«El efecto Obama está narcotizando a la opinión pública estadounidense»

"El efecto Obama está narcotizando a la opinión pública estadounidense"

(Caroline Glick).- «¿Podría haber finalmente algo en todo lo que se dice de un efecto Obama? ¿Un efecto soterrado quizá?» Eso planteaba Helene Cooper, la corresponsal diplomática del New York Times en un análisis informativo de las masivas protestas contra el régimen de Irán publicado en la edición del domingo.

Ocho días tardó el Presidente estadounidense Barack Obama en difundir una declaración clara de apoyo a los millones de manifestantes pro-libertad de todo Irán que arriesgan sus vidas para oponerse a la tiranía de los mulás. Y tras ocho días de vacilación y evasivas apoyando en la práctica así al dictador Ali Jamenei frente a las multitudes concentradas en la calle, la tan esperada declaración de Obama no fue particularmente contundente. No ofrecía apoyo estadounidense de ningún tipo los manifestantes. En realidad es difícil saber quien hace su declaración, dado que el Presidente estadounidense hablaba principalmente como estadounidense.

Advertía a Jamenei y Mahmoud Ahmadinejad y similares, cuyos matones tienen en la actualidad órdenes de apalear, detener y asesinar a los manifestantes, que «el mundo está vigilando… Si el gobierno iraní aspira al respeto de la comunidad internacional, tendrá que respetar la dignidad de su propio pueblo y gobernar a través del consentimiento, y no de la coacción.»

Según varios blogueros occidentales destacados con relación directa con los manifestantes, la declaración de Obama despertó muy poco aprecio y rabia entre los manifestantes.

Pero tal como lo ve Cooper, los manifestantes deben su capacidad de oponerse al régimen que acaba de robarles las elecciones y que ha anulado durante 30 años sus derechos humanos más básicos a Obama y un supuesto «efecto Obama.» Sin ofrecer ninguna prueba para su tesis e ignorando el historial público de sucesos que apuntan a lo contrario, Cooper afirma que se debe a la disposición de Obama a aceptar la legitimidad de la tiranía religiosa de Irán que los manifestantes se sintieran con autoridad para oponerse a su régimen. Si no hubiera sido por Obama, y su adopción del apaciguamiento como su principio director central para tratar con Jamenei y Ahmadinejad y similares, en lo que a Cooper respecta, el pueblo nunca habría salido a la calle a protestar.

Según esta forma de ver las cosas, América es tan despreciada por los iraníes que la única forma de que se revuelvan contra su régimen es que crean que América es aliada de su régimen. Según esta línea de razonamiento, la única forma en que Estados Unidos puede liderar es por ejemplo negativo – que el mundo en su sabiduría lo rechace. Mientras que el análisis de Cooper no proporciona ninguna prueba de que las políticas de Obama hacia los ayatolás hayan tenido algún impacto sobre los citados sucesos que se desarrollan ahora por todo Irán, sí deja claro que el denominado efecto Obama es un fenómeno real. Sólo que no se trata del fenómeno del que ella afirma que se trata.

EL VERDADERO EFECTO OBAMA sobre los asuntos del mundo está relacionado con la disposición sin precedentes de los medios estadounidenses a desentenderse de los deberes básicos de una prensa libre, decantándose por actuar como propagandistas del presidente. Desde Cooper – que simula que la mano tendida sin reciprocidad por Obama a los mulás es lo que movió a los manifestantes – hasta el editor de Newsweek Evan Thomas, que a principios de este mes se refería a Obama como «una especie de Dios» sin rastro de ironía, los medios estadounidenses se han movilizado para atender las necesidades del presidente. Es difícil pensar en un ejemplo transcurrido durante la historia americana en el que los medios de la democracia más importante del mundo hayan sacrificado tan abiertamente sus responsabilidades más básicas de informar para actuar como acólitos del jefe ejecutivo. Franklin Delano Roosevelt disfrutaba de la atención de los medios, pero también se enfrentó a presiones mediáticas que le obligaron a tomar medidas de las que no era partidario. El mismo fue el caso de John F. Kennedy. Los medios de comunicación estadounidenses de referencia hoy no ejercen ninguna presión sobre Obama.

A principios de este mes, el presentador de los informativos de la NBC Brian Williams rendía pleitesía a Obama dándole las buenas noches en la Casa Blanca. El miércoles, ABC News dedica un día entero de programación a impulsar el polémico plan de Obama de nacionalizar la sanidad. Sus dos principales espacios informativos serán emitidos desde la Casa Blanca. Good Morning America incluirá una entrevista con Obama, y los otros tres programas estrella de la ABC dedicarán una programación especial a su programa de reforma sanitaria. Por otra parte, la ABC se ha negado en redondo a las peticiones Republicanas del derecho de réplica a las posturas de Obama. La cadena también se ha negado a vender espacio publicitario a los Republicanos y a los demás contrincantes de Obama para ofrecer opiniones alternativas a sus planes. El comportamiento de los medios ha sido observado por cadenas como la Fox y el grupo de medios informativos estadounidenses que no forman parte del ramo de Obama. Pero las repercusiones del efecto Obama en la política estadounidense y el mundo han sido en gran medida pasadas por alto.

LA REPERCUSIÓN MÁS IMPORTANTE de la información propagandística de los medios de comunicación estadounidenses es que se niega a la opinión pública estadounidenses la capacidad de comprender los acontecimientos que se desarrollan. Vea por ejemplo el resumen que hacía The New York Times del sermón de Jamenei el pasado viernes en el que en la práctica declaraba la guerra a los manifestantes. Como señalaba Russell Berman en el blog Telos el sábado, la crónica del Times fue engañosamente selectiva. El Times no mencionaba que Jamenei achacó los sucesos acaecidos a una conspiración sionista que sostiene controla los Estados Unidos. De igual manera no mencionó su larga diatriba contra los Estados Unidos a cuenta de la incursión del FBI en el rancho davidiano de David Koresh en 1993 en Waco, Texas. Si el Times – y los demás medios de información – hubieran hecho adecuadamente la crónica del discurso de Jamenei, habrían dejado claro a sus lectores que no se trata de un pensador racional. Su opinión de los sucesos del mundo está profundamente distorsionada por los odios y los prejuicios y la paranoia. Pero entonces, si a los lectores del Times se les hubiera permitido saber exactamente cuáles son las demenciales visiones del mundo de Jamenei, podrían llegar a la conclusión de que el acusado deseo de Obama de sentarse con él, y su constante cortejo al «líder supremo» de Irán, resultan contraproductivos y son desastrosos. Podrían llegar a la conclusión de que es imposible lograr una coincidencia en la forma de ver el mundo con un hombre que llama «imbéciles» a los estadounidenses y que lidera a sus subordinados en los cánticos de «Muerte a América,» «Muerte a Gran Bretaña» y «Muerte a Israel.»

Y si llegaran a estas conclusiones, ¿cómo se puede esperar que Obama tenga algún impacto? El domingo, Cooper argumentaba que Obama ha alterado el rumbo de la historia en Irán simplemente por ser presidente de los Estados Unidos. Según sus propias palabras, partidarios anónimos de Obama afirman que «la simple elección de Barack Obama en los Estados Unidos ha galvanizado a los reformistas en Irán para exigir el cambio.» Y el poder de Obama como presidente para cambiar el mundo no se limita a Irán. En lo que respecta a sus sirvientes en los medios de comunicación, su «simple elección» es responsable de todo lo positivo que ha sucedido en Estados Unidos y por todo el mundo desde el pasado noviembre.

TÓMESE LA DERROTA DE HIZBULAH en las elecciones parlamentarias del Líbano hace dos semanas. En lo que respecta a los medios estadounidenses, fue el discurso de Obama al mundo musulmán el 4 de junio lo que hizo que los libaneses respaldasen el abanico de candidatos anti-sirios de la formación del 14 de Marzo. No importa que su discurso – que no condenó por ninguna parte a Irán por su patrocinio del terrorismo y su programa de armamento nuclear – reforzara en la práctica la postura de Hizbulah al demostrar que Estados Unidos no iba a tomar ninguna medida contra sus amos iraníes. En lo que respecta a los medios estadounidenses, Obama ganó las elecciones para los rivales pro-occidentales del Hizbulah.

Pero esto no es cierto. Según los datos electorales reales, lo que decantó el equilibrio en favor del bando de Saad Hariri fue el fracaso del líder cristiano aliado de Hizbulah Michel Aoun a la hora de convencer a la minoría cristiana del Líbano de consentir la toma de control del país por parte de Hizbulah. Y los votantes cristianos libaneses no rechazaron a Hizbulah porque Obama sea Presidente de los Estados Unidos. Rechazaron a Hizbulah porque el patriarca cristiano maronita Nasralah Sfeir les advirtió la víspera de las elecciones de que «Tenemos que estar atentos a los planes que se hacen en torno a nosotros y frustrar los acusados esfuerzos que, de tener éxito, cambiarán el aspecto de nuestro país.»

MIENTRAS LOS PARTIDARIOS DE OBAMA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ESTADOUNIDENSES están seguros de que «la simple elección» de Obama es responsable de cada suceso positivo acaecido en la escena mundial, están igualmente seguros de que no tiene absolutamente ninguna responsabilidad de los sucesos negativos que han sucedido hasta la fecha bajo su presidencia.

Por ejemplo, el hecho de que Corea del Norte eligiera escalar su política nuclear en la cuerda floja poco después de que Obama fuera investido con la promesa de apaciguar a Pyongyang se considera irrelevante. El hecho de que haya ordenado profundos recortes en los presupuestos de defensa balística estadounidense al mismo tiempo que Corea del Norte prueba misiles de largo alcance y una bomba atómica, y de que haya mantenido estos recortes a pesar de los planes anunciados de Corea del Norte de lanzar un misil contra suelo estadounidense el 4 de Julio han pasado en gran medida desapercibidos. Además, los medios estadounidenses se dieron prisa en celebrar la reciente resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas contra Corea del Norte que pide inspecciones de los buques norcoreanos sospechosos que viajan por aguas internacionales como un gran logro de Obama. Pero olvidaron informar a la opinión pública de que la resolución carece de cualquier mecanismo de implementación. En consecuencia, el USS John McCain, que hoy está siguiendo a un buque norcoreano sospechoso de transportar misiles balísticos, carece de la autoridad para interceptar el buque e inspeccionar el cargamento.

NUESTRO MUNDO HOY ES COMPLEJO y está lleno de peligros. Parte de estos peligros son nuevos, y parte son antiguos. Todos merecen un debate serio.

En las sociedades libres, la principal responsabilidad de los medios de comunicación es informar de los sucesos actuales a la opinión pública, situar esos acontecimientos dentro de un contexto histórico para permitir que la opinión pública comprenda el cómo y el porqué de los acontecimientos, y presentar a la opinión pública las opciones para seguir adelante. Es a causa del histórico papel de los medios en el mantenimiento y el fomento de un debate formado y público en torno a los sucesos que tienen lugar que se convirtieron en el vigilante de la democracia. Cuando los medios no cumplen sus responsabilidades básicas, degeneran rápidamente en contratistas de la democracia. Una opinión pública no informada es incapaz de tomar el tipo de decisiones que se esperan de los ciudadanos libres. Obama y sus incondicionales de los medios pretenden hacernos creer que hablando de valores estadounidenses y al distinguir entre amigos y enemigos George W. Bush encolerizó al mundo con América. Quizá haya cierta verdad en esta afirmación. Quizá no.

Lo que no consideran es que al reverenciar a tiranos, Obama ha convertido a Estados Unidos en la comidilla internacional. Lejos de compartir su adulación a Obama y su frío comportamiento, la mayor parte de las naciones del mundo creen que Estados Unidos ha abandonado su papel de liderazgo y al contrario que los medios estadounidenses, ellos sí se dan cuenta de que América no tiene suplente.

Desafortunadamente, a menos que el efecto Obama pase pronto, para cuando el pueblo estadounidense sea consciente de este hecho puede ser demasiado tarde para suponer alguna diferencia.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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