El puerto de Barcelona se convirtió en el epicentro de la controversia internacional cuando la Flotilla Global Sumud zarpó rumbo a Gaza, liderada por rostros conocidos como Ada Colau y Greta Thunberg.
El objetivo declarado: romper el bloqueo israelí y entregar ayuda humanitaria.
Sin embargo, la travesía ha quedado marcada por un cúmulo de managancias, incosistencias, contradicciones, contratiempos y la sombra del escándalo.
En medio de la tormenta mediática y diplomática, lo único claro es que el viaje del yate de Colau y Thunberg pasará a la historia como el ejemplo perfecto de cómo la solidaridad puede naufragar entre la caradura y el cinismo.
A día de hoy, 6 de septiembre de 2025, la situación de la flotilla dista mucho del relato heroico con el que se presentó.
Tras varios intentos fallidos de salida, tempestades en alta mar y amenazas de la marina israelí, la expedición ha derivado en un espectáculo mediático que pone en entredicho tanto sus fines como sus métodos.
Una travesía accidentada y un destino incierto
La Global Sumud Flotilla, con más de 50 barcos y delegaciones de 44 países, partió con la intención de desafiar el bloqueo a Gaza y entregar suministros esenciales: comida, agua y medicinas. La presencia de figuras como Greta Thunberg y la exalcaldesa Ada Colau dotó a la expedición de un innegable perfil mediático, reforzado por la participación de políticos, activistas y artistas.
La meteorología jugó en contra desde el inicio. Las tormentas obligaron a la flotilla a regresar a puerto en varias ocasiones, mientras que las advertencias del gobierno israelí endurecieron el tono. La expedición, pese a todo, insistió en retomar la ruta y sumar barcos desde puertos de Italia, Grecia y Túnez, «a pesar de las tormentas, las reparaciones y las amenazas de las autoridades israelíes», como subrayaron los organizadores.
Sin embargo, las dificultades logísticas y la inminencia de una respuesta militar israelí pusieron en evidencia las limitaciones de la iniciativa. El relato épico se fue desdibujando y la flotilla empezó a ser vista por sectores de la opinión pública como un «ridículo flotillero» más que como una gesta solidaria.
Escándalo a bordo: del postureo progre a la polémica
El desencanto se disparó con la información de que el yate insignia, vinculado a Colau y Thunberg, habría sido utilizado en fiestas privadas y actividades ilícitas tras su paso por la flotilla. Medios españoles publicaron testimonios y vídeos que hablan de «orgías y tráfico de drogas», desvirtuando la imagen de la expedición y poniendo en duda la seriedad del proyecto.
La noticia tuvo un impacto inmediato en redes y medios, donde se multiplicaron los comentarios sobre el «postureo progre» y la «solidaridad de pacotilla» de algunos participantes. El escándalo ha servido de munición para críticos que ya veían en la flotilla más espectáculo que compromiso real.
Mientras tanto, portavoces de la expedición han calificado las acusaciones de «campaña de difamación», insistiendo en la legitimidad de su misión y en el carácter estrictamente humanitario de la travesía. Sin embargo, la falta de transparencia y la negativa a aclarar el destino del yate tras su llegada a Túnez han alimentado las sospechas y la sensación de descontrol.
Contexto y antecedentes de las flotillas a Gaza
La utilización de flotillas para desafiar el bloqueo a Gaza no es nueva. Desde 2010, diversos colectivos han intentado romper el cerco marítimo impuesto por Israel. Las primeras expediciones contaron con un fuerte respaldo internacional y lograron visibilizar la situación humanitaria en la Franja. Sin embargo, la respuesta israelí ha sido siempre contundente, con interceptaciones y deportaciones de activistas.
La actual crisis humanitaria en Gaza, agravada tras casi dos años de guerra, ha intensificado la presión internacional. Según cifras recientes, más de 63.000 personas han muerto y la hambruna afecta a medio millón de habitantes. En este contexto, la Flotilla Global Sumud se presentó como el «mayor intento de romper el asedio», aunque la realidad ha demostrado que el simbolismo pesa más que la eficacia.
Evolución previsible y repercusiones políticas
Todo apunta a que la expedición difícilmente logrará su objetivo material. Israel ha reiterado que no permitirá la llegada de los barcos a Gaza y prepara nuevas maniobras navales. Mientras tanto, los escándalos asociados al yate y la percepción de «juerga» y postureo entre algunos activistas han restado legitimidad al movimiento y polarizado aún más el debate público.
En el ámbito internacional, la polémica puede tener consecuencias sobre la credibilidad de futuras iniciativas solidarias y la relación entre gobiernos europeos y el Estado de Israel. En el plano mediático, la flotilla se ha convertido en paradigma de las campañas activistas que, más allá de la causa, terminan devoradas por la exposición y el sensacionalismo.
- El recorrido de la Global Sumud Flotilla ilustra cómo las buenas intenciones pueden diluirse en el mar de la opinión pública y los intereses cruzados.
- Las acusaciones sobre fiestas y tráfico en el yate, aún por esclarecer, han marcado el relato y ensombrecido la causa original.
