La nación asiática vivió una noche de gran tensión y caos

Fracasa la ‘Ley Marcial’ impuesta por el presidente de Corea del Sur

El sol aún no se había ocultado sobre Seúl cuando el país vivió una sacudida política que muchos creían enterrada en su historia.

Yoon Suk-yeol
Yoon Suk-yeol. PD

Este martes 3 de diciembre de 2024, Corea del Sur vivió una jornada de tensión y drama político sin precedentes en su historia reciente.

El presidente Yoon Suk-yeol sorprendió a la nación y al mundo al declarar la ‘ley marcial’, una medida no vista en el país desde hace más de 40 años.

La medida agitó el panorama político y social que culminaría en un giro inesperado antes del amanecer.

Esa misma tarde, con gesto firme, Yoon apareció en televisión nacional anunciando la medida. La explicación oficial fue directa: proteger el «orden constitucional democrático» frente a supuestas «fuerzas pronorcoreanas».

Sin embargo, para una ciudadanía acostumbrada a los matices de la democracia, las palabras sonaron huecas.

En cuestión de minutos, las calles en torno al Parlamento comenzaron a llenarse de manifestantes al grito de «¡No a la ley marcial!».

Las imágenes que parecían sacadas de un capítulo oscuro de décadas pasadas. Efectivos militares rodearon el edificio legislativo, sus vehículos bloquearon los accesos, y las sirenas de la policía resonaron sobre la marea de carteles. Dentro, diputados de la oposición y del oficialismo se apresuraron a organizarse para repudiar lo que consideraban un golpe al sistema democrático.

El caos alcanzó su clímax cuando los soldados entraron al Parlamento.

Por un momento, el hemiciclo, símbolo de la soberanía popular, fue escenario de confusión. En medio del tumulto, los legisladores lograron una pequeña victoria: desalojaron a las tropas y retomaron la sesión para aprobar una resolución que bloqueaba la medida del presidente. Pero la tensión no disminuyó; Además, los manifestantes mantenían la presión mientras la incertidumbre flotaba en el aire.

Fracasa la Ley marcial

Apenas unas horas después, cuando el reloj marcaba la medianoche, llegó un anuncio inesperado. De nuevo frente a las cámaras, Yoon, con un tono menos desafiante, aseguró que revocaría la ley marcial. Lo hizo tan rápido como la había impuesto, dejando atónitos tanto a sus detractores como a sus aliados.

La multitud frente al Parlamento se estalló en celebraciones, pero el sabor de la victoria se mezclaba con el escepticismo. “Esto no termina aquí”, gritaban algunos manifestantes. Muchos exigían no solo la retirada de las tropas, sino también la renuncia del presidente.

En los días anteriores, la relación entre el gobierno de Yoon y el Parlamento, controlado por la oposición, había alcanzado niveles críticos. Desde la derrota oficialista en las elecciones legislativas de abril, el mandatario se enfrentaba a un muro de trabajos que minaban su capacidad de gobernar. La tensión escaló hasta este dramático episodio, que algunos analistas ya califican como la mayor crisis institucional en la historia reciente del país.

La ley marcial, última herramienta de un presidente acorralado, se transformó en un bumerán político. Incluso algunos aliados de Yoon, como varios dirigentes del oficialista Partido del Poder Popular, expresaron su rechazo a la medida.

Con la revocación de la ley, el país regresa a un frágil equilibrio, pero las heridas de esta jornada quedarán abiertas por mucho tiempo. En un escenario de polarización extrema, la pregunta que muchos surcoreanos se hacen ahora es si el presidente podrá sobrevivir políticamente a este episodio o si los ecos de esta noche marcarán el fin de su mandato.

Para quienes estuvieron en las calles esa noche, la revocación no fue suficiente. «No es solo la ley marcial», decía un joven manifestante con una bandera atada al cuello como capa. «Es el sistema que se está rompiendo».

Las luces de Seúl seguían brillando al amanecer, pero la sombra de una crisis no tan lejana aún se cernía sobre la ciudad. La democracia surcoreana, puesta a prueba una vez más, demostró que la resistencia de su gente es su mayor baluarte.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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