Lo tienen todo previsto.
Hasta el ‘holocausto mutuo’.
Porque si algo está anclado en el alma rusa, es la obligación de la venganza.
Este miércoles, 6 de agosto de 2025, el mundo vuelve a mirar con inquietud hacia Rusia y su enigmático sistema Mano muerta, conocido en su denominación oficial como Perimetr.
La posibilidad real de una respuesta nuclear automática, incluso si toda la cúpula política y militar ha desaparecido, es uno de los elementos más perturbadores del arsenal estratégico global.
Las palabras clave “Mano muerta”, “respuesta nuclear”, “Rusia” y “automatización” se han colado de nuevo en los titulares internacionales tras recientes movimientos y declaraciones oficiales desde Moscú, que han reavivado el debate sobre la vigencia y peligrosidad de este mecanismo diseñado en la Guerra Fría para asegurar una represalia devastadora.
Hoy, cuando la desconfianza entre potencias nucleares vuelve a crecer y los mecanismos de control parecen cada vez más frágiles, entender cómo funciona Mano muerta resulta crucial para analizar el equilibrio del terror contemporáneo.
El sistema simboliza hasta qué punto la tecnología puede sustituir —o anular— la voluntad humana en decisiones que afectan a la supervivencia misma del planeta.
Origen y lógica: cuando la desconfianza dicta las reglas
Mano muerta nació en los años más tensos de la Guerra Fría. Su desarrollo comenzó en 1974 y entró en funcionamiento operativo en 1985, cuando el temor a un primer ataque estadounidense capaz de destruir toda la cadena de mando soviética no era solo una hipótesis académica. La lógica era brutalmente sencilla: si nadie puede apretar el botón rojo, que lo haga una máquina.
- El sistema Perimetr, como se le denomina oficialmente, es una red automatizada que puede lanzar misiles nucleares sin intervención humana directa si detecta que Rusia ha sido víctima de un ataque nuclear masivo y no hay supervivientes con autoridad para ordenar una respuesta.
- Su existencia fue reconocida públicamente por primera vez por un comandante ruso en 2011. Desde entonces, aunque rodeado de secretismo, su vigencia se da por sentada tanto dentro como fuera del país.
¿Cómo funciona ‘Mano muerta’?
El funcionamiento del sistema se basa en varios niveles de sensores, protocolos automáticos y misiles específicos:
- Sensores estratégicos distribuidos por todo el territorio ruso miden presión atmosférica, radiación, actividad sísmica y detectan explosiones nucleares. También controlan la pérdida total de comunicaciones con el mando central.
- Si los sensores confirman un ataque devastador y se pierde contacto con el liderazgo nacional —es decir, si no hay nadie que pueda dar o cancelar la orden—,
- El sistema activa un misil especial (modelo 15P011 con cabeza 15B99), que no lleva explosivos sino códigos de lanzamiento. Este misil sobrevuela Rusia transmitiendo órdenes codificadas a todos los silos y centros de comando nuclear que tengan receptores preparados.
- Tras recibir estas señales, los lanzadores distribuidos por todo el país ejecutan automáticamente el lanzamiento masivo del arsenal nuclear ruso hacia los objetivos enemigos.
El proceso está diseñado para que sea extremadamente difícil interferirlo o anularlo desde fuera: las instalaciones clave del sistema están blindadas contra interferencias electromagnéticas e incluso contra ataques nucleares directos.
Automatización… pero ¿total?
A pesar del mito popular —y de ciertas interpretaciones apocalípticas— Mano muerta no es un sistema completamente autónomo sin intervención humana. Expertos señalan que:
- El sistema necesita una activación previa manual ante situaciones internacionales especialmente tensas; solo entonces entra en “modo espera”.
- Si tras esa activación se produce un ataque devastador y desaparecen todas las señales humanas del mando ruso, entonces sí opera automáticamente.
- Siempre existe al menos una oportunidad final para cancelar o modificar la respuesta antes del lanzamiento definitivo, aunque esa decisión puede recaer en operadores subterráneos aislados del exterior.
Esto implica que Mano muerta actúa como último recurso, minimizando tanto el riesgo de represalias precipitadas por falsas alarmas como la posibilidad de quedar neutralizada por un ataque sorpresa.
Ubicación e infraestructura
Las principales bases asociadas al sistema estarían localizadas en Vypolzovo y Kostroma, a unos 150 y 230 kilómetros al noroeste de Moscú. Desde estos puntos clave se transmitirían las órdenes codificadas a todos los puntos relevantes del arsenal estratégico ruso.
Impacto geopolítico actual
La mera existencia —y sobre todo la reciente reivindicación pública— de Mano muerta tiene varias consecuencias internacionales:
- Refuerza la doctrina rusa de destrucción mutua asegurada: ningún enemigo puede confiar en desactivar completamente la capacidad nuclear rusa con un ataque preventivo.
- Sirve como herramienta psicológica en momentos de tensión internacional; por ejemplo, durante crisis como la guerra en Ucrania o ante amenazas percibidas desde Occidente.
- Al mismo tiempo incrementa los riesgos inherentes a errores técnicos o escaladas accidentales: si el sistema interpreta incorrectamente señales ambiguas durante una crisis real podría desencadenar una catástrofe global sin precedentes.
Preguntas abiertas y debate ético
A día de hoy persisten numerosas incógnitas sobre el estado real del sistema:
- ¿Se ha modernizado tecnológicamente para adaptarse a nuevas amenazas híbridas (ciberataques, sabotaje digital)?
- ¿Hasta qué punto puede tomar decisiones fiables bajo circunstancias extremas?
- ¿Sigue siendo necesario mantener sistemas tan automáticos cuando el margen para corregir errores humanos o técnicos es casi nulo?
La falta de transparencia rusa —acelerada desde el inicio de su invasión a Ucrania— hace imposible responder con certeza absoluta. Sin embargo, el hecho mismo de que Moscú siga invocando ‘Mano muerta’ como parte central de su doctrina disuasoria indica que sigue muy presente en las estrategias del Kremlin.
Tabla resumen: funcionamiento básico
| Elemento | Función principal |
|---|---|
| Sensores estratégicos | Detectan explosiones nucleares y pérdida total de comunicación |
| Activación manual | Sistema puesto en modo espera ante crisis |
| Misil comando 15P011 | Transmite códigos a silos nucleares |
| Automatización final | Lanza represalia nuclear si no hay liderazgo |
| Blindaje especial | Protege frente a interferencias/ataques directos |
Mirando al futuro: ¿seguridad o amenaza?
En pleno siglo XXI, Mano muerta simboliza tanto la resiliencia tecnológica rusa como los límites éticos y políticos de la disuasión nuclear automática. Mientras algunos expertos defienden su utilidad como seguro último contra ataques preventivos devastadores, otros alertan sobre los riesgos incalculables asociados a dejar decisiones existenciales en manos (casi) totalmente automáticas.
Así las cosas, mientras Occidente debate sobre inteligencia artificial responsable y sistemas autónomos bajo control humano estricto, Rusia sigue defendiendo una lógica nacida del pánico nuclear original: si caen todos los líderes… la máquina responderá por ellos. Una garantía tenebrosa que mantiene al mundo pendiente del pulso entre razón humana y automatismo letal.
