Todo llega.
Sobre todo cuando te juegas los cuartos con Israel.
Este martes, 22 de julio de 2025, la guerra en Gaza ha entrado en una fase crítica tras la incursión terrestre del ejército israelí en Deir al-Balah, el que hasta ahora era el último gran núcleo urbano del centro del enclave no devastado por la ofensiva.
La operación llega después de meses de ataques selectivos y bombardeos, pero evitando deliberadamente una entrada masiva en esta ciudad.
¿Por qué Israel se había abstenido hasta ahora de atacar este bastión de Hamás?
Deir al-Balah se había convertido desde hace meses en un refugio para cientos de miles de desplazados palestinos, tras las evacuaciones forzosas desde Rafah y otras zonas del sur y norte. Hasta hace unos días, la ciudad mantenía una cierta operatividad civil y seguía siendo uno de los principales centros logísticos para la distribución limitada de ayuda humanitaria.
Las oficinas de varias organizaciones internacionales estaban aún activas y no habían sido objeto directo de órdenes masivas de evacuación o asedio militar.
El motivo principal por el que Israel evitó un asalto directo a Deir al-Balah era precisamente su condición de “zona refugio” y centro neurálgico para la distribución de ayuda a una población exhausta.
La comunidad internacional, especialmente organismos como Naciones Unidas y las agencias humanitarias, habían insistido ante Tel Aviv en que cualquier operación militar aquí podría provocar una catástrofe humanitaria aún mayor.
Además, Israel sospechaba que Hamás retenía rehenes en el área, lo que suponía un riesgo añadido ante una ofensiva terrestre.
Cambios estratégicos y contexto político
La decisión israelí también estuvo condicionada por factores externos:
- Presión internacional: Países occidentales han criticado abiertamente la estrategia israelí de “goteo” en la entrega de ayuda humanitaria, calificando como inaceptable que miles mueran intentando acceder a suministros básicos.
- Negociaciones indirectas: Durante semanas se desarrollaron conversaciones mediadas por Catar y Egipto para liberar rehenes y buscar una tregua temporal. En ese marco, evitar un ataque total a Deir al-Balah era visto como gesto para facilitar avances diplomáticos.
- Relación con Estados Unidos: La administración Trump había mostrado escepticismo creciente hacia el enfoque del primer ministro Netanyahu. La Casa Blanca admitió sorpresa por ciertas acciones recientes —incluido el bombardeo de una iglesia— y ha presionado para evitar más escaladas mientras exige la liberación de rehenes y el cese del sufrimiento civil.
El giro actual: razones del asalto
El cambio llegó este lunes cuando Israel lanzó finalmente su ofensiva terrestre sobre Deir al-Balah tras emitir avisos de evacuación a la población civil solo 24 horas antes. Fuentes militares justifican este movimiento alegando que Hamás sigue operando desde túneles y posiciones fortificadas bajo la ciudad; además, sostienen que es necesario cortar las rutas logísticas entre el centro y el sur del enclave, donde aún resisten fuerzas palestinas.
Este giro coincide con una intensificación del hambre y el caos civil. El pasado fin de semana, más de 80 palestinos murieron tiroteados mientras esperaban camiones con alimentos cerca del paso fronterizo Zikim. Testimonios recogidos por Naciones Unidas describen escenas desesperadas: “todo es muerte; niños desnutridos mueren delante de sus padres sin que nadie pueda hacer nada”.
Consecuencias inmediatas y respuesta internacional
El asalto ha desencadenado nuevas oleadas de desplazamiento forzoso —entre 50.000 y 80.000 personas— hacia zonas designadas por Israel como refugio temporal, aunque incluso estos lugares han sido alcanzados por ataques aéreos recientes. La comunidad internacional ha elevado el tono contra Netanyahu; gobiernos occidentales denuncian tanto los bombardeos indiscriminados como los obstáculos sistemáticos a la entrada masiva de ayuda humanitaria.
En Washington, el presidente Trump continúa reclamando un alto el fuego urgente que permita liberar rehenes y frenar la matanza civil. La portavoz presidencial calificó estos días como “brutales” e insistió en que “la matanza debe terminar” mientras expresó su sorpresa ante ciertos ataques israelíes recientes —tanto en Gaza como en Siria— que han desestabilizado incluso a gobiernos aliados en Oriente Medio.
Mientras tanto:
- Los corredores humanitarios siguen bajo asedio.
- Las autoridades sanitarias alertan del colapso total del sistema médico.
- Naciones Unidas advierte del riesgo inminente de “limpieza étnica” si continúan los desplazamientos forzosos acompañados por bombardeos intensivos.
Perspectivas: ¿qué puede venir?
La evolución futura depende ahora tanto del desarrollo militar —la capacidad israelí para controlar Deir al-Balah sin provocar una masacre aún mayor— como del margen político disponible para negociar un alto el fuego realista.
Las negociaciones impulsadas por Estados Unidos, Catar y Egipto podrían abrir una ventana a corto plazo si Hamás accede finalmente a liberar rehenes a cambio del cese temporal de hostilidades. Sin embargo, la destrucción sistemática del enclave deja cada vez menos espacio físico ni humano para soluciones intermedias.
Mientras tanto, los gazatíes siguen atrapados entre dos fuegos: la implacable ofensiva militar israelí y la parálisis diplomática internacional.
Israel no había atacado antes Deir al-Balah porque era —hasta ahora— uno de los últimos enclaves donde sobrevivían las estructuras mínimas civiles necesarias para evitar una catástrofe total. Su caída marca un punto sin retorno en el conflicto; queda por ver si será también el detonante para una presión internacional más eficaz capaz de forzar un alto el fuego duradero.
