(PD).- Cinco de los prisioneros del campo de exterminio de Auschwitz que escribieron sus nombres en un papel y lo guardaron en una botella que fue encontrada recientemente sobrevivieron al holocausto, y tres de ellos viven todavía.
De los ocho prisioneros que anotaron sus nombres, lugar de procedencia y el código asignado -y tatuado en su brazo por los nazis- en ese papel en septiembre de 1944, tres de ellos, dos polacos y un francés, relatan su experiencia al diario Bild.
«Queríamos que quedara algo de nosotros», explica Waclaw Sobczak, un polaco de 86 años. La botella fue descubierta en abril por unos obreros que realizaban reformas cerca del campo de concentración nazi, oculta en una de las paredes del sótano de una escuela.
Sobczak explica que el autor de la nota fue Bronislaw Jankowiak, otro prisionero polaco que sobrevivió al Holocausto, vivió después en Suecia, tuvo cuatro hijos y murió en 1997.
«La vida en el campo era horrible y todos sabíamos que nos podían matar en cualquier momento y sin ningún motivo. Creíamos que nunca sobreviiríamos a ese infierno», apunta.
El diario retrata también al polaco Karol Czekalski y al francés Albert Veissid, el único judío de los ocho hombres de la lista, que entonces tenían entre 18 y 20 años de edad.
Veissid fue liberado del campo de concentración de Buchenwald y vive actualmente en Marsella. Czekalski sobrevivió al exterminio junto a su hermano, aunque sus padres fueron asesinados.
«Nunca pensé que encontrarían nuestra botella. Teníamos mucho miedo de que nos mataran cuando encontraran el mensaje», señala este último. El quinto superviviente de los ocho nombres de la lista, el polaco Stanislaw Dubla, falleció en 1952 en un accidente de tren.
El edificio en el que fue encontrada la botella está en un solar que formó parte de las instalaciones de Auschwitz hace más de 65 años, un centro de muerte donde se estima que perdieron la vida más de un millón de personas, la gran mayoría de ellas judíos.
La botella y su mensaje se expondrán en el centro de visitantes como parte del legado de Auschwitz, el campo de concentración más letal de los que puso en marcha la máquina de muerte de Adolf Hitler.