cola y que tras beberlo sintió náuseas. El funcionario la acompañó al baño. A la mañana siguiente, «se despertó en la cama, desnuda y sin recordar nada».
La segunda víctima -a la que se identifica sólo como V2- – contó hechos muy similares. El acusado le habría preparado dos martinis, y tras tomarlos se sintió enferma y perdió la consciencia. Cuando la recuperó, Warren estaba manteniendo relaciones sexuales con ella pero la mujer no pudo hacer nada porque tenía su cuerpo paralizado.
Tras beber el segundo martini, V2 se mareó y tuvo necesidad de vomitar. Después se acuerda de haber estado tumbada en el suelo del baño y a su lado estaba su anfitrión intentándole quitar los pantalones. No podía resistirse físicamente a los intentos de Warren, pero era capaz de hablar y le pidió que se fuera del cuarto. Él siguió desvistiéndola mientras le aseguraba que se encontraría mejor después de darse un baño.
La mujer recuerda que más tarde estaba en la cama de Warren y él acabó de desnudarla. «Nadie puede estar con ropa entre unas sábanas tan caras», pretextó el agente. V2 estaba a veces consciente, y paralizada de músculos, y otras veces inconsciente. Guarda imágenes de Warren desnudo, de rodillas y con su pene en erección, y otras de la penetración de su vagina.
V2 no recuerda cómo salió, ese 17 de febrero de 2008, de la residencia del espía, en el céntrico Chemin d’Hydra, pero dos días después le envió un correo acusándole de haber abusado de ella. «Lo siento», le respondió escuetamente. La mujer contó lo sucedido a su marido y acudió a la consulta de un psicólogo, pero no se decidió a denunciarle hasta siete meses después durante su siguiente visita a Argel.
LAS DOS MUJERES
V2 reside en España con su marido, también argelino, y la otra tiene las nacionalidades argelina y alemana. En ambos casos, estaban en Argelia visitando a sus familias. Según las denuncias, las agresiones se cometieron en septiembre del 2007 y febrero del 2008.
En octubre, en una visita que Warren hizo a EEUU, el Departamento de Justicia lo interrogó. El espía dijo entonces que había mantenido relaciones con ambas mujeres, pero que habían sido consentidas.
Explicó también que tenía fotos de ellas. Los investigadores encontraron en el ordenador de Warren fotos y vídeos de los encuentros sexuales. Según la cadena de televisión ABC News, en algunos de ellos las mujeres «estaban semiinconscientes». Ese hecho ha conducido a las autoridades a averiguar si existe alguna posible víctima más en el destino anterior de Warren, Egipto.
En octubre, en una visita que Warren hizo a EEUU, el Departamento de Justicia lo interrogó. El espía dijo entonces que había mantenido relaciones con ambas mujeres, pero que habían sido consentidas. Explicó también que tenía fotos de ellas.
Los investigadores encontraron en el ordenador de Warren fotos y vídeos de los encuentros sexuales. Según la cadena de televisión ABC News, en algunos de ellos las mujeres «estaban semiinconscientes».
Ese hecho ha conducido a las autoridades a averiguar si existe alguna posible víctima más en el destino anterior de Warren, Egipto.
Andrew Warren es, para colmo, autor de una novela de espías, The people of the veil, publicada en el 2002 y que, curioso, transcurre en Argelia.
LA FILTRACIÓN DE LA CADENA ABC
Toda la investigación del Departamento de Estado habría permanecido en secreto de no ser porque la cadena de televisión ABC la reveló el 29 de enero. Su divulgación ha tenido efectos devastadores para la reputación de EE UU en el mundo árabe cuando parecía que el nuevo presidente, Barack Obama, iba a poder enderezarla.
«Esa conducta sexual inapropiada tendrá un impacto desastroso sobre la imagen de América», prevé el diario argelino El Watan.
El flujo de comentarios en los foros de Internet y en los titulares de algunos rotativos dan la razón al vaticinio. Diplomacia del secuestro, de las violaciones, del terror y del espionaje, titulaba el diario Echourouk, el de mayor difusión. «La violación de mujeres honorables no difiere en nada de la violación de una nación», añadía resumiendo un sentimiento extendido entre los argelinos.
LOS HICROCARBUROS ARGELINOS
La revelación de ABC puso también en apuros al Gobierno argelino. Detrás de una retórica impregnada de nacionalismo y de defensa del Tercer Mundo, desarrolla una estrecha cooperación con Washington para luchar, entre otras cosas, contra el terrorismo islamista.
El periodista Robert Kaplan contó en 2007 en su libro (Hog Pilots, Blue Waters Grunts) cómo las fuerzas especiales estadounidenses se entrenaban con las argelinas cerca de Tamanrraset, en el desierto. Desde entonces han surgido otros testimonios.
En la coalición de partidos que apoya la reelección del presidente Abdelaziz Bouteflika, que el 9 de abril logrará un tercer mandato, no hubo voces críticas, pero los islamistas moderados de Ennahda se apresuraron en exigir el cierre de la oficina de la CIA porque «pone en gran peligro los intereses supremos de Argelia».
La mayor andanada contra Bouteflika partió de la rama local de Al Qaeda, cuyo líder, Abdelmalek Droukdel, se explayó con un comunicado colgado en webs radicales. «¿No demuestra este escándalo que Bouteflika es como Hamid Karzai en Afganistán y Nouri al Maliki en Irak?», se preguntó.
«Querida nación: ¿qué más deben hacer estos dirigentes para que habléis con una sola voz y digáis: ‘¡Basta!?». Los «crímenes» de Warren y el «silencio» oficial argelino legitiman, según él, la violencia «contra los apóstatas».
Las autoridades argelinas no han dicho «basta», pero han insistido en que es un «caso muy grave que no puede ser ignorado», según repetía el miércoles Abdalá Baali, el embajador de Argelia en EE UU. No han roto relaciones con la Embajada de EE UU, pero, desde que se hizo público el escándalo, sí han reducido sus contactos con los diplomáticos norteamericanos hasta que, preveía uno de ellos, «pase la tormenta».
El enfriamiento no irá muy lejos. EE UU es el primer cliente de los hidrocarburos argelinos.