Obama ‘resetea’ las relaciones con Moscú

Obama 'resetea' las relaciones con Moscú

(David ignatius).- La administración Obama ha hablado de «resetear» las relaciones ruso-norteamericanas. Pero un analista ruso se encoge de hombros cuando es preguntado por el término. «¿Qué es lo que sucede cuando se aprieta el botón de reseteo de un ordenador?» reflexiona. «Se apaga, y después de un tiempo la misma pantalla de antes vuelve a aparecer.»

Esos comentarios escépticos ofrecen la perspectiva correcta de la visita del Presidente Barack Obama a estas tierras, que arranca el lunes. Tanto los rusos como los estadounidenses quieren evitar un fracaso, y es probable que la cumbre concluya con una «comisión exploratoria» conjunta y otros acuerdos modestos. Pero ninguna de las dos partes está dispuesta a abordar los motivos de preocupación fundamentales de la otra en torno a la seguridad. Y hasta que eso cambie, el reseteo de esta semana se traducirá en más de lo mismo — y puede que hasta en un nuevo sobresalto.

Los líderes soviéticos vienen hirviendo de rabia desde el colapso de la Unión Soviética en 1991. Un alto consejero del Kremlin aireaba una letanía de quejas ante un grupo de visitantes occidentales: Rusia necesitó de la ayuda estadounidense durante el caos de la década de los 90, pero nunca vino; Rusia intentó ayudar a América tras el 11 de septiembre 2001, pero, afirmaba él, los desagradecidos Estados Unidos ayudaron a los terroristas musulmanes de Chechenia dándoles pasaportes y dinero; Rusia quiso cooperar en materia de seguridad, pero la administración Bush impuso la ampliación de la OTAN hasta las fronteras de Rusia y planeó construir baterías de defensa balística en la cercana Polonia y la República Checa.

«América está en deuda con Rusia, y le debe bastante, y tiene que cancelar sus deudas,» se despachaba este importante consejero del Presidente Dmitry Medvedev y el Primer Ministro Vladimir Putin. Su mensaje era que las pasadas acciones de América habían amenazado la seguridad de Rusia, y que el Kremlin no lo iba a olvidar.

Teniendo en cuenta lo que entienden como desprecio estadounidense hacia sus intereses, los rusos se hacen los remolones con los temores estadounidenses en materia de seguridad como el programa nuclear iraní. «Irán es una manía estadounidense,» dice con desprecio otro consejero de Putin. «Puede que se remonte a vuestros temores a los indios (del salvaje Oeste). No lo sabemos. Irán es un problema vuestro, no nuestro.»

Lo que brilla por su ausencia es un verdadero diálogo estratégico que pudiera destacar los intereses relevantes de cada bando y permitir cierto intercambio creativo. «La agenda rusa está compuesta en gran medida de un grupo de negativos — cosas que ellos no quieren que hagamos,» explica Tom Graham, un antiguo experto en Rusia del Departamento de Estado que ahora trabaja para Kissinger Associates. La agenda de América es una lista parecida de «cosas que no hay que hacer,» dice Graham. «No se puede construir una relación a largo plazo basada en puntos negativos.»

La cumbre de este verano por lo menos romperá el hielo. Obama se reunirá por separado con Medvedev, el líder nominal del país, y con Putin, el ex presidente que sigue teniendo el poder real. La postura del Kremlin hacia Obama es, «Vamos a poner a prueba al tipo, veamos lo que sabe hacer,» dice el consejero de Putin.

La administración Obama ya ha dejado claro que no va a negociar en los asuntos que más preocupan a Rusia. «No vamos a garantizar ni ceder ni cambiar… nada con los rusos en relación a la ampliación de la OTAN o la defensa balística,» decía al Wall Street Journal Michael McFaul, ayudante de la Casa Blanca. Los rusos vienen enviando señales negativas parecidas.

Privada de su posición de superpotencia, Rusia arrastra una considerable sensación de agravio que la hace saltar a la mínima. La gente aquí habla con frecuencia de su sensación de «humillación.» Un empresario multimillonario, por ejemplo, me cuenta que Rusia retiró su solicitud de ingreso en la Organización Mundial de Comercio porque «El Sr. Putin decidió que ello humillaría a Rusia.» El importante consejero del Kremlin dice que Ucrania importa a Moscú porque los rusos étnicos de allí increpan, «¿Cuándo vais a detener nuestra humillación?»

«Entramos en un periodo de las relaciones ruso-estadounidenses que es más peligroso que el que lo precede,» advierte Iván Krastev, un búlgaro que encabeza el Centro de Estrategia Liberal, que organizó una conferencia la pasada semana en torno a estos asuntos. Él advierte: «Aquí, el antiamericanismo es un recurso institucional. Deberíais haceros a la idea.»

Esto es lo que sucede cuando los imperios se derrumban. La tensión quedó enmascarada tras la caída de la Unión Soviética, pero ha vuelto. El periodista ruso Valery Fadeev subraya la naturaleza existencial de la rabia rusa cuando cita unas declaraciones que hizo Putin el año pasado en torno a que «Rusia volverá al grupo de naciones líderes del mundo o desaparecerá.»

Los trucos de Obama no van a solucionar estos problemas. Un reseteo real de las relaciones ruso-estadounidenses exigirá un intenso debate, y cierto toma y daca serio. Los dos países tendrán que abordar las inquietudes del otro.

América se dio el lujo de dar por sentado a Rusia durante los años posteriores a 1991, pero ahora eso es más arriesgado: Rusia es un oso herido y debilitado, pero sigue siendo capaz de causar daños importantes. Ignorar al oso y esperar que se marche no es una estrategia.

© 2009, Washington Post Writers Group

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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