Como negociador es un fenómeno.
Y con tácticas soprendentes.
Este domingo, 6 de julio de 2025, la política internacional observa con atención el regreso de Donald Trump y su renovada aplicación de la ‘Madman Theory’—la táctica de parecer imprevisible o incluso irracional para forzar concesiones en negociaciones internacionales.
Esta estrategia, heredera del enfoque ideado por Richard Nixon durante la guerra de Vietnam, se está consolidando como uno de los sellos distintivos del segundo mandato de Trump.
La clave: mantener a aliados y adversarios en vilo, sin saber nunca si sus amenazas son un farol o una advertencia real.
El contexto geopolítico actual, marcado por la guerra en Ucrania, las tensiones en Asia-Pacífico y una creciente competencia comercial con China, ofrece el escenario perfecto para que Trump explote al máximo las ventajas —y los riesgos— de su aproximación disruptiva a las relaciones internacionales.
Los datos recientes subrayan que no es solo retórica: en apenas 100 días de gobierno, ha modificado acuerdos, impuesto tarifas históricas y alterado el tradicional papel estadounidense en alianzas como la OTAN.
El origen y los fundamentos de la ‘Madman Theory’
La ‘Madman Theory’ se basa en un principio sencillo pero efectivo: convencer a los interlocutores de que el líder es capaz de cualquier cosa —incluso acciones radicales o autodestructivas— si no obtiene lo que quiere. El objetivo es crear suficiente incertidumbre para que rivales (y también aliados) prefieran ceder antes que arriesgarse a un desenlace incontrolable.
En palabras de la politóloga Roseanne McManus, “ser percibido como loco puede ser útil en negociaciones coercitivas; especialmente cuando cumplir las amenazas sería muy costoso”. En el caso de Trump, esta táctica va más allá de los enemigos tradicionales: se aplica también a los socios europeos y asiáticos.
El regreso del ‘madman’: Trump en acción
Durante su primer mandato, Trump ya cultivó una reputación de imprevisibilidad. Ejemplos notables incluyen:
- Amenazas directas a Corea del Norte: “Serán recibidos con fuego y furia como el mundo nunca ha visto”, dijo en 2017 antes de reunirse con Kim Jong-un.
- Negociación del acuerdo comercial con Corea del Sur: ordenó explícitamente a su negociador que advirtiera a Seúl que podría retirarse del acuerdo “en cualquier momento” porque “este tipo está tan loco que podría hacerlo”.
- Presión sobre Turquía para liberar al pastor Andrew Brunson, combinando sanciones económicas con retórica incendiaria.
En su segundo mandato, la estrategia se ha intensificado. Las recientes exigencias a Ucrania para aceptar un alto el fuego desfavorable —so pena de perder apoyo militar estadounidense— han desconcertado a socios europeos, que temen un debilitamiento irreversible del eje transatlántico. Paralelamente, Trump ha amenazado con abandonar compromisos con la OTAN si los aliados no aumentan rápidamente su gasto militar, mientras insinúa posibles acercamientos tácticos a Rusia y endurece posiciones frente a China.
¿Por qué funciona ahora?
La diferencia respecto al pasado radica en el contexto global:
- Multipolaridad creciente: China y Rusia desafían abiertamente el liderazgo estadounidense.
- Fatiga occidental: El apoyo sostenido a Ucrania genera divisiones dentro de Europa.
- Polarización interna en EEUU: La agenda ‘America First’ encuentra eco entre votantes cansados del intervencionismo tradicional.
En este clima, la imprevisibilidad calculada puede ofrecer ventajas tácticas. Países medianos —como Turquía o Corea del Sur— han cedido ante amenazas estadounidenses por miedo a males mayores. Incluso rivales como Irán han mostrado apertura puntual al diálogo tras episodios de máxima presión económica y militar.
Sin embargo, expertos advierten que este enfoque tiene límites claros:
- Si el adversario percibe que la locura es solo una pose y no existe riesgo real, pierde eficacia rápidamente.
- La confianza entre aliados se erosiona; Europa explora ya vías para reducir su dependencia estratégica respecto a Washington.
- El aumento del riesgo geopolítico puede tener efectos secundarios graves: mercados volátiles, carrera armamentística o escaladas involuntarias.
El impacto real: ¿está cambiando el mundo?
Los primeros meses del nuevo mandato ofrecen resultados mixtos:
| Escenario | Acción Trump (‘Madman’) | Resultado hasta hoy |
|---|---|---|
| Ucrania | Amenaza retirada apoyo militar | Kiev acepta negociar pero resiste cesiones |
| China | Anuncio tarifas masivas | Tensión comercial; sin acuerdo sustancial |
| OTAN | Dudas sobre defensa automática | Europa debate mayor autonomía estratégica |
| Irán | Vuelta a “máxima presión” | Irán accede a dialogar pero sin pactos |
El equipo de Trump presume de haber conseguido concesiones puntuales sin tener que cumplir sus amenazas más extremas. Pero surgen preguntas legítimas sobre si estos logros son sostenibles o si Estados Unidos corre el riesgo de aislarse mientras rivales y aliados buscan alternativas más estables.
Mirando al futuro
A corto plazo, todo indica que Trump mantendrá —e incluso intensificará— esta táctica. Como él mismo ha declarado recientemente, “promesas hechas, promesas cumplidas”. Pero ni siquiera dentro del Partido Republicano hay consenso sobre hasta dónde puede llevar este juego sin provocar daños irreparables.
Las próximas semanas serán decisivas. Si Moscú acepta negociar gracias al nuevo clima de incertidumbre o si China cede ante la presión arancelaria, Trump podrá reivindicar su método como eficaz. Pero si aliados clave se distancian o los mercados reaccionan negativamente ante tanta volatilidad, podría abrirse un periodo prolongado de inestabilidad internacional.
Mientras tanto, la sensación generalizada es clara: nunca había sido tan difícil anticipar cuál será el próximo movimiento de Estados Unidos. Y esa es precisamente la carta más poderosa —y peligrosa— de Donald Trump en el escenario global actual.
