Primero, porque es relevante y sirve para poner todo en contexto, los que se manifiestan violentamente en España y otros lugares.
La manifestación pro-Gaza y contra el Gobierno de Israel que ha tenido lugar este sábado 4 de octubre de 2025 en Madrid ha concluido con el ultraje a una bandera de España: la intentaron romper tirando de sus extremos y, al no conseguirlo por completo, la zarandearon, la arrastraron, la tiraron al suelo y la pisotearon.
La escena fue presenciada por varios agentes de la Policía Nacional, que se acercaron a recoger la bandera después.
Han explicado que tienen órdenes estrictas de no intervenir.
grupo de maricones destroza bandera española en una manifestación woke https://t.co/zYsFIhhtUL
— Alex González (@Alexglz_1) October 4, 2025
Y ahora los perroflautas de la Flotilla a Gaza, que de momento están detenidos en prisiones israelíes como Saharonim y Ketziot, ubicadas en el desierto del Néguev, sur de Israel.
Eran unos 473 en total, de más de 40 países, incluyendo 49 españoles.
De los 137 integrantes de la Global Sumud Flotilla que ayer fueron deportados a Turquía por Israel, ninguno es español.
Diplomáticos internacionales reportan que están bien pese al calor y agotamiento, pero algunos de ellos -para seguir haciendo bulla- denuncian falta de agua y comida y presuntos malos tratos.
Por lo visto, los calabozos son menos lujosos que las suites en hoteles de cinco estrellas que esperaban.
Entre los nombres más destacados se encuentran la ex alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, la influencer Ana Alcalde, así como dos condenados por su vinculación con ETA, Itziar Moreno Martínez y José Javier Osés Carrasco.
El ministro israelí Itamar Ben Gvir no dudó en calificar a los arrestados como “terroristas”, afirmando que “vinieron por Gaza porque apoyan el terrorismo”.
Esta acción desató protestas en diversas partes del mundo y centró la atención en las verdaderas motivaciones de los participantes, así como en el papel que juega la flotilla en el conflicto entre Israel y Gaza.
El operativo se inició la noche del miércoles y se prolongó hasta el jueves.
Las fuerzas israelíes abordaron las embarcaciones frente a la costa de Gaza, deteniendo a los activistas y redirigiendo las naves al puerto de Ashdod.
Más de 470 personas fueron arrestadas en una acción que Israel justifica como imprescindibles para evitar el suministro de armas a Hamas, organización considerada terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos.
La “manifestación de estudiantes” en Barcelona acaba en violentos disturbios, TVE los justifica.
La izquierda, siempre violenta, utiliza la cuestión Palestina simplemente para movilizar a sus bases, lo que pase en Gaza les importa un pimiento en realidad.
¡¡Impresentables!!. pic.twitter.com/PXdi74fDSr— Jose Libertad Ley (@hispaniaenlucha) October 2, 2025
Vínculos, antecedentes y el papel de Hamas
En el grupo de detenidos hay dos figuras con un pasado en ETA, Itziar Moreno Martínez y José Javier Osés Carrasco.
Ambos tienen condenas por terrorismo, lo que ha sido utilizado por Israel y algunos medios afines para reforzar la afirmación de que la misión no era pacífica, sino más bien filoterrorista. Ben Gvir exigió que los detenidos recibieran un trato similar al de los terroristas y criticó la decisión de deportarlos a sus países tras su arresto.
Los organizadores de la flotilla sostienen que su objetivo era romper el bloqueo e implementar un corredor humanitario hacia Gaza.
Sin embargo, Israel sostiene que estos activistas mantienen vínculos con Hamas, argumentando que la ayuda transportada era simbólica o incluso inexistente. La iniciativa ha sido calificada como una farsa tanto por medios israelíes como por Ben Gvir mismo, quien sostiene que el verdadero objetivo era apoyar al grupo islamista más que ofrecer asistencia real a la población.
¿Ayuda humanitaria o provocación política?
Las acusaciones sobre la falta de ayuda efectiva han sido uno de los puntos centrales del debate.
El ministro Ben Gvir afirmó que “no llevaban ayuda humanitaria”, mientras que los activistas han difundido vídeos mostrando suministros médicos y alimentos a bordo. Desde el gobierno israelí y algunos medios se insiste en que la misión tenía un trasfondo político más que humanitario, argumentando que su impacto real sobre la población palestina sería mínimo.
Los activistas desmienten esta acusación y aseguran tener documentación exhaustiva sobre su misión, con cargamentos destinados a niños palestinos afectados por la crisis humanitaria. Sin embargo, desde Israel se insiste en destacar la dependencia de Hamas respecto a estas acciones para legitimar actos terroristas.
El ministro Ben Gvir dejó claro al exigir condiciones penitenciarias severas para los arrestados mientras supervisaba personalmente su procesamiento en Ashdod.
Figuras mediáticas y repercusión internacional
La presencia de personajes como Ada Colau y Ana Alcalde, conocida en redes sociales como Barbie Gaza, ha otorgado una notable visibilidad mediática al incidente.
Las imágenes de los activistas sentados en el suelo rodeados por soldados israelíes han circulado ampliamente, avivando el debate sobre hasta dónde llegan los límites del activismo y cómo se difuminan las líneas entre solidaridad y propaganda política.
Las protestas contra estos arrestos han cobrado fuerza en Europa y América Latina, con manifestaciones en países como Italia, España, Francia y Suiza. Este caso ha desencadenado reacciones diplomáticas; Turquía ha condenado abiertamente las acciones israelíes mientras otros países también se suman a las críticas internacionales sobre el trato dispensado a los activistas.
El futuro del activismo internacional y la narrativa del conflicto
El proceso judicial iniciado contra los activistas en Israel se está llevando a cabo bajo condiciones excepcionales; tribunales migratorios ad hoc han sido establecidos en la prisión de máxima seguridad Ketziot. Los detenidos han comparecido sin asistencia legal, algo que infringe las leyes israelíes, además se les ha ofrecido deportación inmediata si aceptan una prohibición para entrar a Israel durante diez años.
Aquellos que rechacen esta opción serán enviados a prisión para ser juzgados.
La implicación de ex miembros de ETA junto con las acusaciones sobre vínculos con Hamas marcan un nuevo capítulo en la criminalización del activismo internacional relacionado con Gaza. La flotilla ha dejado claro que no es solo una misión humanitaria; ha evolucionado hacia un campo simbólico donde convergen solidaridad, geopolítica y confrontación directa con las políticas israelíes.
Este episodio plantea interrogantes sobre qué tan legítimas son las acciones llevadas a cabo por activistas internacionales y cuál es realmente su efectividad dentro del contexto de un conflicto tan arraigado donde cada vez es más difícil distinguir entre ayuda humanitaria e intervención política.
La imagen icónica de Ada Colau junto a los ex etarras entre los detenidos alimentará sin duda alguna el debate público.
En Ashdod, Ben Gvir se ha consolidado como figura central dentro una estrategia marcada por una dura respuesta; esto podría influir considerablemente en las relaciones entre Israel y movimientos internacionales solidarios con Gaza.
El caso refleja cómo hoy día, ante un clima internacional tenso, cualquier muestra de apoyo hacia Palestina puede ser recibida con una respuesta cada vez más contundente. La narrativa oficial mezcla conceptos como seguridad nacional con acusaciones de terrorismo, criminalizando cualquier acción que desafíe el bloqueo existente.
La historia continúa desarrollándose; con algunos activistas ya deportados mientras otros enfrentan procesos judiciales abiertos; permanece encendido un debate sobre lo que realmente significa pacifismo en esta delicada frontera con Gaza.
