Kerry, la inusual llave para entrar en el pasillo sirio

Kerry, la inusual llave para entrar en el pasillo sirio

(David Ignatius).- Un mini-avance en las relaciones Estados Unidos-Siria se producía el domingo durante una conversación telefónica entre la Secretario de Estado Hillary Clinton y el Ministro de Asuntos Exteriores sirio Walid Moallem, según fuentes estadounidenses y sirias.

Moallem decía que Siria recibiría una visita de funcionarios del estado mayor estadounidense a Damasco este mes para discutir los esfuerzos conjuntos por estabilizar Irak. A cambio, Clinton prometió desarrollar una “hoja de ruta” conjunta para mejorar las relaciones bilaterales entre Damasco y Washington.

Kerry desempeñó al parecer un importante papel a la hora de romper la fractura entre los dos países, que había empeorado después de que la administración Obama anunciara el mes pasado que renovaba las sanciones contra Damasco bajo la Ley de Responsabilidad Siria. Los sirios venían esperando esa maniobra pero estaban inquietos por un comentario presidencial que acompañaba la renovación, el cual reiteraba el duro lenguaje de la administración Bush diciendo que Siria plantea «una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional, la política exterior y la economía de los Estados Unidos.” Los sirios decían que a menos que ese fuerte lenguaje fuera retirado y la relación bilateral mejorada, no proporcionarían la asistencia en seguridad que el estado mayor quería.

Aquí entra el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.

Según fuentes diplomáticas sirias, Kerry y el Presidente sirio Bashar Assad han venido desarrollando una relación de “respeto y amistad,” incluyendo una larga cena privada entre los dos hombres y sus esposas en el restaurante Narenj de la ciudad antigua de Damasco en donde Kerry estuvo de visita en marzo.

Se rumorea que Kerry habría llamado a Assad en dos ocasiones durante las dos últimas semanas para explorar formas de mejorar las relaciones; al mismo tiempo, hablaba con la Casa Blanca y el Departamento de Estado. En éstas y otras conversaciones, al parecer, el vacío entre los dos países se redujo. La oficina de Kerry no hizo declaraciones.

El resultado de esta mediación fue la conversación cuidadosamente escriturada mantenida el domingo entre Clinton y Moallem. Clinton dijo a su homólogo sirio, «Estamos preparados para debatir con ustedes todos los temas relacionados con las relaciones sirio-americanas,» según la transcripción de la conversación. Estados Unidos prometía «centrar nuestros esfuerzos en forjar un nuevo tipo de relación,» según esta transcripción. No hubo compromiso en el momento en que Estados Unidos enviará un embajador de vuelta a Damasco; el embajador fue retirado tras el asesinato del Primer Ministro libanés Rafik Hariri en el año 2005, un ataque del que muchos libaneses culpan a Siria.

La hoja de ruta hacia unas relaciones mejores será debatida cuando el Senador George Mitchell, enviado especial estadounidense a Oriente Medio, visite Damasco pronto. Será el funcionario estadounidense de mayor rango en visitar Siria desde que las relaciones se congelaran hace entre tres y cuatro años.

El aperturismo de Siria forma parte de un esfuerzo más amplio de acercamiento por parte de la administración Obama en Oriente Medio. El Presidente Obama llevará ese mensaje al corazón del mundo árabe del jueves en un discurso en El Cairo en el que probablemente abordará el deseo de mejores relaciones de América, incluyendo el contacto con adversarios veteranos como Irán o Siria.

El papel de Kerry en todo esto es intrigante por dos motivos: en primer lugar, demuestra que el ex candidato presidencial Demócrata se está creando un papel como jugador de la política exterior – abordando con valentía asuntos que son sensibles en términos políticos y legislativos. En segundo lugar, manifiesta un proceso fluido y creativo de la política exterior en la administración Obama, en el que la gente ajena al círculo íntimo de la Casa Blanca es capaz de llamar la atención del presidente y superar los límites normales.

© 2009, Washington Post Writers Group

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