Está ubicado en el mar de Filipinas, a 1.700 kilómetros de Tokio

Okinotorishima: Por qué Japón ha invertido más de 600 millones de dólares en un pequeño atolón y qué lo relaciona con España

Comenzó como un diminuto arrecife de coral que, durante siglos fue ignorado por muchos, hasta que Japón decidió hacer una visionaria inversión que lo ha puesto incluso en la mira de China

Okinotorishima: Por qué Japón ha invertido más de 600 millones de dólares en un pequeño atolón y qué lo relaciona con España

Okinotorishima, conocida en Japón como isla Okinotori, es un arrecife de coral con solo dos rocas diminutas que se encuentra en medio del Pacífico.

A pesar de su escasa extensión y muy visible poca utilidad e importancia, curiosamente Japón ha gastado, en los últimos 40 años, más de 600 millones de dólares para mantener este atolón.

Tiene una superficie de 7,65 km², el atolón Okinotori está ubicado sobre el Mar de Filipinas, a medio camino entre Taiwán y el territorio estadounidense de Guam.

En 1931, Tokio lo declaró como suyo, ante la poca importancia que le daban otros países.

Para esa fecha, era un arrecife de coral de 8.482 metros cuadrados, conformados casi en su totalidad por la laguna de agua marina creada por la barrera, y por dos islotes de piedra diminutos.

Pero ahora, todo ha cambiado. Japón construyó un islote artificial y una plataforma de 100 metros de largo por 50 de ancho, que funciona como estación de investigación.

¿Qué lo relaciona con España?

Okinotorishima fue descubierto por exploradores españoles en el siglo XVI. De hecho, existe un debate sobre si el primero en descubrirlo fue Bernardo de la Torre en 1543 o Miguel López de Legazpi en 1565.

El primer nombre con el que fue bautizado fue «Parece Vela», que hacer referencia a la forma del atolón.

En ese momento los españoles no lo registraron y siguieron su curso ya que, no vieron mucha importancia debido a su poca extensión.

Dos siglos más tarde llegaron los británicos. Así fue como llegó el capitán William Douglas, que lo avistó a bordo del buque Iphigenia, lo bautizó Arrecife Douglas.

Dede ese momento, nadie volvería a prestarle demasiada atención hasta la llegada de los japoneses.

Fue entonces cuando Japón, proyectó su inversión a largo plazo para mantener a flote el atolón, cada vez más amenazado por la erosión marina.

Fue así como Tokio reforzó la barrera de coral con placas de acero y de concreto, y erigió el islote artificial y la estación de investigación, que están sometidas al permanente asecho de los tifones y que por eso requieren un mantenimiento continuo.

¿Por qué Japón ha invertido tanto en Okinotorishima?

Esta enorme inversión de Japón no agrada a China, ya que el área contiene ricas zonas de pesca, depósitos enormes de petróleo y otros recursos energéticos, como metales raros.

Por esta razón, la denominación de ‘isla’ viene siendo cuestionada por China y otros países. Pekín ha señalado que Okinotorishima son rocas y no islas como se les llama. Alega que es un sitio inhabitable y no deberían ser usadas por Japón para expandir su zona económica exclusiva.

Pero, ¿Qué dice las Naciones Unidas al respecto?

Sobre las leyes marítimas, se define una isla como “un área de tierra formada naturalmente, rodeada de agua, y que está sobre el agua durante la marea alta”. La convención también establece que “las rocas que no puedan sostener la habitabilidad humana o la vida económica por sí mismas no tendrán una zona económica exclusiva”.

Es por ello, que desde 1980, Japón ha estado colocando islas artificiales con miles de toneladas de arena y cemento, evitando en todo momento que los lechos de coral existentes desaparezcan debajo del océano.

De hecho, un tercer islote está cubierto por una red de titanio para protegerlo de la fuerza del mar. Además, construyó un observatorio de tres pisos, donde se realiza un seguimiento de los barcos en el área y recoge datos de la zona.

 

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Autor

Yéssica Salazar

Licenciada en Comunicación Social, mención Periodismo. Con Máster en Gerencia y Tecnologías de la Información. Con infinito amor por el periodismo y los medios audiovisuales que me han permitido conocer nuevos senderos, diferentes y desconocidos.

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