Obama: «No contaba con enfrentarme a tantos asuntos críticos»

Obama: «No contaba con enfrentarme a tantos asuntos críticos»

(PD).- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, admitió ayer su preocupación por la rápida extensión de la gripe porcina, tanto en México como en territorio estadounidense, pero descartó que vaya a ordenar el cierre de la frontera porque «sería como cerrar las puertas del establo cuando los caballos ya están fuera».

En su comparecencia pública para conmemorar y hacer balance de sus primeros 100 días en el poder, Obama llamó a la calma pero recomendó a la población estar vigilantes respecto a los posibles síntomas de la gripe. Entre otros aspectos, sugirió a la gente permanecer en casa si creen que pueden padecer el virus y el cierre temporal de los centros educativos.

El presidente norteamericano recordó que ha solicitado al Congreso un paquete de 1.500 millones de dólares para luchar contra el brote, especialmente para que las autoridades sanitarias puedan supervisar la extensión del virus y garantizar el suministro de los antivirales. «Todo el mundo debería tener claro que el Gobierno está preparado para cualquier cosa para controlar la propagación de este virus», añadió.

CIEN DÍAS EN LA CASA BLANCA

Con las encuestas de cara, y sin ninguna metedura de pata importante desde su acceso a la presidencia de los EEUU, Barack Obama ha comparecido en una rueda de prensa ante los medios con motivo del hito de sus primeros 100 días en la Casa Blanca.

Advirtiendo de la profundidad del cambio que se propone llevar a cabo, ha subrayado que lo realizado en los primeros cien días de su presidencia «está bien, pero no es suficiente».

El presidente estadounidense afirmó que en estos meses «hemos empezado a reconstruir América», pero añadió que transformaciones más importantes están por llegar «en los meses próximos». Entre ellas, Obama mencionó como la más inmediata la reforma del sistema sanitario, aunque aludió también a reformas en el sistema educativo, la política energética y de medio ambiente.

Obama aludió a todo ello como «los pilares» de la revolución que prometió durante su campaña electoral. El presidente reconoció que algunos pueden considerar su proyecto demasiado ambicioso y otros pueden, simplemente, catalogarlo como un peligroso error. Pero aseguró que nadie puede sentirse engañado. «Estamos haciendo lo que dijimos que haríamos», dijo.

El presidente norteamericano celebró ayer sus primeros 100 días en el Despacho Oval con sendas actuaciones en dos terrenos que ha dominado ampliamente durante todo este tiempo: una asamblea ciudadana en Misuri y una conferencia de prensa nocturna en la Casa Blanca.

Uno y otro formato le han dado a Obama fama mundial de gran comunicador. Eso es algo que ni sus más acérrimos enemigos le discuten hoy. Las encuestan prueban que el presidente convence (seduce) a sus compatriotas más que sus propias políticas.

Desde que asumió el cargo, ha celebrado ya media docena de esas sesiones de preguntas y respuestas con el público en varios de los Estados electoralmente más disputados del país. Ha llevado esa práctica, con éxito similar, a lugares tan remotos como Estrasburgo o Estambul.

Ayer le tocó el turno al rural Misuri, donde Obama perdió el pasado noviembre frente al candidato republicano John McCain por apenas 4.000 votos y donde obtuvo una victoria decisiva sobre Hillary Clinton en las primarias. Es decir, en un Estado que Obama intenta poner de su lado para 2012.

Allí, hizo alusión, precisamente, al origen de su campaña política -«mi campaña echó raíces en sitios como éste»- y recordó el compromiso que intenta mantener desde su actual posición. «Para ustedes es para quien trabajo en la Casa Blanca», dijo. «Sé que me enviaron a Washington porque creen en que hay mejores días por delante y no les voy a decepcionar».

BALANCE POSITIVO

Obama hizo un balance positivo pero no complaciente del trabajo hecho hasta ahora. «Tengo confianza en el futuro, pero no estoy satisfecho con el presente», aseguró.

El presente le es, ciertamente, halagüeño en materia de encuestas -cerca del 62% de aprobación, según la media diaria que elabora la página web Real Clear Politics- y de victorias políticas. Sacó adelante el mayor plan de estímulo económico de la historia, está a punto de sacar su primer presupuesto, cerca de un acuerdo sobre la reforma sanitaria y acaba de asestar un duro golpe a la oposición al ganarse para sus filas al senador Arlen Specter.

Pero el presente le recuerda también cada día los enormes retos que tiene por delante. Una economía todavía en estado depresivo, dos guerras en marcha en Irak y Afganistán y serias amenazas desestabilizadoras en Pakistán, Irán, Oriente Próximo y Corea del Norte.

«Hemos empezado a levantarnos y a quitarnos el polvo de encima», manifestó ayer, «y hemos empezado a trabajar para reconstruir América. Pero tenemos todavía mucho trabajo que hacer porque desde mi primer día en la presidencia estamos haciendo frente a desafíos de una magnitud sin precedentes».

Recordó que retos así no pueden combatirse con las políticas tradicionales y defendió la necesidad de cambios en la raíz. «No podemos atacar esos desafíos con medidas a medias ni con las viejas recetas de siempre. Tampoco se pueden afrontar de forma aislada; exigen una acción audaz y sostenida».

Esa acción es motivo de seria preocupación para sus críticos, que consideran que los primeros 100 días de Obama han puesto al país en la senda hacia el socialismo. Pero parece, de momento, ampliamente reclamada por una población ansiosa de socorro. Un 65% de los norteamericanos, según una encuesta de la agencia Associated Press, confiesa sus dificultades para llegar a final de mes.

Obama es, por ahora, un bálsamo a esa ansiedad. «He escuchado sus historias y quiero llevarme sus voces conmigo a Washington», le dijo ayer a su audiencia en Misuri.

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