No es oro todo lo que reluce.
Y detrás de la guerra hay negocio.
Y apaños.
Ucrania vive una oleada de protestas inédita desde el inicio de la invasión rusa.
El detonante ha sido la firma, por parte del presidente Volodímir Zelenski, de una ley que otorga poderes casi ilimitados al fiscal general sobre los dos principales organismos anticorrupción del país: la Oficina Nacional Anticorrupción (NABU) y la Fiscalía Especializada Anticorrupción (SAPO).
La sociedad civil, que considera estos entes como fruto tangible de las reformas tras el Maidán y pilar de la aspiración europea, ha salido a la calle en Kiev, Leópolis, Dnipró y Odesa.
La presión social, el clima político interno y la mirada atenta de Occidente se entrelazan en un contexto especialmente delicado: Ucrania busca reactivar negociaciones con Rusia para alcanzar un nuevo alto el fuego o una fórmula que alivie el desgaste del conflicto.
Sin embargo, la estabilidad interna se tambalea justo cuando el país más necesita demostrar solidez democrática ante sus aliados.
Protestas multitudinarias y ambiente desafiante
La ley aprobada por el Parlamento —con 263 votos a favor— permite al fiscal general no solo dar instrucciones vinculantes a la NABU, sino también reasignar casos fuera de esta agencia y delegar competencias clave de SAPO a otros fiscales. Los manifestantes, entre los que se cuentan veteranos, militares en activo y ciudadanos de a pie, coreaban consignas como “¡Fuera manos de NABU y SAP!” o “Veta la ley”, acompañadas por banderas ucranianas y pancartas hechas a mano.
- En Kiev, la concentración fue especialmente numerosa frente al Parlamento. Se vivieron momentos cargados de simbolismo con cánticos del himno nacional.
- En Leópolis, cientos se congregaron en torno a la estatua de Tarás Shevchenko gritando “¡Vergüenza!” y “La corrupción es la muerte del futuro”.
- Tanto NABU como SAPO han emitido mensajes agradeciendo el respaldo ciudadano y comprometiéndose a defender su independencia.
Esta es la primera gran movilización antigubernamental desde el inicio de la invasión rusa en 2022. Según algunos analistas ucranianos, “la percepción sobre la corrupción sigue siendo una herida abierta” tras más de una década enfrentando tanto agresiones externas como vicios internos.
Contexto político: reformas bajo presión y señales contradictorias
La decisión de Zelenski ha sorprendido por lo súbito: firmó la ley mientras las protestas ya llenaban las calles. El propio presidente había hecho bandera del combate contra la corrupción desde su llegada al poder en 2019. Sin embargo, en las últimas semanas:
- Se han producido redadas policiales en las oficinas de NABU y detenciones bajo cargos considerados políticamente motivados por organizaciones civiles.
- El gobierno ha renovado parte del gabinete con figuras próximas al presidente. Destaca el nombramiento reciente de Yuliya Verenko como primera ministra —un relevo que coincide con este momento convulso—.
- La oposición interna acusa al Ejecutivo de buscar controlar investigaciones sensibles que podrían afectar a personas cercanas al círculo presidencial.
Los portavoces gubernamentales alegan motivos de seguridad nacional: sostienen que existen tentativas rusas por infiltrar o manipular los órganos anticorrupción. Sin embargo, expertos independientes consideran que las razones reales responden más al interés en frenar pesquisas incómodas.
Impacto internacional: advertencias desde Bruselas y Washington
El paso dado por Kiev amenaza con tensar aún más las relaciones con sus socios occidentales. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea llevan años exigiendo instituciones anticorrupción independientes como condición para mantener ayuda financiera y militar.
- La comisaria europea para Ampliación recordó esta semana que “la independencia de NABU y SAPO es esencial para el proceso de adhesión”, advirtiendo que cualquier retroceso puede poner en riesgo el acceso a fondos y complicar las negociaciones para integrarse plenamente en Europa.
- Analistas señalan además que movimientos así alimentan narrativas rusas destinadas a presentar a Ucrania como un país inviable o corrupto ante la opinión pública internacional.
En este clima, Zelensky aún no ha defendido públicamente su decisión ni explicado los motivos concretos para firmar la ley pese al rechazo masivo. El silencio presidencial contrasta con los esfuerzos recientes por fortalecer alianzas exteriores y solicitar nuevos paquetes económicos para sostener el esfuerzo bélico.
Próximos pasos: dilemas internos y externos
El gobierno ucraniano se enfrenta ahora a una doble presión:
- Internamente, debe gestionar un malestar social creciente sin recurrir a medidas represivas que erosionen aún más su legitimidad democrática.
- Externamente, precisa convencer a sus socios estratégicos —que ya expresan dudas sobre el rumbo reformista— mientras negocia nuevas ayudas esenciales para sobrevivir al desgaste económico del conflicto.
El horizonte inmediato está lleno de incertidumbre. La reactivación del diálogo con Rusia parece vital para aliviar parte del sufrimiento nacional, pero cualquier paso hacia una negociación podría verse condicionado por percepciones negativas sobre la gobernanza ucraniana.
Claves para entender lo que viene
- El mantenimiento del apoyo internacional dependerá en gran parte de si Ucrania logra revertir o matizar esta reforma.
- Las protestas demuestran que existe una sociedad civil activa dispuesta a exigir transparencia incluso bajo ley marcial.
- Los próximos días serán decisivos: tanto para calibrar la capacidad del Ejecutivo ucraniano para rectificar o dialogar con los manifestantes, como para medir hasta dónde llegará la reacción europea ante este retroceso democrático.
Hoy más que nunca, Ucrania camina sobre una cuerda floja entre guerra externa e inestabilidad interna. La fortaleza real del país se medirá tanto en los campos de batalla como en su capacidad para preservar avances democráticos cruciales conquistados tras años de sacrificio ciudadano.
