CANADÁ ENFRENTA UN NUEVO CICLO POLÍTICO

Mark Carney: el exbanquero que desafía la política canadiense impulsado por el «efecto Trump»

Exbanquero y economista, gana las elecciones en Canadá y asume el reto de liderar ante el auge trumpista y un país dividido

Mark Carney: el exbanquero que desafía la política canadiense impulsado por el "efecto Trump"

Hoy, 30 de abril de 2025, Canadá despierta bajo el liderazgo de Mark Carney, un nombre que hasta hace unos meses resonaba principalmente en círculos financieros globales y que ahora marca el inicio de una nueva era política. El ascenso de Carney es resultado de una serie de acontecimientos inesperados: la crisis interna del Partido Liberal, el desgaste del gobierno de Justin Trudeau y un entorno internacional marcado por el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Este contexto, sumado al descontento social por el aumento del coste de la vida y la presión migratoria, allanó el camino para que un tecnócrata sin experiencia parlamentaria llegara al poder en Ottawa.

Carney no es un político tradicional. Su perfil destaca por una sólida formación académica —estudió en Harvard y se doctoró en Oxford— y una carrera meteórica en las finanzas internacionales. Su paso por Goldman Sachs, su liderazgo durante la crisis financiera global como gobernador del Banco de Canadá y posteriormente como gobernador del Banco de Inglaterra durante el Brexit lo han convertido en una figura respetada tanto dentro como fuera del país. Pero más allá del currículo, su llegada al poder simboliza la búsqueda desesperada de estabilidad y pragmatismo frente a los desafíos internos y externos que amenazan la cohesión canadiense.

Del anonimato político al centro del escenario

La historia reciente recuerda que hasta diciembre pasado Mark Carney era prácticamente un desconocido para buena parte del electorado. Nacido en los Territorios del Noroeste y criado en Edmonton, su origen modesto contrasta con la élite política tradicional. Sin embargo, cuando el Partido Liberal se rebeló contra Trudeau tras años de desgaste político, los liberales vieron en Carney una figura capaz de restaurar confianza y proyectar competencia técnica frente a los retos económicos.

Las encuestas favorecían ampliamente al líder conservador Pierre Poilievre, pero la narrativa cambió rápidamente con la candidatura de Carney. En apenas cinco meses logró dar la vuelta a unas expectativas electorales que parecían inamovibles. Su discurso se centró en tres ejes:

  • Restablecer la estabilidad económica ante una inflación persistente.
  • Defender la soberanía canadiense frente a las presiones externas, especialmente desde Washington.
  • Ofrecer una imagen de unidad nacional ante las tensiones separatistas latentes en Alberta y Quebec.

Su victoria electoral fue tan inesperada como contundente, evidenciando lo que algunos analistas ya llaman el «efecto Trump»: una movilización social reactiva ante los temores al populismo estadounidense y a la incertidumbre geopolítica.

Un banquero forjado en crisis

El historial profesional de Carney está marcado por su papel clave durante dos momentos críticos: la Gran Recesión de 2008 y el Brexit británico. Como gobernador del Banco de Canadá supo navegar las turbulencias financieras minimizando el impacto sobre la economía nacional; como gobernador del Banco de Inglaterra fue pionero al convertirse en el primer extranjero en dirigir esa institución centenaria, gestionando con pragmatismo los vaivenes políticos tras el referéndum europeo.

En ambos escenarios demostró temple bajo presión y capacidad para tomar decisiones impopulares pero necesarias. Esta reputación lo ha acompañado hasta su salto a la política activa: “Sé cómo gestionar una crisis y estoy listo para liderar”, afirmó tras conocerse su victoria electoral. Su esposa, la también economista Diana Fox Carney, subraya esa serenidad: “Afrontar retos es una de las características que definen a Mark”.

Sin embargo, su paso por Goldman Sachs y su fortuna personal han sido objeto de críticas durante la campaña. Los conservadores cuestionaron sus vínculos empresariales, especialmente tras el traslado reciente de Brookfield Asset Management a Nueva York. Carney respondió depositando sus activos en un fideicomiso ciego para evitar conflictos de intereses.

El reto Trump y los desafíos domésticos

El mayor desafío externo para Carney será gestionar la relación con Estados Unidos bajo el renovado mandato de Donald Trump. El propio Carney dejó claro desde su primer discurso como líder liberal que “Canadá nunca formará parte de Estados Unidos bajo ninguna forma” y prometió defender los intereses nacionales frente a cualquier intento expansionista o presión comercial estadounidense. Esta postura ha tranquilizado a una sociedad inquieta ante la posible erosión de su soberanía.

Pero Trump no es el único frente abierto:

  • El coste creciente de vida ha dejado a millones sin acceso asequible a vivienda.
  • La inmigración masiva genera tensiones sociales inéditas.
  • El descontento regional amenaza con revivir movimientos autonomistas.

Carney debe demostrar ahora que su experiencia técnica puede traducirse en soluciones políticas efectivas, algo que nunca antes había tenido que poner a prueba desde un cargo electo.

¿Cómo puede evolucionar Canadá bajo Carney?

Los próximos meses serán decisivos para determinar si este perfil tecnocrático puede consolidar un liderazgo duradero o si será simplemente un paréntesis entre dos ciclos políticos más convencionales. Entre los factores clave:

  • Capacidad para formar equipos políticos sólidos pese a su inexperiencia legislativa.
  • Habilidad para negociar con Estados Unidos desde una posición pragmática pero firme.
  • Respuesta eficaz ante las demandas sociales internas sin caer en recetas populistas.

El “efecto Trump” ha sido catalizador de su ascenso pero también será termómetro permanente: cualquier debilidad ante Washington podría traducirse rápidamente en desgaste interno. La historia reciente ha mostrado que los canadienses buscan certezas más que promesas grandilocuentes.

El reto es mayúsculo. Pero si algo ha demostrado Mark Carney hasta ahora es resistencia ante las crisis: desde los mercados globales hasta las urnas nacionales, su figura representa —al menos por ahora— ese ansiado equilibrio entre competencia técnica y liderazgo político que Canadá necesita para navegar tiempos inciertos.

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