La obra, que costó US$ 23.000 millones, tiene viviendas con varias habitaciones e incluso saunas
La ciudad subterránea de Muamar Gadafi no era sólo un rumor. El laberinto del líder libio existe y está dotado de un búnker con dormitorios climatizados, carritos de golf y máscaras antigás.
Obsesionado por su seguridad, el tirano dedicó casi 30 años de su dictadura de más de cuatro décadas a urdir una de las maniobras de evasión mejor proyectadas de la historia.
Preocupado por la creciente hostilidad de Occidente contra su régimen, el líder libio puso en marcha en el año 1984 la construcción de cientos de miles de kilómetros que oficialmente fueron descritos como «túneles de riego», pero cuya utilidad podría ir más allá de lo doméstico y servir también a intereses particulares.
En los últimos días se ha barajado la posibilidad de que el coronel se esconda bajo tierra. Y un entramado de túneles que confluyen en una serie de búnkeres diseminados por la geografía libia podrían servirle de guarida.
LOS OPERARIOS
Como ocurrió con los búnkeres del iraquí Sadam Hussein, técnicos y maquinaria europea y surcoreana han hecho hecho posible este vasto proyecto de ingeniería.
Construida a base de secciones de hormigón armado de unas 76 toneladas de peso y a una profundidad de 182 metros, la obra, cuyo coste alcanzó los 23.000 millones de dólares, recibió el nombre de «el gran río hecho por el hombre» y fue proyectada como suministro de agua procedente de los acuíferos saharianos a las grandes ciudades, como la capital Trípoli o Bengasi.
PRIMERO EL BUNKER
Tres días después de tomar el complejo presidencial de Bab al-Aziziya, los insurgentes comienzan a explorar la red de túneles que se extiende bajo el que fuera el cuartel general del líder libio.
Bajo suelo, la electricidad está cortada. Kilómetros y kilómetros de túneles y salas se suceden, un auténtico laberinto al que se accede a través de trampillas disimuladas por todas partes, una en medio del césped del complejo presidencial, la otra en el pasillo de un edificio casi calcinado.
Los túneles, oscuros y con techos bajos, contienen además un búnker que según dijeron los rebeldes a los periodistas sirvió de refugio a Gadafi en algún momento de los seis meses de conflicto. Está repleto de escombros, ropas, comida… Incluso cartas dirigidas a uno de los hijos de Gadafi.
Una amplia sala contiene decenas de ordenadores, alineados sobre mesas; la siguiente sala, estanterías repletas de discos duros y una tercera enormes servidores informáticos. «Pueden contener informaciones importantes, hace falta registrar todo eso», afirma un rebelde que hace salir rápidamente a los curiosos.
LOS DORMITORIOS
Un poco más lejos, el laberinto subterráneo contiene dormitorios -objeto de los saqueos, como el resto del laberinto- con camas deshechas o incluso colchones destripados. En el techo, aparatos de aire acondicionado.
Según un reportero de Al Yazira que ha recorrido parte del laberinto, se cree que esta red subterránea tiene auténticas carreteras capaces de llevar vehículos a 30 km de la ciudad.
Los insurgentes todavía están explorando a dónde conducen estos túneles, con mucho cuidado porque temen que en algunos de ellos los gadafistas puedan tenderles una trampa. Tal vez, uno de ellos fue la vía de escape para Gadafi.