El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado un giro inesperado a la política exterior estadounidense al anunciar el inicio de conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania en Arabia Saudita.
Esta iniciativa unilateral ha generado inquietud tanto en Kiev como en las capitales europeas, que temen quedar al margen de las negociaciones.
Según fuentes cercanas a la administración Trump, el secretario de Estado Marco Rubio, el asesor de seguridad nacional Mike Waltz y el enviado para Oriente Medio Steve Witkoff viajarán a Arabia Saudita en los próximos días para reunirse con representantes rusos y ucranianos.
El objetivo declarado es poner fin a casi tres años de conflicto armado en Ucrania.
La iniciativa surge tras una llamada telefónica entre Trump y el presidente ruso Vladimir Putin el pasado miércoles, en la que ambos líderes acordaron iniciar negociaciones «de inmediato».
Trump calificó la conversación como «profunda y significativa», asegurando que están «en camino de lograr la paz».
Sin embargo, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy ha expresado su preocupación por la posibilidad de que se alcancen acuerdos sin la participación de Ucrania.
«Como país soberano, simplemente no podremos aceptar ningún acuerdo sin nosotros», declaró Zelenskyy, añadiendo que era «desagradable» que Trump se hubiera puesto en contacto primero con Putin.
La exclusión de los aliados europeos de las conversaciones iniciales también ha causado malestar.
El enviado especial de Trump para Ucrania y Rusia, Keith Kellogg, confirmó que Europa no tendrá «un asiento en la mesa» durante las negociaciones, lo que ha intensificado los temores de que se alcance un acuerdo que no tenga en cuenta los intereses de seguridad europeos.
En respuesta a esta situación, los líderes europeos están organizando una cumbre de emergencia sobre Ucrania. El primer ministro británico, que se espera que asista, ha calificado el momento como «una oportunidad única en una generación para nuestra seguridad nacional».
Concesiones y promesas incumplidas
Una de las principales preocupaciones de Ucrania y sus aliados es que Trump pueda hacer concesiones significativas a Rusia para lograr un acuerdo rápido.
El presidente estadounidense ya ha sugerido que es «poco probable» que Ucrania recupere gran parte de su territorio ocupado por Rusia, lo que ha alarmado a Kiev.
Yuliia Kazdobina, analista del think tank Ukrainian Prism, expresó su escepticismo sobre las intenciones de paz de Rusia:
«Hemos pasado por numerosos años de negociaciones con la parte rusa. Sabemos que Rusia es muy engañosa; pueden parecer amistosos, pero cuando se trata de hacer concesiones reales y establecer la paz, nunca… hacen concesiones».
La historia reciente respalda estas preocupaciones. En 1994, Ucrania acordó renunciar a su arsenal nuclear a cambio de garantías de EE.UU., Reino Unido y Rusia para respetar su soberanía e integridad territorial.
Sin embargo, Rusia anexó ilegalmente Crimea en 2014 y, a pesar de firmar un acuerdo de alto el fuego en 2015, lo violó repetidamente, culminando con la invasión a gran escala de Ucrania en 2022.
Perspectivas militares y diplomáticas
Mientras se preparan las conversaciones de paz, la situación en el terreno sigue siendo tensa.
Rusia ocupa aproximadamente una quinta parte del territorio ucraniano y ha exigido que Kiev ceda territorio y adopte una postura de neutralidad permanente como parte de cualquier acuerdo de paz.
Por su parte, Ucrania insiste en la retirada de las fuerzas rusas de los territorios ocupados y busca la membresía de la OTAN o garantías de seguridad equivalentes.
El presidente Zelenskyy ha advertido que Putin podría estar buscando un alto el fuego temporal que permita a Rusia reorganizar sus fuerzas y evadir sanciones.
«Deseamos la paz enormemente», afirmó Zelenskyy, «pero nuestras posibilidades de supervivencia sin la ayuda de EE.UU. son muy bajas».
La postura de Trump de cuestionar las aspiraciones de Ucrania a la OTAN y sugerir que es improbable que Kiev recupere todo su territorio ha generado alarma entre los aliados.
La jefa de política exterior europea, Kaja Kallas, calificó cualquier solución rápida como un «acuerdo sucio» y rechazó las aparentes concesiones ofrecidas de antemano:
«¿Por qué les estamos dando todo lo que quieren incluso antes de que hayan comenzado las negociaciones? Es apaciguamiento. Nunca ha funcionado».
La comunidad internacional observa con atención el desarrollo de los acontecimientos.
El Kremlin se ha declarado «impresionado» por la posición de Trump, mientras que los aliados europeos buscan desesperadamente asegurar su participación en las conversaciones.
El jefe de la OTAN, Mark Rutte, ha enfatizado que Europa debe presentar «propuestas sólidas» para lograr la paz en Ucrania si desea participar en las discusiones lideradas por EE.UU.
Francia se prepara para albergar una cumbre especial sobre el conflicto, a la que se espera que asista el primer ministro polaco Donald Tusk.
En este contexto de incertidumbre diplomática, la posibilidad de un encuentro entre Trump y Putin en Arabia Saudita en un futuro próximo añade una nueva dimensión a la situación.
El resultado de estas negociaciones podría redefinir el equilibrio de poder en Europa del Este y tener repercusiones globales.