El regocijo de los votantes se impone en el referéndum del sur de Sudán

El regocijo de los votantes se impone en el referéndum del sur de Sudán
. EFE/Archivo

Desde el momento en que enseñó su carné y hasta que depositó su voto en la urna, Plath Piar no abandonó la amplia sonrisa que destacaba en su rostro negro, feliz por poder participar en este día histórico para el sur de Sudán.

El regocijo que mostraba este sudanés de 35 años, emigrante en Australia y que regresó a Yuba sólo para votar, ilustra la jornada que se vivía hoy en el sur de Sudán al inicio de un referéndum de siete días para decidir si se mantiene unido al resto del país o se declara independiente.

«Hemos perdido muchas vidas para llegar a este día», declaró a Efe Piar después de votar en un centro instalado en el Mausoleo de John Garang, dos horas después de que lo hiciera en el mismo lugar el presidente de la región autónoma del sur de Sudán, Salva Kiir.

Un total de 3,9 millones de sudaneses de esta parte del país están convocados desde hoy y hasta el 15 de enero para un referéndum de autodeterminación. Todos coinciden en que la secesión será la opción elegida, por lo que se dará paso a una nueva nación.

Los últimos años de Plath Piar reflejan las tragedias que ha vivido el sur de Sudán hasta llegar a este día.

Cuando era un estudiante de 24 años, en una provincia del área limítrofe entre el norte y el sur, el Ejército del norte intentó reclutarlo para luchar contra los rebeldes del sur en una guerra que se extendió por dos décadas y costó dos millones de vidas.

Plath Piar se fugó del país, vivió en Egipto cuatro años y después viajó a Australia, donde se casó y crió cinco hijos.

Hace tres semanas vino a Yuba, la capital del sur de Sudán, para votar y visitar a sus parientes, y el martes regresa a Australia.

El emigrante sudanés, que se trajo una cámara para que lo retrataran mientras votaba, tiene clara cuál es su opción, y sólo pierde su sonrisa cuando se le habla de la unidad que propone el régimen del norte, encabezado por Omar al Bachir.

«Nosotros no queremos la unidad. Si tú matas a mi gente y vienes aquí a matarme, no somos hermanos, sino enemigos», afirma.

Esta es la primera vez en su vida que vota Plath Piar. También es la primera ocasión para el pastor protestante Thomas Roguena, de 81 años, que también sufrió exilio en Kenia y Uganda y sólo regresó al país cuando se firmó el acuerdo de paz del 2005.

Apoyado en un bastón y portando una bolsa de lona con el lema «Vota por la paz», el octogenario sudanés dijo que hoy era «el día más feliz» de su larga vida.

«Vamos a trabajar todos juntos, y juntos haremos crecer a Sudán del sur. Es un buen lugar para vivir», agregó.

Las largas colas de votantes en el Mausoleo de John Garang, la figura más importante de la rebelión del sur, que murió en un accidente de helicóptero siete meses después de firmada la paz, se veían también en otros lugares de esta ciudad.

La población acudió a las urnas desde el primer día a pesar de que hay seis jornadas más por delante para emitir el sufragio, desoyendo el llamamiento de Salva Kiir para que los sudaneses tengan paciencia y si no quieren votar hoy, que lo hagan más adelante.

Pero él mismo no demostró mucha paciencia, porque emitió su sufragio ocho minutos después de que abrieran los colegios.

En un breve mensaje después de votar, Salva Kiir, bastón en mano y cubierto con su acostumbrado sobrero negro, rindió un homenaje a John Garang y a todos los que lucharon en favor de la independencia del sur de Sudán. «Ojalá que no hayan muerto en vano», afirmó.

Hoy, en Yuba, la gente que hacía cola para votar no hacía más que hablar de libertad. Hasta los presos del penal central de esta ciudad, que disciplinadamente y vigilados por los carceleros también acudieron hoy a emitir su voto en una mesa instalada en el muro exterior de la prisión.

«Podemos hablar de libertad porque vamos a estar en nuestro territorio, y todos nos vamos a beneficiar, a lo mejor yo no ahora, pero sí mis hermanos», dijo a Efe uno de los reclusos, Peter Tiberio Ibrahim, de 26 años.

En cambio, otros, como Santino Ubok, la palabra libertad no apareció en sus comentarios, y parecía conformarse con poco. «He votado para que las cosas sean mejor», dijo el recluso.

A Santino, de 85 años, quien, según dijo, está preso «por un error» que cometió hace doce, le quedan ocho de condena, y posiblemente la única libertad que conocerá será la que pueda encontrar detrás de los muros de la prisión.

Agustín de Gracia

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