Momentos críticos para Zelenski y el Gobierno de Kiev.
El fuego mata y en la guerra entre Ucrania y Rusia, son las tropas de Putin las que tienen mayor potencia y se nota.
Sobre todo en los cielos del frente, saturados de drones ‘asesinos‘ rusos. La guerra en Ucrania entra en una fase especialmente crítica.
Las noticias de las últimas horas confirman que Putin ha incrementado a niveles inéditos el uso de drones en su ofensiva veraniega, especialmente sobre Kiev y otras regiones clave.
Este nuevo patrón de ataques, con cientos de drones lanzados en oleadas nocturnas, está saturando las defensas ucranianas y generando una presión psicológica y material que amenaza con inclinar la balanza del conflicto.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha calificado la situación como una “intensificación del terror contra nuestras ciudades y comunidades”, subrayando cómo la campaña de drones está erosionando la moral nacional y la capacidad de resistencia, mientras la población civil pasa largas horas en refugios y búnkeres.
Un verano bajo asedio aéreo
Los datos de las últimas semanas muestran la magnitud de la escalada:
- Más de 700 drones atacaron Kiev y otras ciudades el pasado 9 de julio, según cifras oficiales ucranianas.
- Solo esa semana, Rusia lanzó más de 1.800 drones y 83 misiles sobre territorio ucraniano, en un claro salto cualitativo en la ofensiva aérea.
- Las fuerzas rusas también están empleando drones señuelo y versiones modificadas de los Shahed iraníes (rebautizados como Geran-2), con tasas de penetración cada vez mayores: si hasta marzo solo un 3-5% de estos drones lograban superar las defensas, el mes pasado la cifra subió al 15%.
En la noche del 30 al 31 de julio, la capital ucraniana volvió a ser el epicentro de un ataque masivo con drones y misiles que dejó al menos cuatro muertos, más de 50 heridos y múltiples edificios destruidos o dañados. Los residentes escucharon explosiones durante horas, mientras los sistemas antiaéreos trataban de repeler los enjambres de drones lanzados desde varias direcciones.
El impacto: más allá de la destrucción física
La saturación de drones tiene efectos que van mucho más allá de los daños materiales o las víctimas directas:
- Presión psicológica: la amenaza es constante y se extiende durante la noche, minando la sensación de seguridad y confianza en las instituciones.
- Desgaste económico: la infraestructura civil y militar sufre daños diarios, dificultando la vida cotidiana y ralentizando la economía.
- Desbordamiento de las defensas: los sistemas tradicionales antiaéreos, diseñados para misiles o aviones, se ven superados por el volumen y la dispersión de los drones.
Las autoridades ucranianas admiten que “encontrar maneras de bloquear más ataques es una prioridad urgente”. Sin embargo, la llegada de sistemas de defensa avanzados, como el Skynex alemán o el láser Tryzub ucraniano, es limitada. Por ahora, las patrullas móviles con ametralladoras pesadas y algunos drones interceptores son la principal línea de defensa, pero no bastan ante la magnitud de los ataques.
De la guerra de posiciones a la guerra de saturación tecnológica
La ofensiva terrestre rusa en el este de Ucrania ha avanzado lentamente este verano y a un coste enorme en vidas y material. Moscú ha apostado, por tanto, por una campaña aérea de desgaste, donde los drones kamikaze son protagonistas. El objetivo parece claro: socavar la moral, debilitar la infraestructura y obligar a Kiev a destinar recursos a la defensa en retaguardia en vez de al frente.
En paralelo, Ucrania también ha intensificado el uso de drones de bajo coste y alta tecnología, como se vio en el ataque al depósito de combustible de Engels, dentro de Rusia, donde 17 drones autónomos lograron penetrar 750 kilómetros en territorio enemigo sin GPS ni comunicaciones, demostrando la vulnerabilidad de las defensas tradicionales ante este tipo de amenaza.
El futuro inmediato: un pulso asimétrico y globalizado
El uso masivo de drones, tanto por Rusia como por Ucrania, marca un punto de inflexión en los conflictos modernos:
- Cualquier ciudad puede convertirse en objetivo, en cualquier momento.
- El coste de saturar el espacio aéreo es mucho menor que el de las defensas necesarias para protegerlo.
- El componente psicológico y la erosión de la moral civil y militar adquieren un peso estratégico.
- Los sistemas de defensa deben adaptarse rápidamente a amenazas inteligentes, autónomas y, a menudo, baratas.
Mientras tanto, el conflicto sigue sin una salida clara. A pesar de los llamamientos al alto el fuego y la presión internacional —incluida la amenaza de nuevas sanciones estadounidenses si Moscú no detiene la guerra en los próximos días—, la escalada tecnológica y la saturación de drones auguran un verano especialmente duro para la sociedad ucraniana.
En este contexto, la guerra en Ucrania se ha convertido en un laboratorio a gran escala para la guerra de drones. La supervivencia de sus ciudades y la moral de su población dependen ahora tanto de la capacidad de innovación tecnológica como de la resistencia social. Lo que está en juego, más allá de los límites geográficos del conflicto, es el modelo de seguridad y defensa que marcará los próximos años en Europa y el mundo.
