El conflicto entre Rusia y Ucrania ha alcanzado una nueva fase de violencia y desgaste.
En las últimas horas, Rusia ha lanzado su mayor ataque aéreo desde febrero de 2022, utilizando una combinación sin precedentes de drones y misiles para golpear varias ciudades ucranianas, incluida Kiev.
El ataque, que se produce en pleno verano, coincide con el avance ruso en tres frentes clave del frente oriental y meridional, mientras la defensa ucraniana resiste con determinación.
El asalto masivo comenzó en la noche del martes al miércoles y se prolongó durante horas.
Según las fuerzas ucranianas, Rusia empleó 728 drones —en su mayoría del modelo Shahed— y 13 misiles balísticos y de crucero, alcanzando un total de 741 objetivos aéreos lanzados sobre territorio ucraniano.
Las alarmas antiaéreas sonaron en prácticamente todo el país. El principal objetivo fue la ciudad de Lutsk, en la región de Volinia, aunque también se reportaron impactos y daños en Kiev, Dnipró, Odesa, Járkov y otras provincias.
Las cifras oficiales reflejan la magnitud del ataque:
- 718 objetivos neutralizados por las defensas aéreas ucranianas (711 drones y siete misiles)
- Restos e incendios en múltiples puntos urbanos e industriales
- Daños materiales relevantes, sobre todo en infraestructuras industriales y viviendas
A pesar de la intensidad sin precedentes, solo se ha reportado una víctima herida en Kiev durante la última noche. Sin embargo, el temor persiste entre millones de ciudadanos que viven bajo la amenaza constante de los drones rusos, cada vez más difíciles de interceptar debido a nuevas tácticas como vuelos a mayor altitud o el uso simultáneo de simuladores para confundir los sistemas defensivos.
Tres frentes bajo presión: avances rusos y resistencia ucraniana
La ofensiva aérea rusa va acompañada de una presión renovada en tierra. Moscú ha intensificado sus operaciones militares en tres frentes clave:
- Járkov (noreste): donde las tropas rusas buscan rodear posiciones ucranianas estratégicas.
- Donetsk (este): escenario tradicionalmente disputado que sigue siendo epicentro de combates urbanos y ataques artilleros.
- Zaporiyia (sur): donde Rusia intenta romper las líneas defensivas para ganar acceso directo al Mar Negro y bloquear rutas logísticas vitales para Kiev.
Las autoridades ucranianas destacan que la escala y coordinación de los ataques aéreos buscan no solo destruir infraestructuras críticas, sino también debilitar la moral civil y militar. Aun así, los sistemas antiaéreos —incluyendo tecnología occidental— han demostrado eficacia al repeler la mayoría de los artefactos lanzados. La defensa se apoya también en medios electrónicos capaces de inutilizar los drones antes del impacto.
Kiev bajo asedio: nuevos ataques mortales con drones
La capital ucraniana se ha convertido nuevamente en objetivo prioritario para Moscú. En el último mes, Kiev ha sufrido varios ataques con misiles y drones, incluido un episodio especialmente mortal el pasado 17 de junio cuando un misil ruso mató a 28 personas al impactar contra un edificio residencial cercano a una fábrica presuntamente vinculada a la producción de drones militares.
En el asalto más reciente, cientos de drones Shahed sobrevolaron Kiev durante la madrugada provocando incendios en viviendas y empresas. Aunque las defensas interceptaron la mayoría, el impacto psicológico es considerable: “Este es un ataque de demostración… otra prueba más de que Rusia no tiene intención alguna de sellar la paz”, declaró el presidente ucraniano Volodímir Zelenski tras el bombardeo.
Ataques cruzados: Ucrania responde sobre suelo ruso
No solo Ucrania está recibiendo golpes. En respuesta a los bombardeos masivos rusos, las fuerzas ucranianas han intensificado sus propios ataques con drones sobre territorio ruso. Moscú afirma haber derribado decenas cerca de su capital y otras regiones occidentales. Sin embargo, algunos dispositivos lograron alcanzar zonas pobladas como Kursk, donde murieron al menos tres personas tras una explosión durante tareas de evacuación.
El contexto internacional: presión militar y diplomática
La escalada coincide con anuncios desde Washington sobre nuevos paquetes de ayuda militar a Ucrania. Estados Unidos ha reiterado su compromiso con el suministro acelerado de armamento avanzado —incluidos sistemas Patriot— para reforzar las capacidades defensivas ucranianas ante estos ataques masivos. Por otro lado, Moscú insiste en que muchos objetivos atacados son instalaciones vinculadas a la industria armamentística o logística militar.
El presidente Zelenski insiste en que “la implementación rápida de la ayuda militar es fundamental para garantizar la defensa nacional”. Mientras tanto, Rusia explora nuevas formas de presión económica y psicológica mediante bombardeos continuados que afectan no solo a objetivos militares sino también a civiles e infraestructuras básicas.
Perspectivas a corto plazo: ¿hasta dónde puede llegar esta escalada?
Analistas internacionales coinciden en que estos ataques marcan un punto crítico en el conflicto:
- El uso masivo e intensivo de drones anticipa futuras ofensivas aún mayores si Moscú cumple su amenaza de lanzar más de mil dispositivos simultáneamente.
- La extensión geográfica del frente ruso —ahora incluyendo zonas occidentales como Volinia— sugiere una estrategia para cortar líneas logísticas vitales hacia Polonia y otros aliados occidentales.
- La persistencia del asedio sobre ciudades grandes mantiene alta la tensión social e incrementa el coste humano.
Mientras tanto, Kiev refuerza sus defensas e intenta mantener abastecidas sus líneas gracias al apoyo exterior. El miedo entre los civiles convive con una resistencia coordinada que no muestra signos de agotamiento inmediato.
En definitiva, este verano podría consolidar un cambio significativo en el equilibrio estratégico del conflicto si no se produce una respuesta internacional aún más contundente o si alguna de las partes logra imponer un giro inesperado sobre el terreno.
