En conversación con el gamer y streamer Adin Ross, el ex presidente y actual candidato presidencial republicano aseguró que no tenía información secreta sobre el posible ataque, pero insistió en que sus fuentes eran fiables.
«Estoy escuchando que va a haber un ataque esta noche por parte de Irán; Israel va a ser atacado esta noche», declaró Trump, reafirmando su postura de que, bajo su presidencia, tales amenazas no habrían ocurrido. «Si yo fuera el presidente nadie estaría siquiera diciendo esa palabra (ataque), porque eso no pasaría. Al 100 por 100 por ciento», añadió.
Ni Estados Unidos ni Israel han declarado públicamente estar anticipando un acto de represalia por parte de Irán, lo que plantea serias dudas sobre la veracidad y la responsabilidad de las afirmaciones de Trump. Este tipo de declaraciones no solo generan alarma sino que también pueden exacerbar una situación ya de por sí tensa. La responsabilidad de un líder es vital en momentos de crisis, y la utilización de rumores para hacer campaña política es una táctica cuestionable que puede tener consecuencias peligrosas.
El contexto en el que se desarrollan estas declaraciones es especialmente volátil. Irán amenaza con responder al asesinato en Teherán del líder de Hamas Ismail Haniyeh, del cual culpan a Israel.
Este acto podría desencadenar una serie de ataques por parte de las milicias regionales que Irán ha armado durante décadas. Un antecedente claro es el ataque de abril, cuando tras un ataque israelí contra la embajada iraní en Siria, Irán lanzó una ofensiva masiva que fue parcialmente interceptada, pero que demostró la capacidad de respuesta iraní.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha dejado claro que Israel está preparado para cualquier escenario, mientras que el Pentágono ha movilizado importantes activos militares a la región.
Esta preparación y las gestiones diplomáticas, como el viaje del ministro de Asuntos Exteriores de Jordania a Irán, reflejan un esfuerzo por evitar una escalada mayor, aunque la situación en Gaza y los recientes asesinatos de altos comandantes de Hezbollah y Hamas siguen elevando las tensiones.
En Israel, la población se prepara para lo peor, con refugios antiaéreos listos y una sensación de inminente conflicto. Los recientes ataques en Tel Aviv y Gaza, que han resultado en múltiples víctimas, subrayan la fragilidad de la situación. En Gaza, la devastación de ataques israelíes contra supuestos centros de comando de Hamas, que han dejado decenas de muertos y heridos, incluyendo niños, añade otra capa de horror a un conflicto ya prolongado.
Las declaraciones de Trump, lejos de aportar soluciones, parecen alimentar la división y el miedo. En tiempos tan críticos, lo que se necesita es liderazgo responsable, diplomacia efectiva y un compromiso genuino con la paz. La instrumentalización de rumores y la retórica incendiaria solo sirven para complicar aún más una situación ya desesperada. La comunidad internacional debe centrar sus esfuerzos en desescalar las tensiones y buscar una resolución pacífica que evite una guerra regional con consecuencias catastróficas.