Una noche de intensos bombardeos ha vuelto a poner en peligro la frágil tregua en Gaza.
Después de un ataque contra soldados israelíes en la zona de Ráfah, Israel respondió con una serie de ataques aéreos que han dejado al menos 50 palestinos muertos y no todos ellos terroristas.
Este trágico acontecimiento ocurre apenas días después del anuncio de un alto el fuego impulsado por Donald Trump, quien sostiene que el acuerdo sigue vigente.
Sin embargo, la realidad sobre el terreno cuenta otra historia: la violencia persiste y las amenazas de una mayor escalada continúan.
El contexto: tregua bajo presión
El acuerdo de alto el fuego, mediado por Estados Unidos, Egipto y Qatar, permitió la liberación de rehenes y prometió una retirada parcial de las tropas israelíes. Trump lo describió como “un gran día para la paz” y afirmó que todas las partes recibirían un trato justo. No obstante, la situación en la Franja se ha vuelto cada vez más complicada. Israel ha acusado a Hamás de incumplir el pacto tras un ataque con francotiradores y artillería antitanque contra sus soldados en Ráfah, al sur de Gaza. En respuesta, el ejército israelí lanzó bombardeos en varias áreas, causando decenas de muertes, incluyendo las de niños y mujeres.
Por su parte, Hamás niega su implicación en dicho ataque y denuncia que Israel ha cometido una “flagrante violación” del alto el fuego. El grupo islamista reafirma su compromiso con el acuerdo, aunque señala que los ataques israelíes socavan cualquier avance hacia la paz. Las calles de Gaza, ya devastadas por meses de conflicto, vuelven a estar cubiertas de escombros y familias desplazadas.
Antecedentes: dos años de guerra y devastación
La ofensiva israelí en Gaza ha dejado un balance trágico. En dos años, más de 67.000 palestinos han perdido la vida y cerca de 170.000 han resultado heridos, según datos del Ministerio de Salud de Gaza; cifras que son consideradas fiables por la ONU y expertos independientes. Las ofensivas han obligado a miles de familias a desplazarse repetidamente, buscando refugio en campamentos improvisados o edificios destruidos. Las condiciones sanitarias y habitacionales se han deteriorado drásticamente, mientras que la ayuda internacional apenas logra mitigar el sufrimiento de la población civil.
El conflicto se intensificó tras el ataque perpetrado por Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023, que dejó más de mil muertos y resultó en la captura de decenas de rehenes. Desde entonces, la respuesta militar israelí ha sido contundente; sus ataques buscan desmantelar las capacidades militares del grupo islamista pero han ocasionado enormes daños colaterales entre los civiles.
Trump y el plan de paz: presión, ultimátum y advertencias
En medio del escenario diplomático internacional, Trump continúa apostando por el alto el fuego y su plan de paz compuesto por 21 puntos. Este acuerdo incluye la liberación de rehenes, el desarme total de Hamás y la creación de una administración interina en Gaza. Sin embargo, no ha dudado en lanzar advertencias directas al grupo islamista: “Si no se comportan adecuadamente, serán exterminados”. El presidente estadounidense ha estipulado plazos concretos para que Hamás acepte el pacto; si no lo hace, ha prometido “desatar un infierno como nunca antes se ha visto” contra sus líderes y combatientes.
Israel ha manifestado públicamente su aceptación a los términos del plan; sin embargo, su implementación depende enteramente del comportamiento del grupo islamista, que se resiste a renunciar a su influencia sobre Gaza o aceptar un desarme total. Mientras tanto, las amenazas lanzadas por Trump junto con la presión internacional no logran frenar esta espiral violenta.
Reacciones y posibles escenarios
El gobierno israelí bajo Benjamín Netanyahu mantiene una postura firme justificando los recientes ataques como una respuesta “contundente e inmediata” ante las violaciones del alto el fuego. Netanyahu enfatiza que prioriza la seguridad nacional e insiste en que no tolerará ataques contra sus tropas. Por otro lado, Hamás intenta presentarse como víctima ante lo que considera una agresión desproporcionada e culpa a Israel por obstaculizar cualquier posibilidad real de paz.
La comunidad internacional observa con creciente preocupación esta escalada. Las agencias humanitarias advierten sobre una crisis sanitaria y alimentaria aguda en Gaza; es allí donde los civiles sufren las consecuencias directas del conflicto armado junto con el bloqueo impuesto. A pesar de que las negociaciones continúan avanzando lentamente, la desconfianza entre ambas partes sumada a la presión externa complican cualquier progreso verdadero.
- Las cifras más recientes indican que al menos 33 personas han muerto en Gaza debido a los últimos bombardeos; los equipos de emergencia siguen trabajando para recuperar cuerpos entre los escombros.
- Aunque técnicamente el alto el fuego está vigente, las constantes violaciones han dejado este acuerdo al borde del colapso.
- Trump mantiene su postura firme advirtiendo que no habrá concesiones si Hamás no respeta lo acordado.
El futuro inmediato: entre la guerra y la paz
El horizonte para Gaza y toda la región permanece incierto. Existe una latente posibilidad de nueva escalada si no se restablece rápidamente la confianza entre ambas partes o si no se cumplen los compromisos establecidos por el alto el fuego. La amenaza potencialmente más severa es una intervención militar más contundente por parte Estados Unidos si Hamás ignora las condiciones impuestas; esto añade presión pero también aumenta el riesgo expansión del conflicto.
En este panorama convulso, es siempre la población civil palestina quien termina pagando las consecuencias más severas. Las imágenes desgarradoras llenas destrucción junto con los testimonios sobre desplazados vuelven a evidenciar que más allá del entramado político o los ultimátums lanzados desde despachos lejanos, alcanzar una paz duradera sigue siendo un objetivo casi utópico en Oriente Próximo. Ahora queda claro: traducir palabras en acciones efectivas es esencial para evitar que esta tregua sea simplemente un respiro entre dos ofensivas continuas; debe ser considerada como un verdadero paso hacia una solución sostenible.
