El reciente uso del misil hipersónico Oreshnik por parte de Rusia en Ucrania ha encendido todas las alarmas en Occidente.
La demostración de fuerza, avalada por las declaraciones de Vladimir Putin, sitúa a Moscú a la vanguardia de una nueva generación de armas que, según el Kremlin, pueden “convertir objetivos en polvo” y eludir cualquier sistema de defensa existente.
A día de hoy, 22 de agosto de 2025, la carrera tecnológica por los misiles que superan los 12.000 kilómetros por hora —y maniobran de forma impredecible— reconfigura el tablero geopolítico y militar en Europa y el mundo.
El misil Oreshnik, presentado oficialmente por Putin tras su empleo en Ucrania, ha sido definido por los expertos como un vector de alcance medio con capacidades excepcionales.
Puede alcanzar velocidades de hasta Mach 10, lo que equivale a entre 12.250 y 13.000 kilómetros por hora. Este salto tecnológico le permite cubrir, por ejemplo, la distancia entre el oeste de Rusia y Berlín en apenas 15 minutos, o impactar en París o Londres en unos 20 minutos.
Estas armas no solo son hiperrápidas, sino también hipererráticas: equipadas con cargas de maniobra independientes, pueden modificar su trayectoria durante el vuelo, lo que dificulta enormemente cualquier intento de interceptación. Putin ha insistido en que “no existe actualmente en el mundo ningún sistema capaz de detener estos misiles”.
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Ruptura de equilibrios: fin de los tratados y proliferación
La aparición del Oreshnik debe entenderse en el contexto de la ruptura del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), que prohibía los misiles con rangos de entre 500 y 5.500 kilómetros. El abandono del acuerdo por parte de Estados Unidos en 2019, bajo la presidencia de Trump, abrió la puerta a una nueva carrera armamentística. Moscú, tras acusaciones cruzadas de violaciones del tratado, ha acelerado el desarrollo de sistemas como el Oreshnik y el Avangard, este último capaz —según fuentes rusas— de alcanzar cualquier punto del planeta.
El Oreshnik, basado en parte en el RS-26 Rubezh, puede portar cargas explosivas de varias toneladas, incluidas cabezas nucleares. Sin embargo, en su reciente uso en Ucrania, el misil fue lanzado en una configuración “hipersónica no nuclear”, según palabras del propio Putin.
Multiplicidad de amenazas: cargas independientes y nuevo equilibrio estratégico
Una característica clave de este misil es su capacidad de transportar múltiples ojivas, cada una capaz de seguir una trayectoria independiente al entrar en la atmósfera. Este diseño, conocido como entrada múltiple, complica aún más la defensa antimisiles, ya que obliga a los sistemas de interceptación a identificar y neutralizar varias amenazas simultáneas y erráticas.
El alcance del Oreshnik, estimado en unos 5.000 kilómetros, permite a Rusia amenazar cualquier punto de Europa continental, aunque no alcanza territorio estadounidense. Para los expertos, esta capacidad supone un cambio radical en el equilibrio militar del continente. El experto Pavel Podvig lo resume así: “El alcance del Oreshnik puede amenazar a toda Europa, pero no a Estados Unidos”.
Producción limitada y coste elevado
A pesar de su potencial disruptivo, los analistas subrayan que el Oreshnik es un sistema costoso y, de momento, no se produce en masa. El desarrollo de estas armas requiere importantes recursos técnicos y financieros, lo que limita su despliegue inmediato a gran escala. Sin embargo, Putin ha anunciado la intención de Rusia de continuar las pruebas en condiciones de combate y avanzar hacia la producción en serie.
Reacciones internacionales y perspectivas
El uso del Oreshnik ha provocado una reacción de preocupación en las capitales occidentales. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea estudian cómo responder ante una amenaza que desafía los sistemas de defensa actuales. Los expertos militares advierten que una proliferación de armas hipersónicas de este tipo podría desencadenar una nueva carrera de armamentos, con el consiguiente riesgo de escalada y accidentes.
A corto plazo, la atención se centra en la capacidad de Rusia para aumentar la producción de misiles hipersónicos y en la respuesta de la OTAN. De fondo, persiste el temor a que otros actores, como China o incluso potencias regionales, aceleren sus propios programas para no quedarse atrás en la carrera tecnológica.
Claves de la nueva era de misiles hipersónicos
- Velocidad superior a 12.000 km/h.
- Capacidad de maniobrar en vuelo y evadir defensas.
- Multiplicidad de cargas y trayectorias erráticas.
- Alcance suficiente para cubrir toda Europa en minutos.
- Producción limitada, pero en fase de expansión.
El despliegue real del Oreshnik en Ucrania marca un antes y un después. La era de los misiles hipersónicos, hiperrápidos e imprevisibles, ya no es una hipótesis de laboratorio, sino una realidad con impacto directo en la seguridad europea y global. El desafío para Occidente será responder sin caer en una escalada sin control, mientras el mundo asiste, con inquietud, a la consolidación de estas armas superrápidas que prometen convertir en polvo cualquier objetivo.
