(PD).- En lo más parecido a la gala de los Oscars en la capital de Estados Unidos, Barack Obama ha participado anoche en la gran cena anual que desde 1920 celebra la asociación de corresponsales ante la Casa Blanca. Y como explica Pedro Rodríguez en ABC, se trata de una tradición muy de Washington que obliga a que el ocupante del despacho oval demuestre sus dotes para la comedia y el buen humor ante miles de periodistas y rutilantes invitados vestidos de «smoking» y traje largo.
Los 100 primeros días de Barack Obama al frente del Gobierno de EE UU han protagonizado horas de televisión, artículos periodísticos y sesudos análisis políticos.
El presidente estadounidense ha ido un poco más allá y ha ofrecido su versión jocosa en la tradicional cena con periodistas que cubren la actualidad de la Casa Blanca. Obama se ha atrevido a bromear sobre los miembros de su propio Ejecutivo, de la antigua Administración e, incluso, sobre él mismo.
En su discurso, Obama ha repartido ironías entre el gobierno anterior y el suyo propio. Según el presidente, durante sus segundos 100 días de gobierno se dedicará a «diseñar, construir y abrir» una biblioteca dedicada a rendir merecido homenaje a sus primeros cien días en la Casa Blanca.
Entre sus logros hasta ahora Obama ha citado el que ningún otro presidente haya propuesto a tres secretarios de comercio tan rápido como él. Los dos primeros se retiraron antes de que el Senado los confirmara en el cargo por problemas varios.
Y ha recalcado que el partido demócrata goza ahora de una nueva energía y atrae caras frescas y nuevas, «como Arlen Specter», un senador de 79 años que lleva en la Cámara Alta desde 1981, y que acaba de abandonar el partido republicano para pasarse al demócrata.
Ante cientos de corresponsales y estrellas de Hollywood, reconoció que la Administración Obama va a tener tanto éxito en este segundo tramo de cien días pero añadió: «seré capaz de completarlos en 72 días y en la jornada 73 descansaré».
El presidente también reiteró su promesa de hablar con los enemigos de Estados Unidos, mientras en las pantallas gigantes del salón de banquetes de un céntrico hotel de Washington se mostraban fotos de Obama reunido en el despacho oval de la Casa Blanca reunido con un clásico pirata de parche en el ojo y garfio.
En referencia a una reciente cumbre iberoamericana y el histriónico afán de protagonismo del líder venezolano Hugo Chávez, Obama dijo que porque el bucanero le hubiese regalado una copia del libro de Peter Pan, eso no significaba que él se lo fuera a leer.
El demasiado hablador vicepresidente Joe Biden, su malhablado jefe de gabinete Rahm Emanuel, los estupendos brazos de su mujer y los divididos republicanos no se han librado de la sorna presidencial con juegos de palabra no siempre fáciles de traducir al español.
Hasta Hillary Clinton tuvo su lugar en el monólogo humorística del presidente de Estados Unidos. Según Obama, la relación con su antigua rival «no podría ser más estrecha». Ya que cuando la ahora secretaria de Estado regresó de su visita México, lo primero que hizo fue darle un abrazo y un gran beso, aconsejándoles una gira inmediata por el epicentro de la nueva gripe.
Como en toda buena representación, Obama alternó bastante risa y un poco de tragedia. Y al final de su discurso recordó las catastróficas dificultades económicas que sufren los medios de comunicación de Estados Unidos y todos los sacrificios impuestos a la profesión periodística.
La velada también contó con la actuación más profesional de la humorista y actriz Wanda Sykes quien destacó la importancia de que Barack Obama sea el primer presidente negro de Estados Unidos, aunque realmente sea «bi-racial» en virtud de su madre de Kansas y su padre de Kenia.
Según Wanda Sykes, todas esas emociones de orgullo racial se van a disipar rápidamente en cuanto el presidente empiece a meter la pata y los negros empiecen a preguntarse: «¿Quién es este medio blanco? ¿Quién votó por el mulato?».
