Japón amanece con una nueva realidad política. El partido Sanseito, hasta ahora considerado marginal y de corte ultranacionalista, ha dado un salto inesperado al conquistar 14 escaños en la Cámara Alta del Parlamento, convirtiéndose en la cuarta fuerza opositora y desplazando a partidos tradicionales en medio de un clima marcado por la incertidumbre económica y el debate sobre la inmigración. El lema “Japanese First” ha logrado captar la atención de un electorado cada vez más inquieto por los cambios demográficos y económicos que afronta el país.
La campaña de Sanseito ha girado sobre un eje claro: defensa de la identidad nacional, rechazo al globalismo y mano dura frente a la inmigración. El partido, liderado por Sohei Kamiya, ha sabido canalizar el descontento de sectores que sienten que los partidos tradicionales no ofrecen respuestas efectivas ante el estancamiento económico, la caída del nivel de vida y la creciente presencia extranjera en Japón.
“No esperábamos un respaldo tan contundente”, reconocía el propio Kamiya en la noche electoral. El partido, que hace apenas tres años solo contaba con una representación testimonial, ha superado todas las previsiones. Su éxito se atribuye tanto a su discurso directo y sin concesiones como a una estrategia digital muy eficaz: YouTube y TikTok han sido claves para viralizar mensajes y discursos entre votantes jóvenes y desencantados con la política tradicional.
¿Por qué cala el discurso antiinmigración?
Japón vive una paradoja: necesita mano de obra extranjera para sostener sectores como la agricultura, los cuidados o la industria, pero una parte creciente de su población percibe la inmigración como una amenaza. La cobertura mediática de delitos cometidos por extranjeros o incidentes protagonizados por turistas refuerza esa percepción. Episodios recientes, como robos cometidos por visitantes vietnamitas o disputas públicas relacionadas con el comportamiento de turistas, han alimentado el discurso del “invasión silenciosa” defendido por Sanseito.
El partido insiste en que no busca excluir a todos los extranjeros, sino endurecer los controles y limitar las estancias laborales estrictamente a periodos temporales. “Japón debe gestionarse aprovechando las capacidades japonesas. Solo hay sitio para quienes respeten nuestras leyes y costumbres”, subraya Kamiya. La formación se opone frontalmente a utilizar inmigrantes como solución al descenso demográfico; propone en su lugar apostar por la automatización y tecnologías como la robótica o la inteligencia artificial para suplir déficits laborales en sectores críticos.
Entre el populismo y el pragmatismo: ¿quién vota Sanseito?
Detrás del éxito de Sanseito se encuentra un electorado diverso pero unido por el hartazgo. Hombres jóvenes y adultos (30-50 años), clases medias golpeadas por la precariedad laboral y jubilados preocupados por el futuro del país componen buena parte de sus bases. Muchos encuentran eco en mensajes que denuncian supuestos abusos legales cometidos por trabajadores extranjeros o alertan sobre compras masivas de propiedades japonesas por parte de inversores chinos.
El partido ha combinado hábilmente retórica populista (promesas de bajadas de impuestos y aumento del gasto social) con un nacionalismo excluyente que reivindica el retorno al “verdadero espíritu japonés”. Además, su oposición a cuestiones como las vacunas obligatorias o los derechos LGBT le ha granjeado apoyos entre sectores conservadores tradicionalistas.
Impacto en el equilibrio político
La irrupción de Sanseito altera profundamente las dinámicas parlamentarias. Por primera vez desde hace décadas, el bloque gobernante formado por el Partido Liberal Democrático (PLD) y Komeito pierde su mayoría absoluta en la Cámara Alta, obligándoles a buscar pactos para sacar adelante cualquier iniciativa legislativa relevante. Este nuevo escenario fragmenta aún más un Parlamento ya polarizado e incrementa la presión sobre el primer ministro Shigeru Ishiba.
La situación económica es delicada: Japón arrastra problemas estructurales como bajo crecimiento, envejecimiento acelerado y declive industrial. Este caldo de cultivo facilita que partidos rupturistas ganen terreno explotando miedos identitarios y promesas difíciles de cumplir.
Perspectivas: ¿hacia una coalición inestable?
Las próximas semanas serán decisivas para calibrar hasta dónde puede llegar Sanseito. Kamiya no descarta acuerdos puntuales con otras fuerzas menores e incluso ha sugerido que podría aspirar a formar parte de una coalición amplia si logran entre 50 y 60 escaños en futuras elecciones generales. Su presencia creciente obligará a los partidos tradicionales a replantear estrategias: ¿endurecerán también ellos su postura sobre inmigración? ¿O tratarán de contrarrestar este auge apelando a los beneficios económicos del multiculturalismo?
En paralelo, crece la preocupación internacional ante posibles derivadas xenófobas o autoritarias. Analistas comparan este fenómeno con movimientos similares surgidos en Europa o Estados Unidos bajo lemas nacionalistas (“America First”, “Britain First”), aunque advierten que Japón sigue siendo reticente a abrirse plenamente al exterior incluso en contextos menos crispados.
Claves para entender el fenómeno
- Sanseito se posiciona ya como tercera fuerza opositora tras CDP (Constitutional Democratic Party of Japan) y DPP (Democratic Party for the People).
- Su estrategia digital supera ampliamente en impacto online a partidos tradicionales.
- La crisis económica y los cambios sociales abonan el terreno para discursos excluyentes.
- El debate sobre inmigración se convierte en eje central del debate político japonés.
Mientras tanto, Japón mira con incertidumbre hacia un futuro donde las reglas del juego político parecen estar cambiando más rápido que nunca.
